El 29 de noviembre de 2019 será recordado como el día en que el fútbol profesional chileno tuvo el final más surrealista de sus 86 años gracias al pacto de Quilín, un acuerdo firmado con alta mayoría, que benefició a algunos, perjudicó profundamente a otros y le terminó dando el triunfo a las barras bravas, que desde un comienzo metieron miedo y atacaron los numerosos intentos por volver a jugar.

La discusión inicial apuntó a la falta de seguridad, pero al final se terminó hablando de injusticia deportiva y repartición de dinero. En el ambiente ya se percibía la intención de los clubes de finalizar los torneos. En la víspera, calculaban 40 votos, dos más que los 4/5 del quórum, pero finalmente la cosecha fue mayor gracias al voto de Palestino. De hecho, su presidente, Jorge Uauy, lo adelantó: "Palestino está dejando US$ 3 millones en el camino por dos puntos de diferencia, que podemos o no alcanzarlos. Si se trata de justicia deportiva, tenemos esa posibilidad de hacerlo, pero creo que hoy tenemos que dejar esto de lado".

Así, por 42 votos a favor (los de Primera valen doble), cinco en contra y una abstención se aprobó el fin del torneo. Universidad Católica, Unión Española y Wanderers apostaron por reanudar. Santiago Morning se apartó.

Con este tema zanjado, la discusión se centró en resolver los ascensos, descensos y el sistema de torneos de 2020. Ahí surgieron tres opciones: mantener la Primera y Primera B sin descensos ni ascensos; una liga única con 32 clubes con dos tablas; y un torneo con dos ascensos desde la B, sin descensos, pero sin tocar los flujos del CDF.

Se realizó una nueva votación en la que se impuso la primera alternativa, por 28 preferencias. Pero como no alcanzaba el quórum de los 2/3, se repitió la votación.

Entremedio, con el apoyo de algunos equipos, Wanderers y La Serena reclamaron por sus respectivos ascensos (tercera opción) y amenazaron con bloquear la Superliga, lo que generó el rechazo de los representantes de la B, pues argumentaron que la situación era muy distinta a la de la UC, que llevaba 13 puntos de ventaja. No así en la categoría secundaria, donde los verdes estaban tres unidades por sobre los papayeros, los que a su vez tenían una distancia de seis puntos con el undécimo, a falta de tres fechas.

De esta forma, se llevó a cabo una nueva votación que le dio 34 votos a la opción del actual formato sin ascensos ni descensos, 14 a los dos ascensos y ninguno para la Superliga.

Hubo aplausos y congratulaciones para la UC por su bicampeonato y desazón en porteños y serenenses por su frustrado ascenso. Luego, se dio paso a la discusión por los cupos internacionales, donde el cupo a la Libertadores que otorga la Copa Chile quedó a la espera de lo que decida el directorio de la Federación (ver página 35) la próxima semana. Más allá de que ese cupo se defina antes, se decidió continuar con ese certamen (semifinales el 9 de enero; final, el 12). Mientras que la Supercopa será el 19 de ese mes.

Sin miedo al TAS

En la ANFP reconocieron el derecho de Wanderers de apelar su caso ante algún tribunal (deportivo u ordinario). En Quilín, sin embargo, ya tienen la experiencia de lo que sucedió con Vallenar en 2018, que llevó su caso al TAS sin éxito, ya que el organismo internacional se declaró incompetente por no tener jurisdicción en decisiones de la ANFP.

El próximo viernes habrá un nuevo Consejo para definir y escribir las bases del torneo