A veces es suficiente con dos jugadores talentosos para definir favorablemente la suerte de algún equipo. Ayer, sin embargo, nada de eso sucedió, pues Deportes Antofagasta sólo igualó a un tanto con Audax Italiano, pese a que contó con las innegables habilidades de los jóvenes Ángelo Araos y Bryan Carvallo.
El rival, en cambio, se encomendaba a la experiencia y calidad técnica de Bryan Carrasco, además de la potencia de Sergio Santos.
Se trata, por cierto, de un análisis desde la perspectiva de la creación, porque en sentido contrario, ambos mostraban algunas debilidades, como la rusticidad de algunos centrales y las distracciones de algunos volantes en los momentos en que se hacía imprescindible alguna cobertura.
En el contexto general del campeonato, antofagastinos y floridanos se asemejan bastante en cuanto a su situación: son clubes habituados a luchar por mantener la categoría, pero en el Transición han sorprendido y han tenido posibilidades de luchar por algo más. Y ahora, al menos conservan la evidente posibilidad de clasificación a alguna competencia internacional.
El equilibrio relativo -por el mayor control del balón por parte de los Pumas- cambió en buena medida en el segundo lapso, sobre todo en los minutos finales, luego de instalado el 1-1 gracias a un penal mal sancionado y a una falla defensiva de los visitantes.
Fue, sin embargo, una prueba de que los nortinos parecen carecer de la jerarquía para definir a su favor partidos en los que logra hacerse del control. Para los audinos, en tanto, fue la evidencia de que juega al límite de sus posibilidades, pese a que contó con algún contragolpe para mejorar su suerte.
En el asedio final, además, apareció Nicolás Peric, quien cumplió con abortar un par de ataques frontales, además de otros pésimamente resueltos por Antofagasta, como un cabezazo que José Pablo Soda desvió cuando un centro lo sorprendió sin marca. Y algo parecido con Bruno Romo, que desde el fondo se fue al centro del ataque para buscar una victoria que era urgente.
De esta manera, ambos se despiden de cualquier ambición mayor. Se quedarán con el recuerdo de que en algún momento del segundo semestre de 2017 pudieron haber soñado con ser campeones de Primera División por única vez o, como los verdes, con sumar a una cosecha que en la década de los 50 se detuvo en las cuatro coronas.