La tarde de este martes la vida de Patricio Rodríguez se apagó a los 81 años. Un cáncer de pulmón con el que llevaba luchando desde 2016 fue el causante del triste desenlace. Radicado hace largo tiempo en Key Biscayne, Estados Unidos, Pato marcó una época en el tenis sudamericano, donde fue el responsable del éxito de numerosas figuras.

Como jugador, ganó 23 títulos y tuvo una carrera bastante correcta, en una época en la que el ranking se configuraba a través de revistas especializadas. Con la creación de la clasificación ATP hacia el final de su trayectoria, se ubicó en la plaza 133. También alcanzó las semifinales de la Zona Europea de la Copa Davis en 1967.

“Tiene muy buenas actuaciones en la Davis. Me contó una vez que le ganaron a Checoslovaquia como visita y él le ganó a Jan Kodes, uno de los mejores jugadores de esa época”, recuerda Hans Gildemeister. En efecto, Chile se impuso 3-2 en Praga y Rodríguez venció a la estrella local por 3-6, 6-1, 6-3, 4-6 y 6-0 y también fue el héroe al lograr el quinto punto ante Milan Holecek, en otro duelo de cinco sets: 3-6, 6-3, 1-6, 6-3 y 7-5. “Pato fue el protagonista de esa serie, ganó sus dos singles ante un equipo muy duro”, cuenta Jaime Pinto, quien aportó con una victoria en esa confrontación.

Fue nominado 20 veces al equipo nacional, con un récord de 18 victorias y 17 derrotas en individuales, y un triunfo y ocho caídas en duplas, entre 1958 y 1972. También marcó un hito al convertirse en el primer tenista chileno en ganar en el Abierto de Australia. Años más tarde, sería capitán. “Lo tuve en una serie en que le ganamos 5-0 a Brasil allá y yo jugando singles y dobles”, señala Gildemeister sobre aquella inolvidable jornada de julio de 1986.

Después de retirarse, siguió su camino como entrenador, donde su primer gran pupilo fue José Luis Clerc. El argentino ganó 25 títulos y llegó a ser el número cuatro del mundo de la mano del chileno, quien lo tuvo viviendo en su casa en Nogales, una localidad de la Quinta Región. Ahí Batata hizo todas sus pretemporadas y se alzó como uno de los más grandes de Sudamérica. El transandino se muestra devastado. “Es una pérdida muy grande para mí”, expresa antes de excusarse por no seguir hablando.

Otro nombre destacado es Andrés Gómez. El ecuatoriano también llegó a ser número cuatro del mundo y se consagró en la edición de Roland Garros de 1990, derrotando en la final a Andre Agassi. El zurdo marcó una época en el tenis de su país, donde luego surgiría la figura de Nicolás Lapentti, quien fue top 6 y llegó a la final del Abierto de Australia, con Pato como entrenador. Además, trabajó con el peruano Jaime Yzaga y los chilenos José Antonio Fernández, Felipe Rivera y Gabriel Silberstein.

Pato Rodríguez y Nicolás Lapentti.

“Al Pato lo recuerdo con gran cariño, hasta hace poco tiempo estaba en contacto con él. Recuerdo mis inicios en el circuito grande del ATP. Él siempre tenía una palabra sabia para aconsejarme, también echábamos mucho la talla. Era uno más, a pesar de la diferencia de edad. Deja un legado increíble en el tenis con los pupilos que tuvo, siempre de talla mundial. Es una persona muy importante para el tenis chileno y para el tenis mundial”, destaca Fernando González.

Justamente el Bombardero tuvo bastante que ver en uno de los momentos más felices de la carrera de Rodríguez. En Atenas 2004, el coach condujo a Nicolás Massú a sus oros olímpicos, algo inédito en la historia del deporte chileno. Al viñamarino, además, lo llevó a ser el noveno mejor del planeta.

Rodríguez fue técnico de Nicolás Massú.

“Es una tremenda pena. Era un coach de la vida. Es lejos el mejor entrenador que ha existido”, reflexiona Leonardo Zuleta. Los restos del Pato serán cremados y las cenizas, depositadas en Nogales, su tierra, donde siempre habló de tenis.