Eliud Kipchoge, el récordman del maratón (2h 01'39"), vive los últimos días antes de correr el Ineos Challenge en Austria, donde a principios de octubre buscará lo inhumano y completar los 42k en menos de dos horas. Kenenisa Bekele, dueño de las plusmarcas mundiales en los 10 y 5 mil metros (12'37"35 y 26'17"53, respectivamente), correrá este domingo, junto a un grupo de cuatro etíopes con marcas que rozan las 2h y 4', el Maratón de Berlín, el más rápido y cotizado recorrido de la especialidad. Mo Farah correrá el 13 de octubre el Maratón de Chicago... Justamente en las mismas fechas que los Mundiales de Atletismo, en Doha. La IAAF se pega un tiro en el pie.
La FIFA, por dar un ejemplo, no lo hubiese permitido. Cuando hay Mundial, todas las ligas y competencias se paralizan. Los Majors y la gran mayoría de maratones del mundo son certificados por la IAAF, pero organizados y financiados por instituciones privadas. Ni siquiera se planteó la posibilidad de trasladar o suspender sus fechas para beneficiar la presencia de la elite en Doha.
No es que como pasa en otros deportes, a veces no se acude a la máxima competición con los mejores (como Estados Unidos al reciente Mundial de Básquetbol de China), sino que la fechas coinciden. Y eso sí que no había ocurrido nunca.
Pasa ahora en los Mundiales de Atletismo de Doha, donde los principales maratonistas del mundo no estarán disputando el oro. La cita atlética, que arranca este viernes en Qatar, aparece deslucida y despreciada en el fondo. Ese día se correrá la final femenina de los 42 kilómetros, pero con las ausencias de las principales figuras maratonianas quizás como principal atracción. Ocho días más tarde será la masculina, con la misma tónica.
Además, a diferencia de otras ediciones, las altas temperaturas cataríes obligaron a retrasar un mes y medio la cita atlética de este año. De hecho, el maratón, la prueba máxima de resistencia, se realizará a la media noche para no complicar mucho a los fondistas. Solo lo correrán bajo 30º C en promedio. Un infierno. Del que los grandes han escogido huir.
Ante el calendario, salvo Juegos Olímpicos, los atletas de fondo saben bien dónde apuntar. "Ocurre que los premios son bastante mejores en el Maratón de Berlín que en Doha", explica el keniata Steve Mwangi, ex atleta profesional y hoy entrenador de Adidas Runners. Por ganar Berlín, un corredor se embolsa US$ 140.000; por ganar en Doha, solo US$ 50.000.
La publicidad y el dinero
Además, las estrellas pueden llegar a facturar muchísimo más en los grandes maratones específicos. Bonos por marcas, por romper el récord del circuito, además del pago publicitario por las firmas deportivas que auspician a cada atleta pueden llegar a duplicar los ingresos. Con bonos por entrevistas o por portar la ropa que lo viste, Kipchoge recaudó casi medio millón de dólares el año pasado, cuando se alzó como el máximo referente del fondismo.
"En los Mundiales, solo pueden competir tres corredores por país. Y los países africanos, como Kenia o Etiopía, tienen corredores de sobra entre los mejores del mundo", sentencia Mwangi.
Una derrota de la IAAF en la máxima distancia para su gran competición.