Hace exactamente 60 años, la Roja iniciaba la ruta que la llevaría a su logro más grande de la historia: el tercer puesto en la Copa del Mundo. Una novela de seis capítulos, con más esperanza que optimismo. Partidos que tuvieron su punto máximo en la definición del bronce ante Yugoslavia.
Los protagonistas de esa gesta narran a El Deportivo los pormenores de cada uno de esos seis encuentros, que terminaron en un histórico bronce para el cuadro que dirigía Fernando Riera. Sergio Navarro (86), Manuel Astorga (84), Jorge Toro (83) y Humberto Cruz (82) cuentan cómo se gestó ese logro, desde el debut ante Suiza hasta el último partido: el triunfo sobre Yugoslavia. Cuatro de los siete sobrevivientes, considerando que aún nos acompañan Braulio Musso (91), Adán Godoy (85), Luis Eyzaguire (82).
Chile 3 Suiza 1 (30/05/1962)
El 30 de mayo, a las 15:00 horas de Chile iniciaba su participación contra Suiza. Una de las naciones que ya había goleado a la Roja en la gira de 1960, cuando los dirigidos de Riera cayeron por 4-2 en Basilea. En el Nacional la historia fue diferente, aunque fueron los visitantes quienes se pusieron en ventaja con el tanto de Rolf Wuethrich. En el final del primer tiempo, Leonel Sánchez logró el empate. En el inicio del segundo lapso, Jaime Ramírez hizo estallar a un recinto repleto, cuando logró el 2-1 a los 51′. Cuatro minutos más tarde, Sánchez puso cifras definitivas. “Fue emocionante esa victoria, era importante empezar con un triunfo. Siempre es complicado el debut, pero nos llevamos la victoria ante un Nacional repleto”, rememora Jorge Toro, titular en ese duelo.
Chile 2 Italia 0 (2/06/1962)
La llamada Batalla de Santiago ocurrió el 2 de junio de ese mismo año, también en el recinto de Ñuñoa. Un partido precedido por una atmósfera muy tensa, luego de un reportaje publicado en el país europeo, previo a la Copa del Mundo, donde hablaban de Chile como “el país de todos los males posibles”.
Para ser precisos, el periódico Il Resto del Carlino publicó lo siguiente: “Esta capital es el símbolo triste de uno de los países subdesarrollados del mundo y afligido por todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria... Bajo estos aspectos Chile es terrible y Santiago su más doliente expresión, tan doliente que pierde en ello sus características de ciudad anónima”.
Midiendo las posibles consecuencias de la afrenta, los jugadores peninsulares entraron a la cancha repartiendo flores a la tribuna, las que fueron devueltas de las gradas.
El encuentro que se caracterizó por mucho roce dentro del campo, también por el histórico combo de Leonel Sánchez a Mario David, defensor de la Azzurra. Jaime Ramírez, a los 73′, y Jorge Toro, cerca del final, dieron el triunfo y la clasificación de Chile a la segunda ronda. “Era un partido importante. Había un diario italiano que hablaba de que a nosotros jugadores se nos había pasado la mano, que podíamos hacer trampa con consumo de drogas. Fue un partido muy importante, pero muy peleado a la vez. Yo hice mi primer gol y fue emocionante”, recuerda el autor del segundo tanto.
RFA 2 Chile 0 (6/06/1962)
Con los cuartos de final asegurados, el equipo de Riera se relajó un poco en la fecha final del Grupo 2, el 6 de junio. Disputó ese tercer duelo con mucha entrega, pero no pudo ante la eficiencia de la República Federal de Alemania. El mismo equipo que había enfrentado en 1960, con victoria de 2-1 para los germanos, en Stuttgart. Al año siguiente volvieron a encontrarse, esta vez en Santiago, donde la Roja ganó 3-1. Sin embargo, en el Mundial no pudieron ante los occidentales que vencieron con tantos de Horst Szymaniak (penal, 21′) y el legendario Uwe Seeler (82′). “Estábamos clasificados y nos tuvimos que enfrentar a un rival muy poderoso. Lo intentamos, pero los alemanes se llevaron la victoria. Un equipo complicado, con muchas estrellas”, explica el capitán Sergio Navarro. El exarquero Manuel Astorga, confirma que “es cierto que hubo muchos cambios, pero estaba plenamente justificado”.
