“Es el Maquiavelo del fútbol”: sicólogo noruego analiza el juego mental de Dibu Martínez en la definición ante Francia
Geir Jordet intenta explicar cada uno de los movimientos del arquero de Argentina en la tanda que terminó dándoles a los transandinos su tercera Copa del Mundo. Afirma que fueron decisivos para el desenlace.
Emiliano Martínez es, a esta hora, uno de los héroes nacionales de Argentina. Es cierto que la presencia de Lionel Messi opaca, en alguna medida, el protagonismo que debería estar teniendo por la decisiva contribución que realizó en la definición por penales ante Francia, en la que contuvo el segundo lanzamiento, a Kingsley Coman, pero también lo es que nadie podrá bajarlo del pedestal en un buen tiempo, por más que en la ceremonia de premiación haya realizado un obsceno gesto con el galardón que recibió como mejor guardameta del torneo.
La actuación de Dibu (la futbolística, no la otra) es objeto de análisis. La efectividad en las definiciones a través de lanzamientos desde los 12 pasos viene siendo una auténtica especialidad. Dio fe de ello en este torneo y también en la Copa América que la Albiceleste ganó en Brasil. Ni la ciencia se escapa a la búsqueda de una explicación que permita entender por qué terminó siendo fundamental en una disputa que, en términos normales, suele favorecer al ejecutante.
Cuestión de cabeza
El sicólogo deportivo noruego Geir Jordet es de los que se animan a intentar probar que el éxito de Martínez en la instancia decisiva de Qatar 2022 no es casualidad. A través de su cuenta en Twitter, el profesional expone un detallado análisis de los movimientos, actitudes y expresiones del guardameta argentino lo que, a su juicio, tuvieron un efecto determinante en sus rivales.
“Argentina es campeona del mundo tras una clase magistral en la tanda de penales. En el centro de su actuación están los juegos mentales del portero Emi Martínez. Martínez dominó a los lanzadores de penales franceses, forzando dos fallos”, postula.
Luego continúa, con más detalle. “Martínez preparó el escenario y se adueñó del área penal desde el principio. Mientras Lloris completaba el lanzamiento de la moneda, Martínez caminó rápidamente hacia el área penal, esperando a que llegara Lloris, como si estuviera dando la bienvenida a un visitante a su propia casa: ‘¡Estás en mi casa ahora!’”, plantea, en relación a la comunicación no verbal que el golero argentino ya había puesto en marcha.
Hay más. Incluso en la aparente cordialidad de Dibu al recibir a sus contrincantes, Jordet observa intención de descolocarlos. “Cuando llega Lloris, Martínez inicia un apretón de manos. Lo mismo con Mbappé. Este es su estilo. Puede ser cálido y encantador al principio, lo que hace que las personas bajen la guardia, dejándolos más vulnerables cuando ataca más tarde. Esta ambigüedad es, en sí misma abusiva, y parte de su estrategia”, expone.
El juego
Las señales que observa Jordet son más. El juego mental incluye hasta al juez. “Al comienzo de la definición, las interrupciones de Martínez son silenciosas y sutiles. Esto es probablemente para conocer al árbitro y sentir dónde se dibuja la línea. Con Mbappé, insta al árbitro a revisar la colocación del balón. El árbitro amablemente obedece y responde con un ‘pulgar hacia arriba’”, explica.
El despliegue ya está en pleno funcionamiento para el penal que llama Coman. “Con Coman, Martínez está presionando un poco más, lo que obliga al árbitro a intervenir cortesmente. Nuevamente, hace que el árbitro verifique la ubicación de la pelota y obtiene una respuesta obediente. Ahora, Martínez sabe que domina el área penal y que puede ponerse a trabajar por completo”, afirma.
Hay, también, una consideración para las efusivas celebraciones de Martínez. “Los porteros rara vez celebran a lo grande después de las paradas de penales. Martínez es una excepción”, sostiene Jordet. Otra vez, explica que la decisión le parece fríamente calculada. “Las investigaciones muestran que las celebraciones grandes e intensas indican confianza, dominio y superioridad, lo que afecta positivamente a los compañeros de equipo y negativamente a los oponentes. Martínez capitaliza al máximo su primera salvada”, apunta.
Y sigue: “Cuando Tchouaméni está arriba, Martínez confía en lo que puede y no puede hacer y ya no es sutil. Primero, simplemente se va con la pelota, como si fuera SUYA. Mientras el árbitro y Tchouaméni esperan, él se toma su tiempo mientras insta a la afición argentina a hacer ruido, describe. La rutina continúa. “Luego, en lugar de entregarle el balón a Tchouaméni, Martínez lo tira, obligando al oponente a buscarlo. La falta de respeto es clara y obvia. Sin sanciones del árbitro. Esto les dice a todos quién manda. Cuando Tchouaméni está listo, Martínez le dedica una sonrisa de suficiencia”, agrega.
Martinez también, al menos en la interpretación de Jordet, protegió a sus compañeros de eventuales arrestos de Lloris en el mismo sentido. “Martínez sabía que Lloris podría dejar de ser amable y usar los juegos mentales de Martínez contra los jugadores argentinos. Por lo tanto, rápidamente agarra la pelota y se la entrega, sin darle a Lloris ninguna oportunidad de copiar su último movimiento”, teoriza. En esa línea, lo califica como “proactivo y eficaz”.
Kolo Muani también resulta ser victima del despliegue. “Con el cuarto lanzador de penales francés, Kolo Muani, Martínez primero parece comunicarse y hace un gesto con un miembro de la banca. Luego dice varias veces ‘¡Te he observado!’. Ahora, la tarjeta amarilla es inevitable, pero demasiado tarde, Martínez básicamente ha ganado”, lo consagra Jordet.
La conclusión del profesional es elocuente. “Los juegos mentales de Emi Martinez son grandes, impredecibles y calculados. Es el Maquiavelo del fútbol y ha estimulado a otros a copiarlo y crear contraataques en su contra”, estima. “Con esta exhibición en el escenario más grande del mundo, tengo curiosidad por ver cómo evolucionará en el futuro”, se anima a proyectar. Ya nada le parece casual.
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