Será un partido recordado por mucho tiempo. De esos que se graban en la retina de los fanáticos e incluso de los más imparciales. España termina ganándolo. Aprovecha el tiempo suplementario para cerrarlo con dos goles que le permiten vencer a Croacia por 5-3 y meterse en los cuartos de final de la Eurocopa, pero circunscribirse al resultado resultaría mezquino con un equipo balcánico que dio una lección de espíritu de lucha hasta que los ibéricos terminaron pasando la máquina en la adición.
Los hispanos también mostraron espíritu de superación. Era necesario para sobreponerse a un inicio de partido desgraciado. En los 19′, los balcánicos se pusieron en ventaja a través de una acción que no podría describirse de otra forma. Desde la mitad del campo, Pedri retrasó el balón para el arquero Unai Simón. El meta del Athletic de Bilbao, increíblemente, fue incapaz de controlarlo. Un roce lo mandó al fondo de la malla ante la incredulidad del mundo entero. La UEFA se lo adjudicó como autogol. Cuestiones administrativas más o menos, lo cierto es que Croacia lo empezaba ganando, a pesar de que el equipo de Luis Enrique había monopolizado la posesión del balón en el inicio del compromiso.
Los ibéricos, naturalmente, sintieron el golpe. Y, liderado por Luka Modric, Croacia se le fue encima. Sin embargo, tampoco logró traducir ese buen pasaje en goles, más allá de que dispuso de un par de remates, a través de Vlasic y Kovacic.
La tranquilidad, o lo que parecía serlo para La Roja europea, llegaría en los 37′, cuando Pablo Sarabia marcaría la igualdad.
De locos
El segundo tiempo fue, sencillamente, una locura. Doce minutos tardó España en ponerse en ventaja, a través de un cabezazo del defensor César Azpilicueta, quien llegó al ataque en posición de virtual centrodelantero. Luis Enrique y los suyos volvían a respirar tranquilos. De hecho, el entrenador lo gritaba enloquecido. Todo parecía encaminarse. Unai Simón, de hecho, pagaba sus culpas con una gran atajada a Gvardiol que permitía mantener la distancia. En los 76′, Ferrán Torres le ganó un duelo a Gvardiol y marcó el 3-1. Parecía que el partido estaba terminado.
Pocos contaban con el amor propio de los dirigido por Zlatko Dalic ni con las decisiones erradas del técnico español, que no atinó con los cambios y le bajó la intensidad y el nivel a su escuadra. Esa es la mejor definición para resumir cómo el tiempo reglamentario terminó 3-3. En los 84′, Mislav Orsic anotó el 3-2 y puso lo que, hasta ahí, ya era otra cuota de incertidumbre. En el segundo minuto de adición, el extremo del Dinamo Zagreb se transformaría en asistente para que Mario Pasalic anotara un 3-3 que no estaba en ningún cálculo.
España pasa la máquina
España inició el tiempo suplementario con la disposición de liquidarlo como fuera. Antes, eso sí, pasó susto con dos llegadas croatas más, una de Orsic y otra de Kramaric que terminó en otra gran tapada de Simón.
En los 99′, Luis Enrique y los suyos empezaban a respirar más tranquilos. Álvaro Morata controló con el pie derecho y definió con el izquierdo para marcar el 4-3. Al técnico le volvía el alma al cuerpo. Y a sus dirigidos también. Tres minutos después, Mikel Oiarzábal anotaría el 5-3, el gol definitivo. El de la clasificación. España se metía entre los ocho mejores de la Eurocopa. Puede celebrar, aunque también tiene la obligación de tomar lecciones. De lo contrario, puede seguir sufriendo.