Falta de liderazgo y un estilo que no cuadra: las culpas que condenan a Jara

Los albos vuelven a caer. La derrota frente a Peñarol los deja últimos en el grupo C de la Copa Libertadores y se suma a una campaña paupérrima a nivel local. El guaraní lidia contra un vestuario que no lo considera un aporte y la dirigencia medita a diario su salida.



Colo Colo cae ante Peñarol y profundiza su crisis. El equipo albo está último en el grupo C de la Copa Libertadores, aunque un triunfo sobre Wilstermann puede clasificarlo a la siguiente ronda o, al menos, dejarlo en la Copa Sudamericana. A nivel local, el panorama es igual de paupérrimo: está penúltimo en la tabla, con apenas nueve puntos, tres más que el colista La Serena. En ninguno de los escenarios, el Cacique muestra siquiera un juego acorde con su identidad histórica y en el club popular se agota la paciencia con la cara más visible: el técnico Gualberto Jara. Poco peso recae en los jugadores, que tampoco han logrado estar a la altura de la institución.

En Macul ya no le creen a Jara. Lejos están los elogios que le prodigaban después de la victoria sobre Athletico Paranaense en un también distante 11 de marzo. En ese momento, hablaban de un estilo más relajado, que había ayudado a descomprimirlos y marcaban distancia con su antecesor, Mario Salas, quien había sido despedido a fines de febrero. “Es mi entrenador, viene a trabajar todos los días con nosotros, nos da las herramientas, está haciendo un trabajo espectacular junto con nosotros para salir de este momento”, lo blindaba, a modo de ejemplo, Pablo Mouche, uno de los pesos pesados del plantel. Hoy, en cambio, el juicio del camarín del Cacique es lapidario: a Jara lo consideran un técnico que no destaca por la entrega de sus conocimientos. No lo perciben como un aporte. O al menos no en el nivel que requiere un plantel que está obligado a pelear por objetivos importantes. Dicen que sus instrucciones son elementales. “Que si un lateral asume un rol en ataque lo debe cubrir un central”, ejemplifica un futbolista desde el plantel. Una instrucción típica de las divisiones inferiores. Ese origen también es visto con desdén.

La dirigencia, que lo ratificó hasta fin de año después de que fracasara el intento por reclutar a Luiz Felipe Scolari, tampoco está tan segura de que la continuidad de Jara sea el mejor camino. En Blanco y Negro apuntan que la permanencia del estratega es una materia de análisis diario entre el presidente Aníbal Mosa, el vicepresidente Marcelo Espina. La derrota frente a Peñarol, que amenaza seriamente la continuidad en la Copa Libertadores refuerza la idea del cambio, que incluso es compartida por el bloque opositor a la gestión del portomontino. La opción de Gustavo Quinteros, quien en Chile logró un título con Universidad Católica, es la que toma más fuerza entre los directivos. Sin embargo, también se instaló el miedo a repetir el fracaso. Hoy, la mesa aprovechará una reunión que estaba citada con antelación para discutir el tema y, probablemente, zanjar el futuro de Jara.

Falta de liderazgo

La personalidad de Jara, que antes era elogiada por su capacidad para aunar voluntades a diferencia del estilo de Mario Salas, quien agotaba a sus dirigidos por su rigidez, ahora también es objeto de críticas. En el Cacique juzgan que al paraguayo le falta carácter, una cualidad clave para manejar un camarín lleno de figuras. Que tampoco lo ha mostrado para zanjar los problemas internos que se produjeron en el equipo durante el receso, como cuando Julio Barroso encaró a Pablo Mouche, uno los seis jugadores que recibirían regalías de Blanco y Negro por conceptos de derechos de imagen y arriendo de pases mientras el plantel dejaba de percibir ingresos por la decisión de pasarlos al seguro de cesantía. Esa vez, Jara negó el conflicto con insistencia. “Lo que los jugadores me demuestran en el día a día es todo lo contrario. Son jugadores que vienen a entrenar con muchas ganas. Se están entrenando muy bien, avanzando en esta tercera fase, sobre todo en lo táctico”, decía una y otra vez. Nunca abordó el lío con propiedad.

La única señal potente de liderazgo que ha aplicado ha sido la marginación de Nicolás Blandi, el principal refuerzo que ficharon los albos, en una operación que significó una inversión superior al millón de dólares. ¿Qué paso? En el entretiempo del partido frente a O’Higgins, el transandino le recriminó delante de todos el mal funcionamiento del equipo, que se traducía en nulas habilitaciones para aprovechar en el ataque, lo que a la larga ha puesto en duda su capacidad delante de la hinchada. El ariete tuvo que llegar a aclarar a través de sus redes sociales que no pensaba en abandonar el Monumental.

Un estilo que no cuadra

Al margen de los resultados y de los cuestionamientos a su manejo, Jara enfrenta otra aprensión que reviste el mismo grado de importancia: Colo Colo muestra un juego que está muy lejos de sus raíces. La prueba más evidente de una propuesta que irrita a sus fanáticos fue la que el equipo popular dio en el duelo ante Athletico Paranaense, en Brasil, en cuyo primer tiempo ni siquiera llegó al arco rival, al margen de que ya antes de los 15′ caía por 2-0. con dos autogoles. Esa tónica también se había dado en partidos del Campeonato Nacional y se repitió ayer en el duelo frente a Peñarol, en el estadio Campeón del Siglo.

Ahí surge otro de los reclamos que se le plantean a Jara: su escasa autocrítica, un reproche que ya pesaba sobre Salas. "El equipo respondió, pero no conseguimos el resultado esperado. Estamos tratando de mejorar el rendimiento individual y nuestro juego colectivo. Estábamos haciendo un buen primer tiempo. Ellos, con dos golazos, ampliaron el marcador. Se cerraron muy bien”, declaró, en una percepción que escasamente se condice con lo que pasó en el campo. E insistió: "“En el primer tiempo trabajamos mejor en campo rival, dando circulación y llegando. Tuvimos un par de situaciones. Nos cuesta, sobre todo porque en el traslado desde la defensa a la zona rival es donde cometemos errores”. Esa confusión hoy lo tiene en el punto de mira.

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