El susto del árbitro, las bromas y una muñeca intacta: así fue la nostálgica noche de Marcelo Ríos y Álex Corretja
Frente a cuatro mil personas en el Gran Arena Monticello, el chileno y el español revivieron un viejo clásico del tenis mundial, que terminó a favor del exnúmero uno del mundo en una estrecha definición.
Marcelo Ríos en una cancha de tenis siempre da espectáculo. Incluso, a los 47 años y tras superar una cirugía de espalda, otra de cadera y enfrentar una nueva lesión lumbar. Pese a que son otros tiempos, todavía queda algo de esa magia con la zurda que encandiló al mundo a fines de los 90. Al frente, un rival clásico: el español Álex Corretja, exnúmero dos del mundo, un año mayor que el chileno, y hoy convertido en comentarista top en Europa. El resultado favoreció al Chino, por 7-6 (5), 3-6 y 10-7, en una hora y 44 minutos de partido.
La jornada tuvo anécdotas de todo tipo. A muy poco de comenzar, Manuel Rodríguez, productor del evento, lucía preocupado. A sus oídos llegó la noticia de que faltaba el árbitro central. Minutos de terror. Sin embargo, todo se tranquilizó después, ya que el que realmente faltaba era uno de los jueces de línea, quien quedó entrampado en un taco y aparte casi no pudo ingresar al Gran Arena Monticello. Llegó con lo justo.
Detrás del banquillo del exnúmero del mundo, estaba toda su familia, encabezada por su esposa Paula Pavic y sus seis hijos, incluida Constanza, la hija mayor del tenista, quienes aplaudieron a rabiar cada punto. Junto a ellos, Exequiel Carvajal, el popular Yogurt de Mora. Unos asientos más atrás, en tanto, se ubicó el futbolista de Universidad Católica, Mauricio Isla, quien se sacó fotos con el público y hasta firmó pelotas de tenis.
El zurdo salió a la cancha a las 22.41, dos minutos después que su rival. Ambos intercambiaron golpes y bromas en el calentamiento, ya que tenían conectado un micrófono. “Muévete, Chino”, le decía el catalán, quien coreó con ganas los ceacheís de los cerca de 4 mil espectadores que llegaron hasta el recinto de San Francisco de Mostazal.
Ríos ganó el sorteo, y al igual que en su época de jugador, eligió recibir. Algunos tiros profundos y numerosos drops deleitaron a los espectadores. Corretja, en muy buena forma, también demostró que su revés a una mano sigue tan intacto como en esos viejos tiempos.
Estrecha definición
“Si van así afuera, son buenas”, le decía el español al chileno. En la jugada siguiente, le metió un pelotazo casual. Después de un latigazo de revés, el público lo ovacionó. Y pidió más aliento. Ambos mantuvieron su servicio y la primera manga se definió en un tie break, que favoreció al local por 7-5. En pleno desempate, una broma más de Corretja: “¡Qué grito de mierda que es ese Aaaaaaahhh!”, en alusión a las exclamaciones de Ríos tras definir los puntos, desatando las carcajadas de la parcialidad.
En el descanso, ambos protagonistas se sacaron selfies, todo bajo la atenta mirada de Dexter, el fornido preparador físico y amigo de Marcelo Ríos, quien en ningún momento perdió de vista al zurdo e, incluso, se acercó a conversar con él en ese lapso para ver cómo respondía la cadera.
De vuelta en la cancha, llegó el primer quiebre, en el tercer juego del segundo set. Y fue para Corretja. De ahí en adelante, el cansancio comenzó a hacer mella en la estrella chilena, quien vio cómo el su rival volvía quebrar en el noveno game, para llevarse la manga por 6-3 y mandar la definición a un match tie break, lo que no le gustó a todo el público, ávido de ver más tenis.
En el desempate a 10 puntos, fue más preciso el Chino, quien se guardó un último aliento para desplegar lo mejor de su juego y quedarse con un nostálgico clásico del tenis. Ovaciones, nostalgia y un Corretja, con gran sentido del espectáculo. Abrazo emocionado y el reconocimiento de un público agradecido por volver, aunque sea por un momento, a una época inolvidable.
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