Esquemas y la sombra de un representante: el estilo que marca a Jorge Almirón, el flamante DT de Colo Colo
Si bien el dibujo matriz de sus equipos es el 4-3-3, el nuevo entrenador del Cacique no se caza con fundamentalismos y se adapta según las circunstancias. La mejor expresión se vio en 2016, con Lanús. Parte importante de su trayectoria corrió de la mano con el polémico representante Christian Bragarnik, altamente influyente en el fútbol local.
Humo blanco en el Monumental. Luego de que asomara una variopinta lista de nombres para reemplazar a Gustavo Quinteros (desde Luis Zubeldía, hasta Vanderlei Luxemburgo), Colo Colo se decidió por Jorge Almirón. El argentino es el nuevo entrenador del Cacique, en un acuerdo que implica un vínculo de dos temporadas. Contra el tiempo, la directiva de Blanco y Negro finalmente dio con el nuevo DT, toda vez que la próxima semana arranca la pretemporada.
A los 52 años, el oriundo de San Miguel, Buenos Aires, tendrá la primera oportunidad de dirigir en el fútbol chileno, aunque él cuenta con una experiencia en el balompié criollo, en su época de jugador. Fue mediocampista y fichó en 1994 en Santiago Wanderers. Al año siguiente fue campeón de la Segunda División con los porteños, logrando el ascenso a Primera. En 2008 inició su carrera como entrenador, con etapas tanto en Argentina como en el exterior.
La última etapa de Almirón fue al mando de Boca Juniors, uno de los colosos de Sudamérica. Si bien es cierto que alcanzó la final de la Copa Libertadores, no es menos cierto señalar que su estadía no escapó de las críticas porque el juego no convenció tanto a la prensa como a la exigente hinchada xeneize. ¿Cómo es el estilo y la idea futbolística que pregona el transandino, el nuevo inquilino de la banca colocolina?
Para revisar la carrera como DT de Almirón cabe tener presente un aspecto: la ligazón que forjó durante su carrera con Christian Bragarnik, empresario y representante, una de las figuras más polémicas del fútbol argentino y cuya importante influencia está hace años instalada en Chile (en Unión La Calera y Audax Italiano, por citar un par de ejemplos). El exfutbolista era uno de los entrenadores de peso que pertenecían al corral de Bragarnik. De hecho, parte relevante de su trayectoria se ha desarrollado en clubes en donde el mánager tiene o tuvo poder como Defensa y Justicia, Xolos de Tijuana, Godoy Cruz y el Elche de España, en el cual estuvo en dos etapas.
Almirón ya no es representado por Bragarnik. Desde hace un tiempo lo maneja Pablo Del Rio (a través de MVP Group Managment).
Trayectoria y estilo
La mejor etapa de su carrera como técnico sucedió en 2016, dirigiendo a Lanús. En el Granate ganó tres títulos: el torneo de Primera División, la Copa Bicentenario y la Supercopa argentina. El primero de éstos fue notable por superar a un grande y con un marcador expresivo. En el Monumental de River, aplastó 4-0 al San Lorenzo de Pablo Guede. Al año siguiente llevó a Lanús a la final de la Copa Libertadores, instancia en la que cayó ante Gremio. En ese plantel tenía como capitán a Maximiliano Velázquez, su ayudante de campo.
Hay una frase que define el estilo que pregona Almirón: “Me pone mal si mi equipo no se anima a jugar”. Más allá de que las últimas experiencias han sido decepcionantes (con la salvedad de la final de la Libertadores), durante su carrera se percibe una idea matriz permanente. Pregona ser protagonista a través de la tenencia del balón, la elaboración desde el fondo y ser agresivo en ataque. Aunque el dibujo principal es el 4-3-3, no se caza con fundamentalismos. Si se da el caso de usar dos líneas de cuatro o defender con cinco atrás, se adapta. Es discípulo de Ricardo La Volpe.
En una entrevista con el diario argentino La Nación, en 2016, fue consultado sobre su sistema ideal al minuto de asumir en un equipo. “Depende el lugar, la liga. Partiría con el 4-3-3 buscando las características para ese sistema, pero no me encasillo. Me gusta poder adaptar el sistema o la estrategia en función del rival, para ocupar mejor los espacios y tratar de recuperar la pelota lo antes posible. No me encasillo”, manifestó.
El recuerdo más fresco de Almirón fue en Boca, con una etapa de contrastes marcados. Por un lado, llegó a la final de la Libertadores gracias a las definiciones a penales (y un Sergio Romero imperial), pero en el otro tuvo un rendimiento discreto en la competencia local, lo que generó que el club xeneize no clasificara a la edición 2024. Tendrá que conformarse con jugar la Sudamericana. Duró siete meses al mando de los bosteros con un registro de 17 triunfos, 13 empates y 13 derrotas en 43 partidos. Esto arroja un 49,6% de rendimiento. De visita, sacó un 36%. Otra cosa: perdió cuatro de los ocho clásicos dirigidos. Renunció al día siguiente de la derrota con Fluminense, en el Maracaná.
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