Chile 2 Unión Soviética 1 (10/06/1962)
Después de terminar segundo en su grupo, el cuadro de Fernando Riera debió trasladarse a Arica para enfrentar al equipo soviético, una de las grandes potencias futbolísticas de ese entonces, comandados por su gran figura, el meta Lev Yashin. Ese 10 de junio, el equipo local comenzó en ventaja a los 11 minutos, tras el gol de Sánchez, con un tiro libre que hasta hoy es recordado y asociado a la frase “justicia divina” de Julio Martínez. Pero Igor Chislenko igualó la cuenta para los euroasiáticos, a los 26′. Tres minutos más tarde, un zapatazo de Eladio Rojas desató el delirio en la puerta norte del país. “Ese triunfo fue uno de los más recordados, porque fue el partido que nos sirvió para seguir en carrera en el campeonato. Fue uno de los más celebrados, por eso mismo”, afirma Astorga.
Brasil 4 Chile 2 (13/06/1962)
Tras los festejos en Arica, la selección chilena volvió al Nacional, ahora para enfrentar al campeón del mundo en ese entonces, el 13 de junio. El equipo de Brasil representaba un desafío mayor. Entre 1959 y 1961, ambas selecciones se habían enfrentado en seis ocasiones, todas victorias para la Verdeamarela con algunas sonadas goleadas, como el 7-0 de 1959 y el 4-0 de 1960, ambas en el Maracaná. Esa vez, en la semifinal de la Copa del Mundo, Chile dio pelea, pero no pudo ante el poderío del gigante sudamericano que comenzó en ventaja con dos de Garrincha (9′ y 32′). Toro descontó a los 42 minutos, pero Vavá anotó el tercero, a los 47′. Leonel Sánchez reaccionó con otro descuento, a los 61′, de penal. Pero Vavá mató las pretensiones chilenas a un cuarto de hora del final. “Yo creo que teníamos equipo para ganarle a Brasil, esa es la verdad de las cosas. Sucedieron muchas cosas extrafutbolísticas que hicieron disminuir nuestra capacidad. Lesiones y otras cosas que ocurrieron”, afirma Astorga.
Chile 1 Yugoslavia 0 (16/06/1962)
El 16 de junio de 1962, en el recinto de Ñuñoa, se vivió una de las jornadas más exitosas en la historia el fútbol chileno. El equipo de Riera llegaba tocado tras la derrota ante Brasil y debía definir el tercer puesto ante Yugoslavia, otra de las potencias de ese entonces, que había perdido la final de los Eurocopa de 1960 ante Unión Soviética. Un duelo donde la Roja llegó con lo justo, físicamente hablando. Incluso, terminó con tres lesionados. Sin embargo, aguantó la potencia y el juego físico de los balcánicos. Cuando el duelo ya terminaba, un gol agónico de Eladio Rojas permitió la victoria más celebrada de Chile en los mundiales. “Nos habían hecho tres goles contra Brasil y yo debía entrar a marcar al más grande de los yugoslavos, Drazen Jerkovic, quien medía 1,90 m. y yo 1,63. Y no hizo nada. En ese partido nosotros lo jugamos con todo. Terminamos con ocho jugadores, porque tuvimos tres lesionados: se desgarró Campos al minuto, y después se lastimaron Toro y Manuel Rodríguez. Imagínate lo que corrimos. No había cambios. Cuando terminamos, Eladio Rojas me llevó en andas. Me jugué el partido de mi vida, el único que estuve en ese Mundial”, asegura Humberto Chita Cruz.