Finalizado el partido que significó el título de los Cóndores en el Seven de Viña del Mar, hubo una especie de liberación en el plantel de Edmundo Olfos. Acompañados por sus familiares, amigos, parejas y más cercanos, respondieron a pedidos de fotos, firma de autógrafos y entrevistas. Rodeados de niños y fanáticos que quieren llevarse un recuerdo y ser como los que hoy son sus ídolos; un grupo de deportistas amateurs que tratan de dedicarse al rugby como profesionales.
Una labor de varios años que empieza a rendir sus frutos, así lo describe Francisco Urroz. "Este es un trabajo a largo plazo, lo hemos creído siempre. Es fruto de la perseverancia, venimos con el mismo grupo hace tres o cuatro años. Todos tenemos otras actividades y esto lo hacemos como un hobby. Es una locura dedicarle tanto tiempo por algo que, de pronto, no es muy compatible con la vida de una persona normal en este país. Pero nos encanta y hay un convencimiento en el grupo, porque nos apasiona, ese es el secreto. Los resultados finalmente son los que pagan. La plata no es lo que buscamos, sino que levantar el rugby chileno".
La consagración en Viña era algo que se les venía negando en las últimas ediciones. El coach Olfos, con casi 10 años en el cargo, relata el cambio que se produjo. "Fue clave abstraernos de todas las distracciones que nos rodean. En otros años todo el apoyo de la gente nos ha tirado para arriba y nos ha tirado para abajo, hemos tenido los dos extremos. Queríamos que esta vez nos levantara y para eso era fundamental que el grupo estuviera unido. Había que manejar el tema de los celulares, saber cuándo ponerlos en modo avión, si íbamos a ver los partidos había que estar juntos, porque si empezamos a perder eso de vista, empieza a salir la individualidad y eso jamás será bueno para el equipo".
Uno de los que tiene más tiempo en el plantel es Pedro Pablo Verschae, para quien es aún más especial si cabe esta fecha del calendario por ser viñamarino y jugar en su casa. Él es consciente de la dificultad que implica un año que recién comienza, con un apretado calendario con las fechas de Las Vegas, Vancouver y Hong Kong, sumado al Preolímpico y los Panamericanos de Lima. "Ahora nos tomamos 10 días de vacaciones y después retomamos los entrenamientos a full, concentrados en la Selección. Hay que llegar lo mejor posible a los campeonatos que vienen, que son de primer nivel, y hacer el mejor papel que se pueda. El objetivo es hacerlo bien en Las Vegas y Vancouver, y ganar Hong Kong. Se vienen desafíos tremendos, con rivales que se dedican ciento por ciento a esto. Tendremos entrenar de forma muy dura de aquí a marzo. Un sueño es conseguir la clasificación a Tokio 2020 y daremos todo para eso en el Preolímpico, que se jugará en Santiago".
Felipe Brangier (30 años) es el capitán y referente por su experiencia. Cree que están dejando un legado a las próximas generaciones. "Queremos llegar al profesionalismo, estamos tocando la puerta. Esto sin duda se puede proyectar a la próxima generación; sino, yo no estaría aquí. Soy de los más antiguos en el grupo, soy deportista amateur, profesional en mi día a día en Security, donde trabajo 40 horas a la semana en una oficina y dedico mi tiempo libre a esto. El mensaje, con las acciones que hacemos, es que se puede. Tenemos herramientas para competir a un buen nivel y queremos dejar un buen legado para que los niños se entusiasmen y vean que tienen las posibilidades de competir contra profesionales".
Tras el desahogo con la copa, la totalidad del plantel festejó en privado con los suyos, mientras que algunos optaron después por asistir a la fiesta oficial de cierre del torneo en el hotel O'Higgins de la Ciudad Jardín. Una pequeña licencia. tras las semanas que llevaron a los Cóndores a la cima del seven sudamericano.
El duro camino a Tokio
El seven en los JJ.OO considera 12 cupos. Japón tiene uno asegurado por ser sede y los cuatro mejores de la World Series clasifican automáticamente. Luego, se reserva una para cada una de las seis confederaciones de la World Rugby y el duodécimo es fruto de un repechaje entre 12 equipos. Todas las confederaciones realizarán una eliminatoria que dará un pasaje directo y dos participaciones en el repechaje mundial. En el caso de Sudamérica, se jugará en junio próximo. Y lo mejor: se disputará en Santiago. Lo peor, que juega Argentina.