A horas de enfrentar a Túnez en el Mundial de balonmano, en Chile asumen el desafío como algo primordial. No quieren apresurarse, pero saben que la revolución ya está en marcha y, si quieren concretarla, deben comenzar demostrando que la brutal victoria frente a Austria no fue una casualidad, una anécdota. El balonmano nacional está cambiando de cara y Erwin Feutchmann, 28 años, parte del ADN de este equipo, explica por qué.

¿Cuáles son las virtudes de esta selección?

Son varias, pero lo principal es nuestra defensa y ataque. En defensa somos agresivos y nos anticipamos, colaboramos mucho entre todos para poder defender bien. En ataque, en cambio, somos variables, tenemos movilidad y así conseguimos que los rivales se muevan con nosotros.

¿Hay un cambio en la forma de pensar de la selección?

No sé. Si le preguntas a cualquier experto, probablemente te decía que era imposible derrotar a Austria, pero nosotros siempre lo creímos. Ese puede ser el cambio que hay.

¿Y qué tanto tiene que ver Mateo Garralda con este cambio?

Mucho. No es fácil salir de una derrota como la que tuvimos frente a Dinamarca, con 23 goles de diferencia, pero lo hicimos en buena parte gracias a su motivación. Cuando terminamos el partido, él destacó las cosas buenas que hicimos, nos levantó para poder olvidarnos de ese primer partido y entrar como lo hicimos frente a Austria.

Frente a Dinamarca, los rivales realizaron lujos excesivos, hasta goles de espalda. ¿Lo toma como una provocación?

No, para nada. Es parte del balonmano actual y es normal que jugadores profesionales, suplentes en su selección, pero de mucha mayor envergadura física que nosotros -porque hay que decirlo: somos más chicos en tamaño- quieran mostrarse frente a nosotros. Pero no, no lo tomamos como ofensa ni nada. Es parte del juego.

¿Cuál es la meta de Chile en este Mundial?

Avanzar a segunda ronda. Si le ganamos a Túnez, estaríamos muy cerca de conseguirlo.

Algo histórico.

Eso sí que sería algo histórico. Sería increíble estar entre los 12 mejores equipos del Mundial, porque, además, demostraría muchas cosas. Para los equipos europeos, que Chile gane, como lo hicimos frente a Austria, es algo anecdótico. Pero si ganamos a Túnez sería distinto.