"Cuando le pasé el banderín con las fotos, el Negro Zape quedó blanco de la impresión". Lo que mostraban esas instantáneas, esa noche de septiembre de 1979, era a jugadores de Colombia la noche anterior acompañados de bellas señoritas en el hotel de concentración. Y formaba parte de una estrategia diseñada por el entonces seleccionador,Luis Santibáñez, y un dirigente, para presionar e intimidar al rival, una invitación para que le facilitara una resultado favorable a Chile. En caso contrario... Quien lo cuenta es Leonardo Véliz, uno de los jugadores que accedió a ejecutar la turbia maniobra (según dice, extendida y habitual en esos tiempos, pero que nunca había sido admitida en alto con tanta claridad).
En 1979, la Copa América no tenía sede única y los partidos se disputaban en los respectivos países. Los equipos se dividían en tres grupos de tres, cuyos ganadores clasificaban a semifinales, donde se les sumaba el campeón vigente. En este caso, Perú. Así, Chile integró el Grupo A, junto a Venezuela y Colombia. Para la última fecha de la fase inicial, la Roja y los cafetaleros se enfrentaban en el Nacional, el 5 de septiembre. El rival llegaba con dos puntos de ventaja tras empatar como visita (0-0) y vencer a la Vinotinto en casa (4-0), además de superar por 1-0 en Bogotá al equipo de Santibáñez, que a su vez había empatado 1-1 en Caracas y goleado 7-0 en Santiago a los llaneros. A Chile le bastaba el triunfo para clasificar por diferencia de gol.
El Chile-Colombia se jugó a estadio lleno. 78.794 espectadores. Para muchos, el encuentro se ganó antes de que comenzara. Cuarenta años después, Leonardo Véliz, titular en ese partido, revela a La Tercera la trama que se urdió para desenfocar a los colombianos. "Fue una verdadera operación comando, una gran maniobra de inteligencia", dice el Pollo.
"En esa época había un único hotel de categoría, que era el Carrera. Tenía piscina en el último piso y ahí concentraban las dos delegaciones. A un dirigente, que planeó hasta la ubicación, se le ocurrió poner a un grupo de mujeres que tenían que hacer un trabajo de distracción y seducción. Y como los colombianos eran califas, varios agarraron papa ahí. La noche previa hubo una fiesta y había tres objetivos. (Pedro) Zape, el arquero; José Ernesto Díaz, que fue el que nos hizo el gol allá; y el otro era Willington Ortiz, la figura del equipo".
En esos tiempos, los jugadores se obsequiaban banderines uno por uno antes del comienzo del partido y el plan era adjuntar fotos comprometedoras de aquella noche de jolgorio para desestabilizar a los rivales. "Me da un poco de vergüenza contarlo, pero era la única forma de aspirar a algo. A nosotros nos sacaban la cresta afuera, nos trataban de meter mujeres o nos ponían cosas en la comida. Incluso, en la ida en Bogotá. Por lo tanto, había que pagarles de la misma manera. Era una especie de ojo por ojo. En Sudamérica, los argentinos, uruguayos, brasileños y paraguayos hacían estas cosas todo el tiempo", asegura el expuntero.
Véliz revela el siguiente diálogo en el camarín: "Santibáñez pregunta quién se atreve a mostrarle la foto al Negro Zape. Salto yo y le respondo: 'yo me atrevo, don Lucho'. Luego, repitió lo mismo para el caso de José Ernesto Díaz y ahí no recuerdo bien qué jugador aceptó. Mientras que el que tenía que entregarle el banderín con las fotos a Willington Ortiz era el Loco Bonvallet".
Otro de los presentes esa noche fue René Valenzuela, quien dice que no entregó uno de los banderines, aunque sí relata detalles. "Yo no fui, pero sí me acuerdo muy bien de que uno de los que entregó el banderín con las fotos fue Bonvallet, que dijo: 'ya, yo lo hago'".
En ese contexto, el exdefensa coincide con Véliz en que el panorama de visitante era sumamente hostil. "Todos hacían triquiñuelas y afortunadamente teníamos un técnico que se anticipaba a todas las acciones de los demás. Él nos advirtió que allá nos iban a tratar de meter mujeres y que tuviéramos mucho cuidado. A nosotros nos intentaron hacer eso en Colombia y verdaderamente había niñas muy hermosas. Era una tentación. En cambio acá, se la hicieron igual a los colombianos. De repente uno dice que ese tipo de cosas no se debe hacer, pero nosotros como jugadores estábamos poco interiorizados hasta que nos pidieron lo de las fotos, la noche anterior", afirma.
El Pollo Véliz caminó donde el portero rival para entregarle el obsequio. "Cuando le pasé el banderín con las fotos, el Negro Zape quedó blanco de la impresión. No así Willington Ortiz, que anduvo cancherando un poco y le dijo a Bonvallet que se cogía a la de la foto y a todas las chilenas que se le cruzaran", desclasifica. Chile ganó 2-0, con goles de Carlos Caszely y Jorge Peredo. "Por el resultado, se podría decir que la estrategia fue efectiva, aunque es difícil saberlo a ciencia cierta", reflexiona.
Zape, la víctima del Pollo, se desempeña hoy como preparador de arqueros. De hecho, trabajó con Reinaldo Rueda en Atlético Nacional. Desde Colombia, ratifica la historia: "No sé si me puse blanco o no. El cuento es el siguiente: ellos nos chantajearon porque, según dijeron, nos habían tomado unas fotos en el hotel en el que estábamos hospedados. Y luego llegaron al Nacional a mostrárnoslas. Creo que hicieron un montaje, pero ellos jugaron bien y no nos ganaron por eso de las fotos. Eso quiero dejarlo claro".
Ortiz, por su parte, adhiere a esta versión. "Ellos nos mandaron unas niñas al hotel, eso es cierto. Luego fue que nos enteramos que formaba parte de un plan bien armado. Ellas nos abordaron y nos pidieron tomarnos esas fotos. No pasó nada más", matiza.
El mítico exjugador colombiano va más allá: "Antes del partido nos vinieron a amenazar con que tenían esas fotos y que las iban a mandar al periódico El Tiempo si no nos dejábamos ganar. Pero nosotros no le pusimos cuidado a eso y salimos a jugar como siempre".
Valenzuela apunta: "Nosotros teníamos un gran equipo, por algo llegamos a la final, aunque algo les pudo haber provocado a los colombianos. De hecho, uno de ellos se hizo el lesionado y pidió cambio (José Ernesto Díaz)". El cafetalero aludido falleció el 4 de mayo de 2002, producto de un infarto mientras jugaba fútbol en Miami. Eduardo Bonvallet puso fin a sus días el 18 de septiembre de 2015.