La pandemia obligó a tomar medidas en todos los ámbitos de la vida cotidiana y también en algunos deportes, como es el caso del tenis. Ya el año el pasado el Abierto de Estados Unidos sorprendió reemplazando a los jueces de línea por un sistema electrónico de altísima precisión. En aquella ocasión las dos canchas principales quedaron fuera de esta medida. Sin embargo, este año la cobertura fue completa y además se sumaron en total siete de los nueve torneos del US Open Series, la gira que antecede al último Grand Slam del año.

Uno de los más felices con la medida fue Novak Djokovic. El número uno del mundo fue descalificado el año pasado en Flushing Meadows por un pelotazo a una jueza de línea, maniobra imprudente, más allá de que el serbio no tuvo intención. Precisamente la situación ocurrió en la Arthur Ashe, una de las dos canchas que no contó con esta tecnología. “Con todo el respeto hacia la tradición y la cultura de este deporte, no veo una razón por la que todos los torneos del circuito, en una era tan avanzada tecnológicamente, no tengan lo que tuvimos en Cincinnati o Nueva York”, afirmó semanas después. Y añadió: “La tecnología, aunque es cara, es tan avanzada a día de hoy que no hay razón alguna por la que debamos mantener a los jueces de línea en la pista”.

En esa misma línea fue Dominic Thiem, quien también en su momento se cuadró con Nole. “Que no se ofenda nadie, pero con la tecnología no hay errores y eso es bueno. Si la electrónica dice que la bola ha salido, significa que ha salido; no hay cabida para los errores y, en ese sentido, creo que vamos en la dirección correcta”, sentenció.

Ese deseo fue escuchado por la organización del Abierto de Australia que este año también implementó la medida. Aunque también tuvo detractores, como Rafael Nadal. El español prefiere lo tradicional y no dudó en manifestarlo. “Podemos quedarnos solos en la pista los jugadores, a nivel tecnológico no sería problema. A mí me gusta que la parte humana intervenga en lo que es el deporte, porque aporta más valor y tiene más gracia”, señaló cuando se le consultó.

Uno de los jueces chilenos más importantes que tuvo el tenis fue Pedro Bravo. Dedicado a la producción de eventos, el ex árbitro de grand slams, ATP y Juegos Olímpicos, entre otros, también tiene su opinión al respecto. “Eso trae como resultado varias cosas. Por un lado, se gana en justicia, porque la tecnología aporta precisión y no hay reclamos, lo que hace que el juego sea más aburrido. Pero la parte más importante es el capital humano que deja de incorporarse al deporte, ya que al no estar toda esa gente, disminuye ese componente”, dice. Y lo fundamenta de la siguiente manera: “Llegar a ser juez de línea en un torneo como el US Open es un punto alto en la carrera de cualquier árbitro y trabajar ahí es un incentivo muy grande, ya que uno va aprendiendo cómo resolver los problemas en una instancia como esa”.

Bravo recuerda un particular estudio que hace algunos años se realizó. “Se hizo un cuestionario y la pregunta principal era por qué la gente iba al tenis, y la mayoría respondió que era para ver la interacción entre jugadores y arbitros”, expresa. Aunque afirma que eso ha ido bajando, porque “los tenistas cada vez son más tranquilos y todo está muy profesionalizado”.

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