Jaime García responde a la llamada de El Deportivo con desgano. Se advierte de inmediato que no lo está pasando bien. Su energía no es la misma que mostraba su faceta más extrovertida, que se transformó en su sello. Todos los equipos de la Primera División contrataron a sus respectivos cuerpos técnicos y él no está en ninguno. Si desde una perspectiva más neutral cuesta explicárselo, considerando el rendimiento que logró con Ñublense, al que incluso condujo hasta la escena internacional, desde el plano íntimo, el entrenador aún no logra entender por qué nadie le llamó. Lo intuye, claro, está, pero se niega a aceptarlo. Todavía más por el daño que está convencido de que le causaron.
A comienzos de septiembre, los Diablos Rojos anunciaron la ruptura de una relación laboral que parecía encaminarse para ser eterna. Duró cinco años, un plazo en que el club volvió a Primera División, se reencontró con el plano internacional y hasta cambió de propietarios. El Profe García, como le llamaban los hinchas, se transformó, virtualmente, en un ícono de la ciudad. Cuando lo despidieron, su nombre llegó a transformarse en trending topic en las redes sociales, por la incredulidad que generó la decisión y la ingratitud que se observaba en ella. La confianza que existía con los anteriores dueños ahora no estaba. Antes del final, ya había algunas señales de la fisura. El rajo se abrió y fue el técnico el que cayó por el despeñadero.
El calvario
Los hinchas no le olvidaron. Hernán Caputto, el heredero del puesto, lo sufrió en cada duelo en el Nelson Oyarzún, sobre todo cuando el nivel del juego y, fundamentalmente, los resultados no cuadraban con las expectativas. En diciembre, acorralado por los fanáticos después de la caída ante Huachipato, respondió con un duro ataque hacia su antecesor, mencionado como paradigma del estilo que pretendían para su escuadra. “¿El indisciplinado de (Jaime) García? El que chupaba con los jugadores”, contestó. El registro se viralizó rápidamente y hubo reacciones de todo tipo. En ese par de segundos, la carrera de García comenzó a verse amenazada. Las disculpas públicas del ex seleccionador juvenil no bastaron para reponer un prestigio que había sido puesto en juego.
El daño ya estaba hecho. García, quien llegó a ser mencionado como posibilidad para las bancas de la Selección y de la U, más allá de que las menciones carecieran de sustento oficial, se quedó finalmente, sin dirigir. “No quiero hablar con nadie. Estoy con pena. Me siento mal y desilusionado. Estoy dedicado a mi madre y nada más. Me ha servido mucho”, responde en el inicio del diálogo con El Deportivo, al que accede después de varias insistencias.
¿Le parece extraño que, después de ser el técnico de moda, finalmente nadie le haya llamado para ofrecerle trabajo?
Están las estadísticas ahí. El proceso en que estoy es de tranquilidad. No estoy preocupado del fútbol. Me arranqué un poco de todo, porque quiero tener paz, tranquilidad. No quiero aparecer en la prensa, tampoco. Estoy desilusionado de eso. Estoy feliz con mi mamá. La vida me puso a mi madre, para cuidarla. Estoy con unos amigos de Suecia.
¿Cuánto cree que le perjudicaron en el plano laboral las palabras que Caputto les dijo a esos hinchas de Ñublense?
No voy a hablar nada. Estoy tratando de estar bien. Si todos se preguntan el por qué (está sin trabajo), yo también. Las estadísticas hablan. De lo que hablan los demás no me puedo hacer cargo. El fútbol es difícil. Ser técnico es difícil y verdad hay una sola. Soy un técnico que ha respetado a todos. Soy de una línea y la respeto. He hecho las cosas bien, súper bien.
¿Siente rabia hacia Caputto?
Estoy feliz. Trato de que se me vaya pasando. El por qué no lo entiendo. Al final, todo se equilibra. La verdad siempre sale a la luz. Si me tocó estar así, respeto. Si mi nombre no fue considerado, lo respeto también. Las razones deben ser futbolísticas. De lo otro no me voy a hacer cargo.
¿Qué piensa de Caputto?
Jamás he estado con él. No tengo nada malo que decir de él. No me corresponde juzgar a nadie. No me corresponde decir nada mal de ese él. Tengo códigos. Verdad hay una. Yo duermo tranquilo.
¿Y de su temporal cesantía, inexplicable, de acuerdo al rendimiento y a las expectativas que había generado su trabajo?
Será para la otra pasada que me tomen en consideración. Es duro, pero no tengo nada malo que decir de nadie.
¿Por qué cree que cayó en desgracia y no le consideraron en ninguna banca?
Me ha pasado la cuenta ser tan frontal. Mientras no le falte el respeto a alguien y no mienta, seguiré siendo igual. Y más por hacer crecer. Mi forma de ser no va a cambiar por plata y por nada. Yo busco objetivos sin agredir ni pasar por encima de nadie. No le hecho mal a nadie. Las estadísticas están ahí. Algo le aporté al fútbol. Lo humano no lo voy a perder nunca. Nunca le falté el respeto a algún dirigente. Desde cadetes he actuado con altura de miras. No me voy a callar nunca. Lo mío es intransable. Los valores de mi familia los voy a respetar siempre.