Era la última oportunidad que tenían los Cavaliers para, al menos, evitar la vergüenza de una barrida. Y, la verdad, es que no estuvieron ni cerca de poder evitar el bochorno frente a un equipo como los Warriors, que se impusieron por 108-85 en Cleveland y cerraron en 4-0 su triunfo en las finales de la NBA ante los Cavs, la escuadra del esforzado, pero solitario, LeBron James.
Los californianos demostraron su categoría de superequipo y confirmaron que ya son una dinastía, pues sumaron su tercer anillo de campeones de la liga en las últimas cuatro temporadas. Y siempre frente a los de Ohio.
Se trata de la novena barrida en la historia de la NBA (desde 1950) y la primera desde 2007, cuando San Antonio Spurs arrasó precisamente con los Cavs. Es, además, la sexta corona para la franquicia. Las dos primeras las obtuvo cuando hacía de local en Filadelfia.
Anoche, si Curry, Durant y compañía vencían por nueve puntos al partir al descanso, al cerrar el tercer cuarto la brecha se hizo escandalosa: 21. Y el silencio del Quicken Loans Arena durante la disputa de este tramo fue la prueba más elocuente de que los locales ya no tenían con qué dar batalla.
A cuatro minutos del final, además, James salió del campo y se despidió de los rivales. Era, quizás, su último partido por los Cavs y el público le agradeció con el grito de MVP. No en vano les dio su única corona, hace dos temporadas.