Argentina cae en el debut olímpico frente a Marruecos y estalla. Se trata, con total seguridad, de la primera polémica de París 2024. Los transandinos tienen un motivo concreto para lamentarse: en la primera acción posterior a la larga espera para la reanudación del juego, nada menos que dos horas después, el juez sueco Glenn Nyberg anuló el tanto de Cristian Medina que habría significado el 2-2.
Curiosamente, el debate giró: si hasta ahí los 15 minutos que añadió el juez escandinavo para recuperar el tiempo perdido por los incidentes que habían provocado los hinchas marroquíes después de la igualdad transitoria resultaban útiles para buscar una ventaja, con la determinación final del encargado de aplicar el reglamento se transformaron, mágicamente, en una adición injustificable. Los fantasmas no tardaron en revivir. Si hasta los de Lionel Messi reaparecieron. El astro recurrió a su habitualmente apacible cuenta en Instagram para refutar el cometido referil en una story, con una palabra (”Insólito”) y un emoji de sorpresa.
El reglamento lo avala
Un análisis medianamente serio de lo que aconteció en Saint Etienne, sin embargo, conduce a darle la razón al árbitro escandinavo. En principio, porque la cantidad de minutos que concedió no es antojadiza. Aunque tampoco es efectiva la creencia popular de que hay que añadir, por un ejemplo, un minuto por cada sustitución, sí lo es que en los jueces deben computar criteriosamente el tiempo perdido para después añadirlo en cada período.
En esa línea, un apoyo fundamental es el VOR, la cabina en la que opera el VAR, donde se suele llevar un conteo pormenorizado del tiempo que se perdió, con la finalidad de aportar decididamente a un concepto clave para la evolución en el juego que promueve la FIFA: el tiempo efectivo de juego. Para que quede aún más claro: se cronometra cada detención. Otros actores relevantes en ese propósito son el cuarto y, eventualmente, el quinto árbitro, encargados de anotar pérdidas por lesiones, invasiones, festejos desmedidos y protestas masivas. En la misma lógca entran las demoras de los arqueros al ejecutar saques de meta, sin perjuicio de que las pueda sancionar, también, con la respectiva amonestación.
De hecho, ni siquiera hay que sorprenderse tanto ni recurrir a registros tan rebuscados. Basta remitirse a Qatar 2022 para encontrar la puesta en marcha de una tendencia que, ciertamente, resulta saludable. En el 6-2 de Inglaterra sobre Irán se jugaron 117 minutos y 16 segundos.14 minutos y ocho segundos se agregaron al final de la primera parte. Otros 13 minutos y ocho segundos, al final de la segunda fracción. En ese duelo, la explicación radica en las lesiones: el arquero asiático, Alireza Beiranvand, sufrió un traumatismo en la cabeza.
Un dato adicional: el penalti de Mehdi Taremi, en los 102 minutos y 30 segundos, fue el gol más tardío en un Mundial desde 1966.
Hay más casos. En el empate entre Gales y Estados Unidos e añadieron 14 minutos y 34 segundos. En la victoria de Países Bajos sobre Senegal, 12 minutos y 49 segundos. En el duelo inaugural, entre Qatar y Ecuador, se jugaron 10 minutos y 18 segundos más desde los 90 que contempla el reglamento.
Instrucciones precisas
En el marco del torneo disputado en el emirato, el italiano Pierluigi Collina, máxima autoridad de los árbitros a nivel mundial, había sido claro. Incluso apuntó que la tendencia ya había partido cuatro años, en el Mundial de Rusia. “Recomendamos a nuestros árbitros que sean muy precisos a la hora de calcular el tiempo que hay que añadir al final de cada tiempo para compensar el tiempo perdido por un tipo específico de incidente”, reveló. “Lo que queremos evitar es tener un partido con 42, 43, 44, 45 minutos de juego activo. Esto no es aceptable”, sentenció.
También se refirió a las situaciones específicas. “Siempre que haya un incidente, como una lesión, una sustitución, un penalti, una tarjeta roja o la celebración de un gol, quiero subrayarlo porque es un momento de alegría para un equipo, para el otro quizá no, puede durar un minuto o un minuto y medio”, indicó el icónico exjuez y actual instructor. Incluso hipotetizó. “Así que imagina que en un tiempo se anotan dos o tres goles y es fácil perder cinco o seis minutos y este equipo debe ser compensado al final”, planteó.
Collina no fue el único que se refirió a la situación. También lo hizo Enrique Osses, ex jefe de los jueces chilenos, ahora a cargo del referato mexicano y, por cierto, también instructor del ente rector del fútbol mundial. “Sustituciones, chequeos silenciosos del VAR, posibles lesiones, revisión en la pantalla del VAR”, detalló respecto de las situaciones en que hay que contabilizar el tiempo perdido. Hay un quinto que, en el caso puntual del choque entre argentinos y marroquíes cobra importancia crucial: los imprevistos.
En Chile
En Chile, el criterio también opera hace rato. De hecho, se transformó en una de las banderas de lucha de Roberto Tobar, primero en la etapa final de su carrera activa y, ahora, como presidente de la Comisión de Árbitros. “Yo no privilegio mi postura como árbitro, yo arriesgo, aunque salga perdiendo, para que el fútbol nacional mejore. Es mi vocación. Pongo en riesgo mi arbitraje en función de que nuestro fútbol mejore”, declaró a El Deportivo, después de un duelo entre Colo Colo y la UC en el Monumental, en 2022, en el que el tiempo real de juego se elevó a los 46 minutos, un registro destacable, pero aún lejano de los 65 minutos de balón en movimiento que pretenden en Zúrich.
Ahora, como encargado del área a nivel nacional, Tobar recuerda que hay una orden en ese sentido, que proviene desde lo más alto del fútbol a nivel planetario. “La instrucción es recuperar casi la totalidad del tiempo efectivo que se pierde. Se conversó en FIFA. Se baja la información por instrucción en charlas técnicas”, había declarado.
De hecho, valoró esa situación como una contribución. “Hemos sido fieles a la filosofía del fútbol moderno: le dimos un plus al Torneo Nacional y a la Primera B”, destacó en una entrevista con El Deportivo en junio del año pasado. “Ha aumentado el tiempo efectivo. En 2022, el promedio fue de 48,3 minutos; hoy es de 50,1 por partido. Son casi dos minutos más. Hemos visto partidos mucho más dinámicos. La gente se da cuenta, los dirigentes, los hinchas. Los jugadores también; conversamos con ellos y les gusta esta idea de darle mucha más continuidad y fluidez a nuestro fútbol”, detalló.