Richarlison es un enemigo declarado de Chile. Cada vez que pudo, derechamente, ninguneó a la Roja y se burló de ella aprovechando su resonancia en las redes sociales. No por nada, llegó a ser una figura en la selección de Brasil. Sus enfrentamientos con la Generación Dorada fueron picantes. Con Arturo Vidal, por ejemplo, sacó chispas en la cancha y en los espacios virtuales. “Payaso”, le llegó a decir el Rey.

Ahora, sin embargo, su versión es distinta. El delantero del Tottenham admite que lo pasó mal. Que después del Mundial tocó fondo y que ya no pudo sostener su fama de duro. Ahí, de hecho, tuvo que recurrir a ayuda especializada.

El drama

El testimonio del atacante es dramático. “‘Después del Mundial iba a entrenar y ya quería volver a casa, a mi habitación. No sé qué me pasaba por la cabeza. Incluso le dije a mi padre que iba a dejar el fútbol. Acababa de jugar un Mundial, estaba en mi mejor momento, pero estaba llegando a mi límite. Estaba en depresión, con ganas de rendirme. Yo, que parecía mentalmente fuerte, después del Mundial parecía como si todo se viniera abajo’', reconoce en una entrevista a ESPN Brasil.

Richarlison, en la selección brasileña (Foto: Instagram)

‘’Acababa de jugar un Mundial, en mi mejor mejor momento. Pero estaba llegando a mi límite, no voy a hablar de suicidarme, pero entré en una depresión y quise dejarlo. Incluso yo, que parecía ser fuerte mentalmente’', puntualiza para dar cuenta de un estado en que su resistencia llegó al extremo de agotarse.

El apoyo clave

El jugador surgido en el América Mineiro, quien en su país alcanzó brillo en el Fluminense antes de dar el salto al fútbol europeo, reconoce que el apoyo profesional del sicólogo fue clave para superar sus problemas. “Fue el mejor descubrimiento de toda mi vida. Me guste o no, me salvó la vida. Sólo pensaba tonterías, incluso en Google, sólo buscaba basura, sólo quería ver basura sobre la muerte’’, explica respecto del oportuno respaldo que recibió, que le sirvió para evitar consecuencias mayores.

Antes, eso sí, tuvo que vencer prejuicios. Propios y de la gente que integra su entorno. “Pensaba que eran tonterías, que estaba loco. En mi familia hay gente que piensa que el que va al psicólogo está loco. Pero yo lo descubrí y me pareció maravilloso. Hoy puedo decir que busques un psicólogo si lo necesitas, porque es muy importante. Salva vidas”, sentencia, ya liberado de una traumática experiencia.

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