El brasileño Wilton Pereira Sampaio da el pitazo final del partido entre Colo Colo y Deportivo Pereira y en el estadio Monumental el silencio se oye. El contrasentido sirve para explicar cómo fueron variando las sensaciones durante una jornada en las que los cuarenta mil espectadores que llegaron al recinto albo pasaron de la ilusión a la decepción total. Otra vez, los albos eran incapaces de superar la ronda de grupos en la Copa Libertadores, el gran objetivo que siempre tienen en mente. Y nuevamente, como pasó frente a Palmeiras, en 2009, y ante Fortaleza, el año pasado, el revés se producía en casa, con todas las condiciones a la mano para que el final fuera feliz.
En Macul, las reacciones van cambiando según el sector del recinto en que se produzcan. En la parte alta, por ejemplo, sacaban la calculadora para determinar las millonarias pérdidas que implicaba quedar en el camino de clubes más importante del continente. “Dejamos plata en la mesa”, se le escuchó lamentarse a un alto ejecutivo de la institución, en relación a las millonarias utilidades que el club dejará de percibir. Solo el ingreso a la Copa Sudamericana equilibró la ecuación y, en cierto sentido, atenuó la decepción. Las caras largas, en todo caso, no variaron.
El dolor del hincha
Los hinchas las emprendieron contra todo lo posible. Verbalmente, hay que consignar, porque la conducta en el recinto albo fue, esta vez, ejemplar. No hubo incidentes y el único apunte en materia de seguridad durante el duelo fue el llamado a dos barristas a bajarse de la cornisa del sector Arica, donde se ubica la Garra Blanca, con una alerta en forma de súplica. “Cuidemos nuestra casa, cuidemos el Monumental”, se escuchó por los altoparlantes. Fue, en efecto, el único foco de tensión en ese sentido.
Los fanáticos iban, eso sí, a buscar una clasificación. Y lo dejaron de manifiesto antes del inicio del duelo. En el sector Cordillera, por ejemplo, se desplegó un lienzo gigante, con un mensaje elocuente hacia los dirigidos de Gustavo Quinteros: “Si están en Colo Colo tienen que salir a ganar”. El transcurso del partido les dio la razón a las aprensiones y, por cierto, aumentó los reproches.
En el tablón albo había dolor. Los hinchas sentían que habían hecho su parte, desde pagar las entradas más caras del año, salir corriendo del trabajo y desafiar al frío, pero que los futbolistas no. Y de la mano esa desilusión, argumentos expuestos a viva voz. Desde la supuesta desidia de los futbolistas hasta el sacrificio que significó pagar los boletos más caros de la temporada para ver en la cancha a un equipo abúlico y sin reacción “Están en Colo Colo”, era la idea fuerza, acompañaba de diversos epítetos y chilenismos. A Quinteros, en tanto, iban dirigidos dardos que procuraban ser más ‘técnicos’: “mete un cambio”, “falta alguien que les meta un pase a los delanteros”, “hasta cuándo hay que aguantar que Damián Pizarro se pierda goles”. Cada ataque y cada opción de gol que se diluía se transformaba en desesperación. Los más drásticos, incluso, se animaban a ponerle fin al ciclo. “Ya no da para más”, decían.
Al final del partido, la tensión fue total. Los seguidores del Cacique le gritaban su enojo a todo el que quisiera escucharle. Otra vez, la falta de actitud de los futbolistas monopolizaba las intervenciones. También había reclamos hacia Blanco y Negro. “Desarmaron el plantel y armaron un equipo de mierda”, se escuchó en la salida del hall central, en el que confluyen los espectadores que asisten a los sectores Rapa Nui y Océano, los más caros del recinto.
La dirigencia, en alerta
Para la dirigencia, la clasificación a la Copa Sudamericana fue un consuelo. Sin embargo, Alfredo Stöhwing, el presidente de la concesionaria que administra al club, procuró empatizar con los seguidores. “Ahora hay que ponerse a pensar en la Sudamericana. El hincha me gritonea con cierta justicia, porque se desahoga, pero uno tiene que tener calma y seguir haciendo las cosas bien. Las cosas no se obtienen de un momento a otro”, explicaba después del duelo. Después, aludía a la falta de recursos para conformar un plantel que pueda pelear en la primera línea continental. “Si uno tuviera más recursos por supuesto que todo sería más fácil. Por lo tanto, hay que combinar los factores de recursos, disponibilidad de jugadores, de cupos, lesiones”, agregaba.
Stöhwing, en efecto, no puso en duda la continuidad de Quinteros, pero hay sectores de la dirigencia que empiezan a tener al entrenador en la mira. No es el único. El gerente deportivo, Daniel Morón, también suma cuestionamientos, que se arrastran desde la conformación del plantel a comienzos de año. Por esos días, se decía que las determinaciones se tomaban en un círculo muy estrecho, sin considerar la opinión del resto de la mesa y las posibles consideraciones que otros actores pudieran aportar. Ahora, con el fracaso a la vista, esas consideraciones vuelven a tomar relevancia. Y en la noche más amarga del Monumental ya comenzaron a hacerse sentir.