Es enero, se revive la Noche Alba. Colo Colo vuelve al Monumental. Rendir en la Copa Libertadores y el fin del dominio de la UC en el torneo local son sus grandes objetivos de 2020, pero lo menos importante del día. Es otro el foco de atención. Por los altoparlantes anuncian la primera formación de la temporada. Hay aplausos para los de siempre. Esteban Paredes recibe una ovación. Esta vez, sin embargo, no cierra la presentación del plantel. Ese privilegio está reservado para otro. El Tanque lo sabe y lo asume. Basta con que se vea el número 14 en el tablero para que el reducto de Macul casi se venga abajo. Ya ni siquiera se escucha con claridad cuando el locutor pronuncia el nombre Matías. Tampoco se entenderá el apellido Fernández. Da lo mismo. Está ahí, de regreso, de vuelta en casa.
Miles de colocolinos sueñan con este escenario hipotético, pero inminente. Da lo mismo cómo venga Fernández, que haya jugado apenas 15 partidos en su última temporada con el Junior de Barranquilla, que no haya justificado los US$ 180 mil dólares mensuales de sueldo, que haya marcado apenas dos goles y que las lesiones le hayan impedido brillar, una vez más. Y quizás dará lo mismo si las vuelve a sufrir. Si juega o no o cuánto tiempo pueda estar en la cancha. Matigol está en casa. Es lo único que les importa a los que desempolvaron la histórica camiseta de 2006 e incluso aquella que, en versión más popular, tiene la imagen del volante en su cara anterior, con el gesto triunfal que lo anunciaba como la figura de un futuro sin límites. Que, finalmente, no cumplió.
Al Monumental vuelve el ídolo que casi no fue. Pocos saben que, en el inicio de su carrera, Fernández estuvo a punto de salir de Colo Colo. Una mala actuación en un amistoso ante el Atlas de México lo relegó a entrenarse con un grupo de juveniles de los que el club pensaba deshacerse. Ahí fue donde lo vio Ricardo Dabrowski, el exdelantero que había sido campeón de América en 1991, quien terminó rescatándolo. "Matías estaba desahuciado. La verdad es esa. Cuando llegamos, vi un grupo de jugadores entrenando. Le pregunto al Chano (Lizardo Garrido) y me dice que son los que se van. Me llamó la atención uno. Lo llamo, le pregunto el nombre y le propongo entrenar una semana con nosotros. Así partió todo", explica el Polaco.
Hoy, en cambio, regresa como figura. El recuerdo de los dos títulos que le dio al club popular y de la final de la Copa Sudamericana a la que lo condujo en 2006, antes de emigrar al Villarreal, está intacto, mucho más fresco que lo que podría llegar a pensarse. Y le da crédito infinito. Harold Mayne-Nicholls, vicepresidente ejecutivo de Blanco y Negro revela una situación que le sucedió apenas se supo que Fernández retornaría a Pedreros. "En la calle se me acercó un hincha solo para hablarme de Matías. Me decía que es un jugador de otro nivel y que estaban esperándolo hace mucho tiempo. Ellos hablan del 'Mati' con mucha cercanía, porque para el hincha de Colo Colo estos 14 años no han pasado. Eso como si nunca se hubiera ido del club. Para ellos, es uno más. Y él siempre se preocupó de cultivar esa cercanía, de construirla", analiza.
En ByN festejan el negocio de su contrato. Un salario base de 10 millones de pesos, más bonos por minutos jugados y goles convertidos. Es un precio bajo, dicen en Macul, para las ganancias que podría generar. El cálculo no es solo económico, sino también deportivo. Si brilla, extraordinario. Si no juega, en la interna del Monumental asumen que Fernández, por su personalidad conciliadora, no levantará polvo dentro ni fuera del camarín, a diferencia de otras figuras que han pasado o que siguen en el club.
Hay fanáticos anónimos, como al que alude Mayne-Nicholls, y que son la mayoría. Y otros plenamente reconocibles como Leo Caprile. El comunicador ha sido en varias oportunidades el animador de la Noche Alba. Aún no sabe si estará en la ceremonia que marca el inicio de la temporada ni si esta vez le tocará presentar al hijo pródigo, pero se pliega a la ilusión generalizada. "Matías es un símbolo. Es el único jugador formado en el club que ha sido elegido como el Mejor de América. Tiene un respeto y un espacio en los hinchas de Colo Colo que se los ganó", sentencia el conductor de TV, anteponiéndolos a la reflexión respecto del nivel en que el exseleccionado nacional vuelve, a los 33 años y después de un paso por Colombia que estuvo marcado por las lesiones. "La vida tiene una lógica. No hay que ser iluso para pensar que va a aparecer el Mati que se pasó a ocho jugadores de O'Higgins y marcó ese golazo que nadie olvidará jamás. Es un tipo que necesita afecto, cariño y cercanía. Por eso funcionó tan bien con Borghi y se le caía a Bielsa. Los primeros que tenemos que darle el apoyo somos los hinchas. Ha hecho un esfuerzo tremendo al bajar sus ingresos. Ha demostrado mucha generosidad. Creo que el hincha colocolino debe tener claro que estamos ante una situación nostálgica, que no podemos esperar algo extraordinario", sostiene.
