Han pasado 29 días desde que se iba a jugar por primera vez el partido de ida entre Boca Juniors y River Plate, por la final de Copa Libertadores. Este domingo, luego de casi un mes, se cierra una de las definiciones más largas en la historia de este deporte. A las 16:30 horas en el estadio Santiago Bernabéu, será el quinto intento por disputar este encuentro. La capital española albergará un duelo que ha perdido brillo con el pasar de los días, pero que no deja de generar morbo y atracción en todo el mundo.
Ha sido tanto el desfase y la espera, que a esta altura muchos ni se acuerdan de cómo salió el partido de ida, disputado el pasado 11 de noviembre en la Bombonera. Ni hablar de quienes anotaron los goles en esa tarde nublada. Lo cierto es que el 2-2 en el primer duelo dejó tranquilos a ambos equipos, que esperan de una vez por todas acabar con esta historia.
Las finales de Copa Libertadores siempre se han jugado entre semana. Miércoles o jueves y en la noche. Por ser un superclásico, la última definición a dos partidos y, por todo lo que involucra un Boca-River, la Conmebol decidió modificar esa costumbre. Fijó la final de ida para el sábado 10 de noviembre y la vuelta para el sábado 24 del mismo mes. Ambos en la tarde.
El primer partido se suspendió. Un diluvio en Buenos Aires obligó a las autoridades a cancelar el encuentro y posponerlo para el día siguiente. El domingo 11 se disputó el duelo de ida. Un atractivo partido que culminó con empate dos a dos.
Una fecha FIFA alargó el tiempo y la ansiedad de millones de personas, entre hinchas, dirigentes, periodistas y hasta de los propios jugadores. El sábado 24 sería el día que cerraría este histórico enfrentamiento.
Pero el ya conocido incidente con el bus de Boca Juniors y su caótico ingreso al estadio Monumental cambió todos los planes. Los futbolistas xeneizes no estaban en condiciones de ingresar a la cancha y, por ende, la Conmebol, luego de horas de espera, decidió, al igual que en la ida, posponer la definición para el domingo.
Tampoco hubo acuerdo para jugar ese día. Pablo Pérez, el capitán de los dirigidos por Guillermo Barros Schelotto, no tenía visión en uno de sus ojos y estaba imposibilitado para disputar el encuentro. La final se pospuso otra vez. Ya no iba a ser en Argentina.
Miles de rumores llegaron. Que se jugaba en Qatar. Después, que la sede sería Paraguay. Por algún lugar se dijo que hasta Santiago podía ser el escenario. Finalmente, luego de muchas versiones, el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, confirmó que la final sería en el Santiago Bernabéu.
Al parecer, la quinta será la vencida. Las cartas están echadas y está todo listo para que ruede la pelota sobre el césped merengue. A pesar de que ya se ha dicho todo sobre este partido, este mes sirvió para entender que con Boca Juniors y River Plate, siempre puede pasar algo inesperado