Hay formas y formas de perder. Croacia eligió la mejor y, quizás, más decente de ellas. Luchar, sufrir, intentar, pelear. No bajar los brazos. Los balcánicos nunca dejaron de competir y, contra todas las adversidades -como su historia misma- , fueron un dignísimo último escollo para la consagración francesa en Rusia.
A medida que transitaron por la Copa del Mundo, los croatas se hicieron fuertes. Con goles, remontadas, alargues, penales y también buen juego, maravillaron a los fanáticos del fútbol en todo el orbe. También elevaron su confianza. Al punto que llegaron al partido definitivo crecidos, con la moral a tope, sin reparar ni un instante en la merma física por los alargues disputados sucesivamente desde los octavos de final, ni la distancia de jerarquía de los planteles. Dispuestos a todo.
El elenco de la camiseta de cuadros rojiblancos supo sacar máximo provecho de sus recursos. Fortaleza física, orden defensivo, riqueza táctica, potencia. Explotaron sus virtudes con inteligencia, plasmando de buena manera también la claridad estratégica de su entrenador Zlatko Dalic. Y con carácter y convencimiento, disimularon sus falencias. Volviéndose un elenco fuerte, incómodo para cualquiera.
"Estamos tristes, pero muy orgullosos. Hicimos un gran partido, pero todo se nos complicó después del penal", dijo el adiestrador después de la derrota. "No podemos no estar orgullosos. Hay que analizar todo el torneo que hicimos. Cuando vemos lo que hemos hecho es para estar felices. Es un deporte y es la vida", agregó, emocionado. "Dentro de un tiempo nos daremos cuenta de lo que hemos hecho. Y la gente en Croacia seguro está triste, pero eso dará paso al orgullo", cerró el DT.
Por lo mismo, los rostros de todos los derrotados después del partido no era de frustración. Sí de pena y amargura, pero con un evidente dejo de orgullo. Mario Mandzukic parecía tenerlo más claro que los demás y, uno a uno, habló con sus compañeros sobre la cancha. El técnico Dalic secundó a su delantero y, tras juntar a todos sus jugadores en un círculo, realizó algo parecido a una arenga, que terminó con el aplauso de todos los que lo oyeron.
La grandeza croata les permitió quedarse sobre la cancha durante toda la premiación. Felicitar a los ganadores, despedirse de su gente y agradecer por el apoyo recibido. El sueño balcánico chocó con el poderío francés, pero se van de Rusia con el aprecio mundial.
"Duele perder así. La primera falta no es clarísima, el penal es muy, muy dudoso y en verdad con tres tiros te marcan cuatro goles. Duele muchísimo perder así", confesó Ivan Rakitic . "Enamoramos al mundo. Muchos apoyarán ahora a Croacia en el futuro. Duele perder la final, pero sentimos orgullo. Queremos llegar a Croacia para celebrar con nuestra gente", agregó el mediocampista, hidalgo, confirmando el sentir de todo el equipo y, muy probablemente, de todo el país.
Croacia vivió una copa inolvidable, pero no le alcanzó. Se queda, eso sí, con el respeto y la admiración de todo el mundo.