Caprile pide varias veces paciencia, casi como un favor. "Habrá que tenerla. Es un bonito gesto, pero tampoco llega un crack en su mejor momento. Lo que nadie puede negar es la importancia que tiene Matías para Colo Colo. Acá lo vamos a hacer sentirse otra vez en casa", promete.
Luis Mena, compañero de Fernández en sus inicios en el plantel albo y en el momento más glorioso de su carrera, una amistad que se ha extendido en el tiempo, aporta otro antecedente: "Está muy contento, con muchas ganas. Hablamos por WhatsApp y quería que todo llegara a buen puerto. Estaba muy ansioso por venir al club. Me acuerdo de que hablamos para la Copa América y ya quería volver a Chile".
Después, con la misma nostalgia que sienten muchos de los adeptos al club popular, el Multicampeón rebobina la película. La detiene en el minuto en que, con la guía de Claudio Borghi, Fernández se convirtió para siempre en Matigol. "Era un jugador de un potencial grande. Sabíamos lo que hacía en las menores, tremendos campeonatos. Por eso Ricardo (Dabrowski) lo ve como un potencial jugador, lo lleva y lo hace debutar. Él se ganó el cariño de todos, porque siempre fue humilde, ubicado dentro del espacio en que le tocaba vivir. Eso hace que le agarráramos cariño, que lo cuidáramos. Sabíamos que era introvertido, bastante callado en la relación con la prensa, pero que en la cancha marcaba diferencias. Tratábamos de no exponerlo. En los entrenamientos también. Se ganó un cariño tremendo por su humildad, por sus ganas de salir adelante. Era una persona que sabíamos que podía rendir a través de la confianza. Tratamos de blindarlo", repasa. Esos cuidados iban desde la cercanía con los jugadores más grandes del plantel, como Rodrigo Meléndez, el que más lo protegía, hasta canciones en el camarín en el momento en que el 14 de Pedrero ya lucía. Parafraseaban La Mano de Dios, de Rodrigo Bueno, el himno que el cordobés le dedicó a Diego Maradona. El Maradó del estribillo se convertía en Matigol. Todos lo cantaban. Matías volaba. Era imposible frenarlo.
Mena defiende el legado que Fernández llega a reverdecer con la misma vehemencia que los hinchas que le celebrarán cada jugada o cada intento de 'Mati-rabona", el alarde técnico que enloqueció al continente hace casi 14 años. "Ha hecho una carrera maravillosa. Ha mostrado su talento donde ha estado. En Necaxa era capitán. Me tocó verlo en la Fiorentina y sé el cariño que le tenían allá. Hizo su carrera como él la quiso. Ha jugado 14 años fuera del país. Y eso no es fácil. Hablan de la personalidad que quizás no le ayudó, pero no es fácil hacer lo que hizo. Por algo (Vincenzo) Montella se lo lleva también al Milan. Su carrera es envidiable y aún tiene mucho por darle a Colo Colo. Tiene talento y fútbol para mostrar", insiste. Y, sin afán de plantearle sugerencias a Mario Salas, recuerda las condiciones que necesita para brillar. "Ricardo, el Bichi, Montella lo tuvieron bien considerado. Ya estando en Colo Colo se va a sentir cómodo. Siempre me dijo que quería volver. Acá rindió de forma espectacular. Además, tendrá el cariño de la gente, del día a día. Eso lo va a hacer sentirse bien. Hace tiempo, en Italia, ya me dijo que quería volver. Afortunadamente para él esa etapa se alargó, pero llega con todas las pilas a hacer lo que más quiere", sostiene.
En el Monumental ni siquiera piensan en cómo rentabilizarán su regreso. Lo que ansían es volver a verlo feliz. Y que, como consecuencia, vuelva a lucir. "Hoy estamos más interesados en que rinda lo que tiene que rendir. Cuando empiece a hacerlo, seguramente surgirán algunas ideas que iremos analizando. En su caso, por ejemplo, hemos añadido un par de cosas más a los exhaustivos exámenes médicos que se les realizan a los jugadores. Y estamos tranquilos. Su última lesión fue un desgarro y ya está recuperado", dice Mayne-Nicholls, quien aclara que Mario Salas visó la llegada del volante. "El convencimiento general es que hay que rodearlo de afecto y de cuidados y que si es así, volverá a ser un jugador importante. Esa parte la verá el cuerpo técnico", añade.
Cuestión de camiseta
En Umbro, la marca que viste al Cacique, también se preparan para la Matilocura. La primera misión será poner rápidamente en el mercado camisetas con el número 14 que se transformó en objeto de culto y el nombre o el apellido del jugador, dependiendo de la opción que escoja para inscribir en la casaquilla que utilizará en los partidos. "Estamos seguros de que, por todo el cariño que le tiene el pueblo colocolino a Fernández y por su exitoso paso anterior por la institución, tendrá un impacto positivo tanto en la gente como en el equipo. Los jugadores tan queridos como Matías siempre suman en este tipo de cosas. Todo depende de la fecha y los tiempos en lo cuales esto ocurra", responde José Zavala, encargado de marketing de la compañía de origen inglés.
Matigol está de vuelta en Colo Colo. En el Monumental, nada más importa.