Desde el 8 de diciembre último, la selección chilena sabía que enfrentaría un doble desafío en Francia 2019: debutar en una Copa del Mundo y hacerlo, además, en un grupo encabezado por Estados Unidos, el rival de Chile, la nación más poderosa de mundo en el fútbol femenino.

No se trata de una posición circunstancial. Es así desde que se disputó el primer Mundial (China 1991), donde el equipo de las barras y estrellas se quedó con la corona. En las seis copas siguientes, agregó otros dos títulos y un subcampeonato. Le fue mal en tres torneos, porque apenas terminó tercero, ubicación con la que la mayoría de las selecciones no se atreven ni a soñar.

En la seis ediciones de los los Juegos Olímpicos en que ha estado presente el fútbol femenino, el asunto no es menos aplastante: se quedó con cuatro medallas de oro y una de bronce. En Río de Janeiro fue su único tropiezo, eliminadas en semifinales por Suecia en tanda de penales (tras igualar 1-1).

No es casualidad. En Estados Unidos es casi una tradición que las mujeres jueguen fútbol desde niñas y, habitualmente, en equipos mixtos hasta los 12 años. Hay competencias tanto escolares como de clubes aficionados y el registro es aplastante: hay más de dos millones jugadoras, cerca de 400 mil de ellas en Enseñanza Media y un número igualmente alto a nivel universitario. Con semejante base, el surgimiento de talentos es una consecuencia natural.

En el plano de la competivitidad reciente, de los últimos 40 partidos disputados por la escuadra de Jill Ellis, solo dos han terminado en derrota, ambos amistosos: uno en 2017 ante Australia, por 0-1 en Seattle, y otro frente a Francia, en enero pasado, por 1-3 en Le Havre.

Así, Ellis se siente más que segura del resultado y la pregunta es el cómo. De acuerdo con el enviado especial de Sports Illustrated, se anticipa algunos cambios respecto de la formación que arrasó por 13-0 a Tailandia, pero la entrenadora nacida en Inglaterra se limita a decir que "conocerán la formación solo cuando la publiquemos antes del partido".

De cualquier modo, no serían extrañas las variaciones, pues en la historia de la Copa del Mundo, Estados Unidos ha perdido apenas cuatro partidos y ha empatado en tres ocasiones. Y en ambos acápites aparecen las suecas, las rivales frente a las cuales cierra su participación en el grupo F.

La confianza entre las jugadoras tampoco es menor. Lindsey Horan, autora de un gol contra las tailandesas, resaltó el poderío ofensivo: "Me gusta pensar que somos el mejor ataque del mundo".

Entre las Rojas, en todo caso, la magnitud del desafío es clara. El año pasado perdieron dos amistosos ante Estados Unidos en California, por 4-0 y 3-0. Yanara Aedo sacó conclusiones: "Aprendimos mucho de esa experiencia; básicamente, que dos segundos de desconcentración puede producir un contraataque y un gol. Así es que tenemos que minimizar esas situaciones y focalizarnos mucho en nuestro plan de juego".

Claves tácticas

Doblar las bandas

EE.UU. usa intensivamente las bandas, por lo que será vital el apoyo de las volantes a las laterales chilenas.

Cuidados en la salida

La resolución veloz resalta en el equipo de Ellis. Así, errar al salir es fatal; más vale un balón reventado que un pase riesgoso.

Buscar el juego aéreo

Pese a que Chile es un equipo bajo, una de sus armas es el balón detenido. La tarea en ataque será compleja: EE.UU. suma cinco duelos sin goles en contra.