El partido entre Universidad Católica y Universidad de Chile, por los cuartos de final de la Copa Chile, se transformó en uno de los más historiados del último tiempo. Para justificar la afirmación basta recordar que el choque de vuelta se terminó jugando en dos estadios distintos: comenzó en el estadio Elías Figueroa Brander, de Valparaíso, y finalizó en El Teniente, de Rancagua. ¿La razón? La seguridad, que había sido puesta en serio riesgo por los hinchas cruzados, quienes, después del gol de Fernando Zampedri lanzaron fuegos artificiales al campo de juego lastimando al arquero laico, Martín Parra.
Esa incidencia terminó marcando la llave. Naturalmente, al ver a su portero en el suelo, y sobre todo considerando la gravedad del incidente y de la lesión que sufrió Parra, definida después como un trauma acústico, los laicos no quisieron volver al campo de juego. El juez Felipe González había decretado, también, la suspensión del partido.
El mensaje
Ese trance fue reflotado por los cruzados en la antesala de la reanudación del compromiso, en la región de O’Higgins. En la clásica arenga que los futbolistas realizan antes de salir al campo de juego, registrada por La Otra Cámara, de TNT Sports, se escucha con nitidez la alusión, que corre por cuenta de uno de los jugadores argentinos del plantel de Ariel Holan. “Escúchenme, muchachos, ellos no querían jugar, no querían este partido, así que ahora verán que les vamos romper el orto”, se escucha en medio del ejercicio motivacional. Hay aplausos y comienza el trayecto hacia el campo de juego.
Locura y retos
El registro también aporta imágenes y audios de la alocada celebración de los azules después de los goles que convirtió Cristian Palacios, que significaron la clasificación del equipo de Sebastián Miranda a la ronda que animarán los cuatro mejores equipos del torneo. También hay aparecen peticiones de Ariel Holan solicitándoles a los jugadores más calma en el último pase y un encontrón entre Fabián Orellana y los jugadores cruzados.
Sin embargo, lo que más llama la atención es el tirón de orejas de Miranda a la banca de suplentes. “¡Quédense callados, por favor!”, les implora el técnico, en un intento por bajarles la intensidad a las protestas en contra de las decisiones referiles.