El partido entre Chile y Argentina dejó sensaciones que se entremezclan. Por un lado, la indesmentible superioridad futbolística de los transandinos, que se atenúa con pasajes del segundo tiempo, aunque termina confirmándose con el agónico gol de Lautaro Martínez, que derribó todo atisbo de ilusión.
En otro carril corren los reproches a la actuación del juez uruguayo Andrés Matonte, quien monopolizó todos los reproches nacionales. Los más cercanos, los de la banca de Ricardo Gareca, donde no vacilaron en demostrarle descontento. A la distancia, los de los hinchas nacionales que llegaron al Metlife Stadium. A varios kilómetros, los insultos de quienes seguían el choque por televisión.
¿Y las jugadas clave?
Cuando menos, hay dos acciones que los fanáticos esperaban ver más en detalle para determinar si Matonte había tomado la decisión correcta. La primera, un presunto penal contra Víctor Dávila, por un manotazo de Cristián Romero que, al menos en la transmisión televisiva, se observa con claridad. De hecho, a muchos les extrañó que el pitazo no haya sonado automáticamente o que, al menos, se haya producido por una observación desde la cabina que, a veces, remedia los yerros referiles.
Más tarde, Gabriel Suazo recibió un evidente planchazo de Rodrigo de Paul, del que se paró después de realizar un gran esfuerzo y de recibir las respectivas atenciones. Otra vez, la pregunta natural fue por qué Matonte no actuó con la severidad que requería el pisotón. Es más, aunque en la práctica no resulta indispensable, ni siquiera se apoyó en el monitor y terminó aceptando lo que, con seguridad, le indicaban a través del intercomunicador. Gareca y sus colaboradores ardían. “Cobrá una, la c...”, se escuchó decir, con claridad. Javier Castrilli, por ejemplo, asegura que la expulsión debió ser automática.
Los audios, bien gracias
En los audios del VAR que reveló la Conmebol no hay alusión alguna a ninguna de esas jugas. La revisión se remite a dos acciones particulares: la primera es el presunto penal de Marcelino Núñez a Ángel Di María, que Matonte descartó, en una determinación que fue apoyada desde la parte alta del estadio. Esta vez, acertadamente, por cierto.
La segunda, al menos, es más decisiva, pues dirime la validez del gol de Lautaro Martínez. Ahí se certifica que, milimétricamente, la acción previa al remate del ariete del Inter es válida. El VAR, de hecho, sugiere un posible offside. Desde el campo, al menos, surgió la petición de ponerle atención a la jugada. Hay dudas por la posición de Giovanni Lo Celso. Un acercamiento al taco de Claudio Bravo, superficie válida para determinar su participación en la jugada, termina siendo clave.
“Tengo una situación fina del jugador número 16, el que hace el rebote hacia atrás. Para mí, está habilitado”, advierte, inicialmente, el juez asistente. Ahí el VOR, toma protagonismo y comienza el debate en torno a la revisión más detallada de la jugada. Después de lanzar líneas se determina que Bravo estaba más atrás que Lo Celso, por lo que el gol es válido.
De las jugadas que reclamó Chile no hay señal alguna.