La dolorosa derrota ante Universidad Católica, la cuestionada suplencia de Darío Osorio y la posibilidad cierta de un descenso directo hicieron que Diego López perdiera la poca confianza que le quedaba en el directorio de Azul Azul.

La sociedad anónima que controla a Universidad de Chile está convencida de que el adiestrador uruguayo no debe continuar en la banca estudiantil, pues a las voces críticas de la oposición del grupo Sartor, mayoritario en la concesionaria, se sumaron directores oficialistas, así que todo está en manos del presidente Michael Clark.

Sin embargo, la decisión no es fácil. Al menos, desde lo económico. López y compañía ganan más de 50 millones de pesos al mes y si son cesados este 31 de agosto, deberán recibir más de 800 millones de pesos por concepto de indemnización ($827.176.000).

Quizás, por lo mismo, se le da vueltas a la idea de esperarlo un partido más. Pero eso también puede traer consecuencias. Esperar el duelo con Coquimbo, el próximo 7 de septiembre, en Valparaíso, puede aminorar el costo del despido, pero también puede hacer perder tiempo de trabajo a su sucesor. El mismo que puede partir en la zona roja si es que pierden ante los piratas y La Serena consigue un empate ante la UC (lo mismo pasaría si es que los azules empatan y los papayeros ganan).

Millones a la basura

La gestión de Sartor en la U deja mucho que desear en términos financieros. Su primer gran proyecto deportivo fue un rotundo fracaso y un derroche de dinero. A fines de abril, el cesado fue el director técnico colombiano Santiago Escobar. El mismo que fue contratado por el director deportivo, Luis Roggiero, quien también fue sacado de su puesto, un par de semanas después.

Pero lo que pasó con ellos es ya casi una tradición de la sociedad anónima. Sin importar quién esté en la banca, desde que Jorge Sampaoli dejó el buzo de los estudiantiles varias han sido las apuestas fallidas que se han ido con despidos millonarios.

El primero en inaugurar la larga lista fue Darío Franco hace casi 10 años, a quien se le pagaron cerca de 400 mil dólares por su salida anticipada. Luego vino Sebastián Beccacece con 500 mil dólares. El 2019, Frank Kudelka renunció tras pactar una cifra de 200 mil dólares y, un año después, Alfredo Arias se fue con 150 mil dólares.

Casos aparte son Rafael Dudamel y Ángel Hoyos. El primero tenía un acuerdo que en caso de que cualquiera de las dos partes pusiera fin al contrato de manera anticipada, le debía pagar al otro 128 mil dólares. Como el venezolano no pudo levantar el juego de Universidad de Chile y alcanzó un pobre rendimiento de 46%, se le pidió su renuncia en junio del año pasado.

En tanto, Hoyos dejó el equipo en abril de 2018, tras ser humillado por Cruzeiro al caer por 7-0, con un monto de 800 millones de pesos. Eso sí, este número fue pagado en cuotas y recién en diciembre del año pasado se le pagó la última: 40 millones de pesos.

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