Cuando Carlos Caszely habla, Colo Colo se remece. No es para menos. El Rey del Metro Cuadrado es uno de los ídolos históricos del Cacique. El lugar que ocupe en ese selecto ranking depende de quien lo realice, pero nadie duda al momento de ponerle entre las personalidades más trascendentes del club. Basta resumir que en el ingreso del estadio Monumental hay una estatua con su figura. "
El Chino, de pasado glorioso, habla de una figura de futuro auspicioso, pero de presente preocupante. Damián Pizarro emergió como la solución a los problemas ofensivos de Colo Colo, ante la partida de Juan Martín Lucero y frente a los discretos rendimientos de Leandro Benegas y Darío Lezcano, quienes fueron solicitados por Gustavo Quinteros. El comienzo del oriundo de La Pintana ilusionó: le marcó un gol a Cobresal. Después vino lo inquietante: no volvió a celebrar en los siguientes 12 partidos que jugó. El pecado es capital para un equipo que siempre se juega objetivos importantes. Esta semana, por ejemplo, tiene que sumar ante Boca Juniors para mantenerse aferrado a la opción de clasificar en la Copa Libertadores. Ya no hay margen de error para nadie. Pizarro es uno de los que tendrán esa carga en La Bombonera. Ante los xeneizes, en el Monumental, tuvo un par de chances de cambiar la historia. Las desaprovechó.
Errores y consejos
Caszely, en su estilo, fue directo en el análisis. “Damián Pizarro es un chico que lo veía en cadetes al igual como vi hace un tiempo a Iván Morales, que por físico hacían goles, tienen buen lomo”, declaró el ex capitán albo a la radio Cooperativa. “Pero cuando grandes, cuando los empiezas a visualizar cómo juegan y cómo marcarlos, como no tienen habilidad de salir para un lado o para otro, para rematar al arco, porque no les enseñan, terminan dando vueltas”, añadió la leyenda del Cacique.
La sequía goleadora de quien en Macul es considerado como una promesa, ya trasciende fronteras y llega, precisamente, al país que los albos visitan esta semana. “Me llamó un amigo argentino y me dijo que hablan de él que lleva nueve partidos sin hacer un gol, y un delantero de Colo Colo con nueve partidos sin hacer un gol, ya no me gusta”, sostuvo el exariete, quien se transformó en mito en el Espanyol de Barcelona y el Levante.
Otros delanteros que alcanzaron la gloria en el equipo popular mezclan reproches y consejos. “Es un chico que tiene muchas condiciones y todo lo que en divisiones menores le permitía mayor concreción, al llegar a Primera son otros defensores, otro el contexto. Lo importante es que siga evolucionando. La experiencia y la confianza tienen que ver”, dice, por ejemplo, Ricardo Dabrowski, pieza clave en el Colo Colo que en 1991 alzó la Copa Libertadores de América.
El Polaco desprende de esa reflexión un consejo. “En el fútbol profesional los tiempos son muy cortos. Hay que tomar la decisión más rápida. Te enfrentas a defensas y arqueros profesionales, que deciden con mayor velocidad”, analiza.
El transandino prefiere no ser alarmista. “Tiene que pasar un proceso de adaptación. Si lo supera, va a hacer lo mismo o más de lo que hizo en juveniles. Es un proceso que tiene que pasar. Es así. En la universidad, con el paso de los exámenes, el estudiante aprende técnicas de estudio o de relajarse. En el fútbol pasa lo mismo. Uno quiere confiar en que será así”, plantea, llamándolo a mantener la calma. “Hay que dejarlo tranquilo. Seguramente, el cuerpo técnico habla y trabaja con él todos los días. Hay que dejarlo crecer. En algún momento volcará todo ese potencial que tiene”, profundiza.
Después, aboga por un alza en el rendimiento general que, a su juicio, redundará en el del incipiente goleador. “Hoy, la contra que tiene es que colectivamente el equipo no le ayuda. No es que lo pongan cuatro o cinco veces por partido frente al arco. Las ocasiones se las genera él. Situaciones claras tuvo muy poquitas. El gol que le marcó a Cobresal se lo generó él. Seguramente en algún momento se sentirá mejor, con más confianza”, dice. Y concluye con otro tip: “Tiene que ir aprendiendo que en el fútbol profesional no se puede esperar la pelota. El anticipo ofensivo es fundamental en el alto nivel”, enfatiza, antes de insistir en la teoría inicial. “Si el equipo tuviera mayor volumen de juego, tendría más opciones. No es el del año pasado. Y el que lo sufre es el delantero. No ha tenido la opción de que lo pongan frente al arquero y él tener el último toque. Llega a través de lucha”, sostiene.
Incluso se anima una comparación de alto vuelo. “Los jugadores que generan juego nunca van a dejar de existir. A Haaland, que te liquida, todos le generan. ¿Cuántos jugadores tiene detrás suyo para que él dé la puntada final”, reflexiona.
Práctica y más práctica
Manuel Neira le recomienda trabajar con mayor dedicación. “Le aconsejo que se quede entrenando después de las prácticas, que perfeccione la definición. Cuando se necesita gol, lo que más requiere es confianza. Eso se lo dará el trabajo”, establece.
El mundialista Sub 17 en 1993 y adulto en 1998 se remonta a su experiencia personal “Eso es lo que hacíamos junto con Héctor Tapia. Siempre nos quedábamos definiendo con compañeros que nos ayudaban con los centros y con los arqueros. Con eso va a agarrar confianza. Tiene todo para ser un gran jugador. Solo le falta explotar”, expresa.
Y añade otro consejo clave: “Le diría que dentro del área tiene que ser más práctico. Controlar y definir. A veces le da un toque demás al balón. Que sea más matador. Que piense más en el gol. Controlar y matar”.
Cuestión de formación
Ivo Basay también escribió una historia gloriosa en Macul. Marcó 54 goles en 93 partidos para la escuadra alba. Conquistas para todos los gustos. En su análisis, el Hueso coincide con Dabrowski, aunque a la hora de la revisión opta por referencias de carácter general. “Le he visto jugar, pero no le voy a dar consejos. No soy quién para hacerlo. Para mí, hay que partir de un tema sistemático, de estructura. Cuando hay mucha diferencia en envergadura se les hace muy fácil ser goleador en las series menores. Hay que prepararlos con mucha mayor consistencia. Y como los ven anotando goles en las menores, los dejan en un proceso natural”, analiza.
La crítica y el consejo, más que al ariete del Cacique, apuntan a la formación. “Cuando ven a un jugador grande dejan de corregirles. Por ahí va el tema. Se les olvida que tienen que crecer y que jugando en Primera esas cosas se equiparan. Todas”, recalca.
De hecho, sin conocer esa información, llega a una de las falencias que en las divisiones menores albas detectaron en Pizarro, pero que no le pudieron corregir: su apresuramiento a la hora de definir. “En las edades menores tiras a matar al arquero y la pelota pasa. Sacas ventaja en el remate, en la potencia. Eso sirve hasta cierta edad. En Primera, ya no. Es un detalle importantísimo. Es donde más hay que hincar el diente, en la definición, los perfiles, que son fundamentales. Es un problema de estructura. Va más allá. En el tema físico también pasa. Lo bueno es que está a tiempo”, concluye el tricampeón con los albos entre 1996 y 1998.