Todo es incierto. Las certezas nos abandonaron. No sólo a nosotros, también a colombianos, peruanos, paraguayos y argentinos. Es cierto que algunos lo sobrellevan con una cuota mayor o menor de optimismo, pero el martes puede ocurrir cualquier cosa. Desde que Argentina pierda en cancha su opción de ir a una Copa del Mundo -sería la segunda vez luego de México 70- hasta que Perú clasifique luego de 35 años sin estar en un Mundial, descontando las múltiples posibilidades intermedias.
Lo de Chile, sobra decir, tiene dos caras. Lo bueno es que depende solo de sí: si gana, clasifica. Lo malo es que se juega sus cartas ante Brasil, con todo lo que eso significa. No es la hora de hacer un análisis profundo de lo que ha sido esta etapa del proceso, pero sin duda, pase lo que pase el martes, hay harto paño por cortar: desde resolver cómo enfrentar lo que venga de ahí en adelante -con o sin Mundial- hasta revisar las políticas de trabajo en las divisiones inferiores con el fin de allanar el camino para el surgimiento de una nueva generación tan brillante como la que por estos días inicia el cierre de un ciclo. Ahora bien, lo del martes es imperdible. Cada partido es una película que tiene tantas versiones posibles como analistas.
El Ecuador-Argentina está lejos de ser un trámite para el equipo de Messi. Si bien a los argentinos les cuesta hacerse a la idea de quedar fuera de una Copa del Mundo, hay varios factores que hacen suponer que se trata de un partido de desenlace incierto: a) Desde que derrotó a Chile, Argentina no sabe de triunfos (perdió con Bolivia y empató con Uruguay, Venezuela y Perú). b) Históricamente la altura ha complicado a la selección argentina y específicamente en Quito tiene un registro poco favorable: jugó seis partidos, ganó uno, empató dos y perdió tres. c) Sampaoli aún no encuentra el equipo, al punto que en el duelo con los peruanos jugaron tres debutantes (Gómez, Benedetto y Rigoni). d) El técnico de Ecuador, Jorge Célico, aún no olvida que en 2010 el equipo que dirigía, la Universidad Católica, se fue al descenso luego de perder contra el Emelec de Jorge Sampaoli.
El Perú-Colombia le ofrece al local cierto favoritismo en función de la buena campaña que ha hecho en la segunda ronda de las eliminatorias. De hecho, si solo tomamos los partidos de revancha, es el equipo que ha sacado más puntos después de Brasil, sumando cinco fechas consecutivas sin conocer la derrota.
Juega a favor de los peruanos el hambre que tienen por volver a una Copa del Mundo, el contar con todo el público a su favor en el Nacional de Lima y la fama de pechofríos de los colombianos. Si gana Perú, llega a Rusia. Los cafeteros, en tanto, necesitan puntuar para asegurar un cupo mundialista y para ello tienen el aval de la historia: no pierden un partido en Lima desde hace 34 años, cuando cayeron 2-0 en el camino a México 86.
El Paraguay-Venezuela parece carrera corrida, por la campaña que vienen cumpliendo los paraguayos -que rescataron victorias en Chile y Colombia-, pero ojo con Venezuela, que en su última incursión como visitantes igualaron 1-1 con Argentina.
Sobre Brasil-Chile mejor ni hablar. Solo recordar que hace unos pocos años, en la última Copa del Mundo, los anfitriones la sacaron barata con ese 1-1 que, desde los doce pasos, significó la eliminación chilena. Ahora, sin nada en juego, quizá el monstruo verdeamarela no sea tan bravo como lo pintan.