Javier Valdivia recibió una entrada durísima de Evgeny Lovchev. Quedó tendido en el suelo y el árbitro alemán Kurt Tschenscher ni lo dudó: amarilla para el defensa zurdo de la ex Unión Soviética, en el partido que inauguró la Copa del Mundo de México 1970. Fue un 31 de mayo, día en que también el fútbol vio por primera vez una tarjeta en el campo de juego.
Cuatro años después, en Alemania 1974, se conocieron las rojas. Carlos Cazsely tiene ese triste registro. Pero esa es otra historia, porque ahora el protagonista es Lovchev, una gloria del fútbol ruso, oriundo del distrito de Kriukovo, un tipo rudo, que podía desempañarse en el centro de la zaga o como lateral izquierdo. Un futbolista que disputó Juegos Olímpicos y un Mundial, que se cruzó con Chile en un pasaje inolvidable de los registros del balompié nacional.
Porque Lovchev, como bien lo describe él, fue uno de los protagonista de aquel repechaje mítico camino a Alemania 1974, en que la selección chilena superó a la poderosa URSS, un poco por su tesón defensivo (en la ida) y otro poco por las presiones políticas internacionales que impidieron la revancha en un Santiago convulsionado por el golpe militar encabezado por Pinochet.
Los detalles de este cruce se conocen en el país, principalmente, por los relatos locales de quienes lo vivieron. Imágenes (videos y fotos) prácticamente no existen. Son pocas las versiones que provienen desde del frente soviético y de ahí que versión de Lovchev a La Tercera se vuelve doblemente interesante. "Era mi tercer año en la Selección. Estábamos en un proceso de renovación, una mezcla de los más consagrados con futbolistas más jóvenes. Jugamos el primer partido en Moscú y no fue nada publicitado, no sé bien por qué. Nosotros solo sabíamos que había un golpe militar en Chile. La verdad, estábamos seguros de que íbamos a ganar", parte diciendo el exfutbolista desde Moscú, donde además de ser panelista habitual en distintos programas de fútbol, es analista oficial del diario Sovetsky Sport, uno de los más respetados de su nación.
"Había un defensor, Figueroa. Me acuerdo de él, fue algo impresionante como jugó. Tenía piernas especiales y un cabezazo increíble. Fue un partido entre iguales, pero con distintas metas. Ellos defendían, nosotros atacábamos". La referencia a Don Elías es evidente. Ratifica las crónicas de la época que pusieron al extraordinario defensor como el mejor de la cancha. Impasable. Un patrón.
Aquel choque del 26 de septiembre de 1973 terminó 0-0. Elías Figueroa fue gran culpable del traspié soviético, que venía de ser subcampeón de Europa en 1972 (perdió la final ante Alemania, en Bruselas, por 3-0). Tocaba definir todo en Santiago, dos meses después. El Partido de los Valientes quedó atrás y apareció el Partido Fantasma. El 26 de noviembre de 1973, la Unión Soviética no se presentó en el Nacional y se produjo una de las escenas más extravagantes de la historia del fútbol. Chile se formó en la cancha, inició el partido y llegó hasta el arco ruso para que Chamaco Valdés marcara el único gol del partido. Lo irregular es que no había rival en la cancha y la Roja ganó por 1-0, con lo que clasificó a la Copa del Mundo.
¿Cómo cuenta Lovchev este episodio? "Estoy seguro de que si hubiésemos ganado 2, 3 ó 4 a cero, habríamos ido a la revancha en Chile. Pero como empatamos cero a cero y eso coincidió con el golpe en Chile, los políticos nos prohibieron viajar allá", dice. "Yo quería ir. ¡Todos queríamos ir! Pero en el país donde vivíamos, todo lo decidía el Partido. Mucho tiempo después supimos de los jugadores chilenos en su estadio, sin nosotros en el campo, haciéndonos un gol", agrega.
Al recordar ese frustrante día, el condecorado mejor futbolista ruso de 1972, sube la entonación. Y explica que aparte de lo leído y lo contado, nunca vio un video de lo que pasó en el Nacional hasta mucho tiempo después. "¡No teníamos cómo! Nos contaron que fue así. Yo vi las imágenes años después, pero me impresionó igual. En mi caso, lo vi cerca de 20 años después. Nuestro consuelo es que Chile actuó mal en el Mundial de Alemania, fue uno de los peores del torneo", confiesa. Se nota que todavía le duele, aunque él asegura que no.
"Para explicarnos la decisión, desde el Partido nos mostraron imágenes del estadio Nacional. Nos contaban que era un campo de concentración, que había presos ahí. Algo horrible. Hace poco me enteré de que la FIFA propuso a la URSS jugar en un campo neutro al estadio nacional y Chile se negó. Aunque la FIFA también propuso que tanto la ida como la vuelta se jugara en un país neutro", sentencia el excentral.
De este lado de la línea telefónico, además de quien escribe y un traductor, está Leonardo Véliz, titular del compromiso en Moscú. El Pollo no se contiene y comenta: "Debo reconocer la lealtad con que nos enfrentaron los soviéticos en su cancha, sin recurrir a presiones indebidas". "Los futbolistas estamos fuera de la política, pero no fue agradable para nosotros quedar fuera de un Mundial de esa forma", le responde Lovchev. Véliz le pregunta sobre una cena que estaba organizada después del juego, a la que no asistió el combinado local. "Fue la primera vez que probé caviar", le dice el chileno. Después de unos segundos de silencio, el europeo responde sorprendido: "Nunca nos enteramos. No nos avisaron. Es la primera vez que sé de eso. Te ofrezco muchas disculpas por eso", expresa.
Lovchev busca dejar atrás los recuerdos con un deseo de "buena salud" para todos los que jugaron ese repechaje por Chile. También quiere hablar del Mundial de su país, que considera "el mejor de la historia". "Muy buenos estadios, construidos a tiempo. Aeropuertos nuevos en todas las ciudades, calles limpias, todo en orden. Deportivamente, recién en el partido 38 se dio el primer cero a cero, lo que habla de un torneo entretenido. Ha habido muchos partidos increíblemente buenos, varios en la primera ronda, como España-Potugal o México-Alemania", destaca.
Es cierto que el local ya quedó fuera de la carrera, pero el ruso, en su condición de analista, lo reconoce: "No teníamos mucha fe en nuestro equipo. Lo criticábamos mucho. España era mucho mejor que nosotros, pero estaba jugando más o menos. Fue una proeza llegar a cuartos de final", sentencia Lovchev antes de entrar a un programa de televisión donde seguramente nadie le preguntará sobre el Partido de los Valientes ni el Partido Fantasma.