En su propia casa, Mauricio Isla vivió una de sus peores pesadillas
El Huaso lo pasó mal en el Maracaná, el recinto en el que acostumbra a jugar como local con el Flamengo. Los hinchas lo pifiaron, aunque lo peor fueron los decisivos errores que cometió durante el partido.
Mauricio Isla vivió una pesadilla en lo que podría denominar como su casa. En el Maracaná, el escenario en el que juega cada vez que el Flamengo, el equipo al que defiende en Brasil, es local, el Huaso solo sufrió. Incluso desde antes de que comenzara el partido, crucial para las aspiraciones de Chile de mantener la esperanza de clasificar al Mundial, el buinense ya podía intuir que se trataría de una jornada extraña.
Fue extraño, por ejemplo, lo que pasó en las tribunas. Mientras hacia Arturo Vidal había aplausos y algún mensaje de invitación para que se sume al equipo de Río de Janeiro, una intención que el Rey ha expresado públicamente, para Isla, uno de los suyos, había incluso una muestra de desprecio. Cuando su nombre fue anunciado por los altoparlantes, al momento de revelarse las alineaciones, hubo pifias para el lateral. Llamó la atención, pero había que retroceder apenas un par de semanas para encontrar un motivo que es de público conocimiento: a comienzos de este mes, Isla fue sancionado con el 10 por ciento de su salario mensual por un acto de indisciplina. Le había mentido al club dando cuenta de un estado gripal, pero se fue de fiesta con Eduardo Vargas. Además del recorte en el sueldo, lo castigaron con un partido de suspensión. En esta temporada, suma apenas cuatro partidos disputados. El club rubo-preto sentenció su futuro y está dispuesto a escuchar ofertas por él. Este año ha jugado apenas cuatro encuentros y solo en dos ha sido titular. Muy poco para un jugador de talla internacional, que demanda un importante esfuerzo económico.
Aún así, el partido comenzó con normalidad para el carrilero, quien, una vez que contó con espacios para escalar por la franja derecha se juntó un par de veces con Alexis Sánchez para reeditar una dupla que le dio satisfacciones al Udinese y a la Roja. Subidas tímidas y esporádicas, pero que daban cuenta de la intención a causarle daño a la poderosa escuadra de Tite. Desafortunadamente para los intereses de la escuadra de Lasarte, esos momentos se repitieron poco. Y la calma tampoco duraría mucho.
Los minutos fatales
Hacia el término de la primera etapa, Chile parecía tener controlado el encuentro. Brasil ya no presionaba con tanta intensidad y el equipo de Martín Lasarte mantenía el orden defensivo que había exhibido durante toda la etapa inicial, de acuerdo al conservador plan del charrúa. Parecía casi lógico que la Roja conseguiría el primer objetivo de su paso por Río: irse al descanso con el marcador en blanco.
Sin embargo, en apenas dos minutos, justo los que cerraron la primera etapa, a Chile y al Huaso se les vino el mundo encima. En los 42′, Neymar desbordó por la franja izquierda. Cuando ya llegaba a la línea de fondo, Isla se lanzó para arrebatarle el balón. El juez Darío Herrera no vaciló en sancionar el penal, aunque después, de acuerdo al reglamento, escucharía atentamente las indicaciones del VOR, la cabina en la que se administra el VAR, mientras los jugadores chilenos reclamaban que el lateral había tocado el balón, con la esperanza de presionar al juez para que revirtiera la decisión. Finalmente, el esfuerzo fue infructuoso. El árbitro confirmó la falta y Neymar, con maestría, venció a Bravo desde los 12 pasos.
Faltaba más. Apenas dos minutos después. Vinicius Júnior, figura del Real Madrid, se descolgó por la orilla izquierda del ataque brasileño. Isla, el encargado de cubrir esa franja, ni siquiera apareció en la imagen del gol, lo que da cuenta de su mala ubicación en la jugada que empezó, prematuramente, a sentenciar el encuentro. Otra muestra más de que su jornada era absolutamente desafortunada.
Menos apremios
En el segundo tiempo, con el ganador ya resuelto, después de que el dueño de casa ampliara la ventaja con el gol de Philippe Coutinho, otra vez desde los 12 pasos, Isla ya no sufrió más. Eso sí, tampoco generó alguna llegada de riesgo. Se limitó a mantener la posición defensiva y solo sobre el final se animó a acercarse al área del equipo de Tite, aunque sin mayor riesgo.
Isla, como sus compañeros, esperaba íntimamente, que el partido terminara lo antes posible, idealmente, sin más goles en contra, aunque, en el cierre, Richarlison echaba por tierra, también, esa aspiración El ganador estaba decidido y el duelo, para él, ya tenía motivos suficientes como para borrarlo definitivamente de los recuerdos. Ahora tendrá que recomponer fuerzas para el duelo frente a Uruguay, la última esperanza de la Roja de llegar al Mundial de Qatar, al menos desde el repechaje.
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