La crisis institucional y deportiva de Universidad de Chile ha llevado al equipo a situaciones insospechadas. Durante cuatro años, los azules han estado coqueteando con el descenso, ya sea por la tabla de posiciones o la de promedios, y en todas esas situaciones ha habido un denominador común: la falta de continuidad de los procesos. De hecho, en los últimos cinco años 11 entrenadores se pusieron el buzo, la misma cantidad que en el periodo 2007-2016.
Los números no mienten y dicen que el último técnico que pudo dirigir una temporada completa fue el argentino Ángel Guillermo Hoyos, quien llegó en 2017 y conquistó el Apertura de ese año. Sin embargo, su rendimiento en el banco azul sufrió una merma considerable y al año siguiente, tras recibir 13 goles en dos partidos (6-1 ante Unión La Calera y 7-0 frente a Cruzeiro), fue cesado de sus funciones.
Luego de un interinato de Esteban Valencia, el transandino Frank Darío Kudelka asumió el banco estudiantil. Logró enderezar el camino y terminó en la tercera posición, logrando el pase a la Copa Libertadores. Nuevamente, las cosas no anduvieron bien en el inicio del torneo de 2019. Una eliminación prematura del torneo continental y malos resultados a nivel local sentenciaron al DT, que es recordado por decir que los azules tienen “un miedo institucional” cada vez que visitan a Colo Colo.
Tras la salida del ex técnico de Talleres, asumió el uruguayo Alfredo Arias, quien quedó en el recuerdo por una serie de polémicas (mentiras, de por medio) y por pésimos resultados. Los azules quedaron en zona de descenso y por primera vez la posibilidad de volver a la B después de 30 años se hicieron más latentes que nunca. El charrúa terminó despedido y asumió Hernán Caputto, quien había llegado a hacerse cargo de las series menores tras dejar la selección chilena Sub 17 a meses de disputar el Mundial de India.
El exarquero azul logró levantar en algo el nivel. Sin embargo, el campeonato no terminó debido al estallido social y se congelaron los descensos. Eso sí, se estableció una tabla de promedios que dejó a los laicos en una zona muy comprometida. La única forma de zafar de esa incómoda posición era con una campaña excelente en la temporada siguiente. Caputto continuó en el cargo, pero con el correr de los partidos, las cosas no salieron bien y el argentino nacionalizado chileno fue cesado.
El loop infinito
Después de un corto interinato de Marcelo Jara, asumió el venezolano Rafael Dudamel, quien quedó en la historia por su régimen al estilo militar y su enemistad con Walter Montillo. El llanero, sin convencer en el juego, cosechó los puntos necesarios para dejar a los azules en el tercer lugar, salvarlos del descenso y ponerlos nuevamente en la fase previa de la Copa Libertadores.
Parecía que 2021 comenzaba con buenas sensaciones, pero todo rápidamente se truncó. La U quedó eliminada del certamen internacional tras enfrentar con juveniles a San Lorenzo, por culpa del Covid, y de ahí en adelante los resultados no fueron para nada buenos. Mientras tanto hubo cambio de mano en Azul Azul, con la llegada del Grupo Sartor y la designación del ecuatoriano Luis Roggerio, quien recién apareció a fines de septiembre por el CDA. La decisión de esperarlo casi le cuesta al descenso al equipo, pues se prefirió ratificar a Esteban Valencia en vez de ir a buscar a un entrenador con experiencia. Los malos resultados del Huevo obligaron a removerlo y poner a otro interino al frente: Cristián Romero.
Con el Relojito los azules protagonizaron una milagrosa y épica salvada del descenso. Perdía 0-2 con La Calera hasta el minuto 84 y, con dos goles en los descuentos, remontaron para quedarse en Primera, más allá de que después Melipilla fue bajado por secretaría. Tras confirmar angustiosamente la permanencia, hubo promesas de hacer bien las cosas y de que el siguiente año sería mejor. Nada más lejos de la realidad.
Con Roggiero empoderado, llegó el colombiano Santiago Escobar, quien tuvo un arranque prometedor, pero luego se entrampó. El equipo nunca encontró la fórmula para jugar bien y tuvo actuaciones vergonzosas, como la del Superclásico en el Monumental, donde la U encajó un indigno 4-1, que terminó siendo misericordioso para lo que sucedió dentro de la cancha de Macul. Al final, el ecuatoriano también debió salir tras su fallida apuesta.
Un más que correcto interinato de Sebastián Miranda dio paso a la llegada del uruguayo Luis Diego López, quien con un magro 22% de rendimiento, producto de una victoria, tres empates y cinco derrotas, mostró los peores números del siglo y dejó a Universidad de Chile al borde del abismo. Un loop infinito.