Como si de una maldición se tratase, justo después de marginar a Marcelo Díaz de la convocatoria de la Roja, a Juan Antonio Pizzi se le vino el mundo abajo con las complicaciones físicas de, según la planificación sin Carepato, dos de los titulares del mediocampo de la Selección: Charles Aránguiz y Pedro Pablo Hernández. Los dos, sin embargo, viajaron a Chile para ver junto al cuerpo médico del Equipo de Todos las reales opciones de jugar los duelos ante Ecuador y Brasil. Macanudo no se podía permitir dar pie atrás fácilmente en su decisión de no contar con Díaz.
Las realidades de ambos, eso sí, son muy distintas. Ayer, por ejemplo, el Tucumano se dejó ver trotando por Juan Pinto Durán por primera vez desde su lesión. La acción duró sólo algunos minutos, los suficientes para dar una señal de querer estar a como dé lugar mañana en el Monumental. El resto de la jornada matinal se dedicó a realizar trabajo de fortalecimiento en el gimnasio del complejo de la ex Avenida Las Torres. Desde el cuerpo médico de la Roja, de hecho, se ilusionan y cuentan que es altamente probable que el ex O'Higgins pueda estar presente desde el arranque ante los ecuatorianos, algo con lo que Pizzi cuenta a toda costa.
Esto, eso sí, choca con la intención primera del Celta, que en voz de Juan José García, jefe médico del club, había recomendado durante el fin de semana que el Tucumano no actuara frente a Ecuador: "Con esta dolencia puede realizar actividades, pero si lo vemos desde el punto de vista médico es un riesgo exigirlo. Me gustaría que no jugara, aunque es una posición un poco egoísta de mi parte. Puede ser un riesgo, pero también está la opción de que no ocurra nada", señaló ayer a CDF Noticias.
Justamente, eso último es lo que argumentan en el búnker rojo para planificar el choque de mañana con el Tucu entre los titulares. De eso también se aferra el propio jugador, que ya en la sesión vespertina comenzó los trabajos a la par de sus compañeros con un vistoso parche rojo en su pierna izquierda, donde padeció la rotura de grado 1 en el sóleo. Incluso se dio el gusto de formar parte del clásico juego del tontito antes de comenzar la sesión formal. Luego estuvo entre los 11 titulares. Ésa fue una señal de alivio para Pizzi dentro de una semana convulsionada.
La felicidad, eso sí, no es total. Pasa que Aránguiz, aún cuando tiene todas las ganas de estar en los últimos dos partidos del camino a Rusia 2018, más depende de un "milagro" que de otra cosa, como lo catalogan en Pinto Durán, para decir presente recién ante Brasil, el martes. Ayer, de hecho, ni siquiera se le vio en cancha, dado que estuvo todo el día en el segundo piso del laboratorio de la Selección realizando terapia en la pantorrilla que se desgarró.