Un inédito duelo de entrenadores del fútbol chileno se vivió la tarde de ayer en el Estadio Nacional. Por un lado, Ariel Holan, al frente de la todopoderosa Universidad Católica, y, por el otro, Rafael Dudamel, comandando a una atribulada Universidad de Chile.

Desde un comienzo, ambos marcaron diferencias. El argentino, con look más relajado: jeans y polera, a lo que luego sumó un chaleco, mientras que el venezolano se presentó de impecable traje. También, existieron notorios contrastes en la locuacidad. El técnico azul siempre se vio muy vehemente en repartir, como buen exarquero, sus instrucciones. “¡No te choques con el central!”, le gritaba a Pablo Aránguiz. “¡No lo sigas, Gonzalo!”, le espetó a Espinoza en otro momento, para que no correteara a los volantes cruzados y no se saliera de la posición.

En tanto, el adiestrador de la UC comenzó sentado en la banca, pero, a poco andar, se paró a entregar algunas instrucciones, principalmente relacionadas con la administración de la salida. Sin embargo, sus recomendaciones las hizo con algo más de discreción que su colega. A ratos, acompañado de una botella de agua, por momentos, se llevó la mano al bolsillo para consultar por su cronómetro. De repente, algún tímido reclamo por alguna decisión del árbitro Roberto Tobar, pero sin perder la compostura.

En el banquillo de los locales, Dudamel puso mucha intensidad, aunque también se cansaba. Ahí, el relevó lo tomó su ayudante Marcos Mathías, quien con la misma potencia de su jefe, recriminaba los numerosos balones perdidos por el colombiano Reinaldo Lenis.

En el segundo tiempo, el ex seleccionador venezolano le dio un amplio y amistoso choque de manos a Beausejour, que fue acompañada de un particular palmetazo en el trasero del lateral.

Holan, mucho más serio, se mantuvo al borde de la cancha tomando agua y lanzando lejos la botella tras una ocasión desperdiciada por Fuenzalida. Tampoco se le vio muy comunicativo con sus colaboradores, salvo para quejarse por alguna situación puntual, donde el utilero recibió la descarga del transandino. O para reclamarle al cuarto árbitro, aunque siempre con mucha mesura. El resto del tiempo, se mantuvo ensimismado, tratando de encontrarle la vuelta a un partido que se le complicaba.

En la cancha, un partido trabado, con poco control del balón y una intensidad que se fue perdiendo con el paso de los minutos. El DT cruzado se tomaba la cabeza en cada ocasión perdida y hacia el final se le acercó Ignacio Saavedra para recibir instruciones, mientras que el adiestrador caribeño no podía creer el gol que se perdió Aránguiz solo frente a un impecable Dituro tras un espectacular carrerón de Lenis.

Los minutos finales se vivieron con tensión y dientes apretados. Ambos se jugaron sus cartas finales para buscar los tres puntos. Sin embargo, ambos debieron conformarse con un empate, que el desenlace del torneo se encargará de poner en su lugar. A juzgar por sus rostros, la paridad le gustó mucho más al venezolano.