Tras días de tensión, cuestionamientos y derrotas, el combinado nacional más mediático del mundo, tiene sus primeras sonrisas en Tokio. Lo hace en un partido muy accesible, ante un rival mucho menor: Irán. El equipo de Popovich aprovechó de recuperar sensaciones y jugar a gusto. Vencieron 120 a 66 y dieron espectáculo en la medida de lo posible. El Dream Team mejoró, pero todavía no logra ser esa maquina temible que se espera.
Era el partido para volver a brillar. La derrota ante Francia, las quejas por los planteamientos del mítico coach de los Spurs y las críticas ante la liviandad de las estrellas norteamericanas, tenían a la selección de Estados Unidos en las sombras. Por eso ganar era de suma urgencia.
Y lo lograron de forma inapelable. Dos naciones con niveles totalmente opuestos, condujeron a la lógica. Ya en el primer cuarto estaba todo decidido. El resto fue prácticamente un entrenamiento. Uno donde el más destacado fue Damian Lillard. Gran partido para el base de los Blazzers, quien terminó con 21 puntos, 5 asistencias y dos rebotes.
Ahora la duda es si el juego mostrado hoy es suficiente para los duelos más serios del torneo, porque la realidad es que Irán era uno de los rivales más fáciles del certamen, a años luz de lo que puede hacer Australia, Eslovenia o Canadá. Ahí tendrá que haber otro planteamiento y otras ejecuciones. Esta noche ganaron todos los uno contra uno e hicieron lo que quisieron desde la línea de tres. Pero con defensas más solidas y organizadas, la fórmula puede fallar.
De todas formas Popovich logra calmar un poco las aguas. La victoria ayuda y trae confianza de cara al próximo duelo ante Republica Checa, el último de la fase de grupos. El Dream Team quiere hacer honor a su nombre y trabaja por aquello. Esperan que de aquí en más, solo sea mejora para el que siempre ha sido el equipo más temible del mundo.
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