Es muy común en los restaurantes de carretera y las cocinerías económicas que, tras presentar un menú muy limitado o como única alternativa el inveterado plato del día, el dueño del local despache cualquier amago de reclamo con un contundente “es lo que hay”. Quienes hayan levantado una ceja incrédula o hecho un mohín desdeñoso ante la nómina presentada por Reinaldo Rueda para la doble fecha que abre la eliminatoria, deberán comprender que, salvo los tres o cuatro de siempre, el técnico tiene muy poco para armar un equipo potente. Tuvo que hacer malabares.
Tanto, que entre los convocados aparece Andrés Vilches, el empeñoso centrodelantero de Unión La Calera, quien no siempre es titular y no ha tenido un año goleador, aunque tampoco ha sido malo. Digamos, apenas correcto lo de Vilches. Pero a falta de un 9 con la característica precisa, tanto en biotipo como movimientos dentro del área, Vilches es el único jugador chileno que califica. No por rendimiento, no por sus goles, sino por sus características. Es decir, un centrodelantero que parezca centrodelantero. Un ejemplo contundente de la pobreza actual del medio.
Lo mismo Omar Carabalí, el arquero de Colo Colo a préstamo en San Luis. Entra porque los otros hacen todo lo posible por salir. Lo obrado por Fernando De Paul contra Unión Española o el gol que regaló Johnny Herrera frente a la UC, les quitaron mucho piso para ser nominados. Yo creo que Bryan Cortés lo salvó el excelente duelo con Peñarol en el Monumental. También pudo quedar fuera. Es la realidad.
Tomás Alarcón, Guillermo Soto, Jean Meneses, Sebastián Vegas, Francisco Sierralta o Claudio Baeza, ninguno ha tenido una gran actuación con la selección, si es que han jugado, pero son las pocas piezas, por citar nombres casi al azar, con que cuenta Rueda para rodear a Gary Medel, Mauricio Isla, Charles Aránguiz, Arturo Vidal y Alexis Sánchez. La cosa es muy simple, los consagrados que se echen el equipo al hombro y el resto que no desentone y responda con aplicación, compromiso y sudor. Al final, Eduardo Vargas entra porque es Eduardo Vargas, por currículo. Por ahí la emboca. Al contrario, son demasiados los que devolvieron la camiseta roja cuando se las pasaron. Más de 80 jugadores.
Así es que, menos alegatos y más realismo. No estamos para banquetes. Entiendo que el hincha comió mucho y bien durante una década, pero eso ya terminó. No es difícil imaginar a Rueda de delantal, paño colgando del brazo y lápiz en la oreja diciendo “es lo que hay” mientras exhibe un menú que apenas anota un arroz con pollo y unos tallarines con salsa.