Custodió el arco de siete equipos en tres países diferentes y el de varias selecciones menores de la Roja. Se formó en Macul, se hizo mayor en La Cisterna y levantó su único título profesional, la Copa Chile 2017, en su último club, Santiago Wanderers. Felipe Alejandro Núñez Becerra, Felipao, -39 años y 177 centímetros-; el arquero venezolano y chileno que salvó del descenso a Palestino; el pateador de tiros libres y el licenciado en periodismo; el responsable de los diseños de Cerati que vivía el fútbol con vocación de músico, ha citado a La Tercera para anunciar algo oficialmente: "Me retiro".
¿Qué le lleva a retirarse?
Llegó el momento. Empiezan a aparecer señales en el camino. Uno mira para adelante y es muy poca la proyección que ve. Y las opciones que me llegaron para seguir tampoco me llenaban.
¿Le habría gustado despedirse en la cancha?
Sí, puede ser. Sería lo ideal, pero las cosas se fueron dando así. Estoy contento de que mi último club haya sido Wanderers, institución maravillosa a la que pude aportar mi granito de arena para conquistar una Copa Chile. Quizás no tuve una carrera como las grandes estrellas, pero la disfruté al máximo. En el fútbol siempre fui muy pasional y lo viví como lo único.
Después de 17 temporadas, ¿qué le quedó por hacer?
Mi sueño de niño siempre fue llegar a jugar en la Liga española. Eso, además, probablemente habría significado llegar a vestir la camiseta de la Selección adulta, porque estuve en la Sub 20 y en la Sub 23, pero no en la adulta.
¿Su cuenta pendiente?
No sé si cuenta pendiente. Comparo la carrera de futbolista con la de músico. El músico se dedica a la música porque le apasiona y después en el camino a unos les va muy bien, otros son estrellas y otros terminan tocando en el metro. Pero el que es músico lo va a disfrutar igual. Yo lo veo así. Mucha gente me decía: "¿Cómo estás tanto tiempo en Palestino, si el estadio es feo?". Y yo entraba a La Cisterna y creía que estaba en el Camp Nou. Porque me apasionaba mucho el juego. Sé que hubo también una limitante ajena a mi voluntad que era el tema de la estatura; los arqueros que eligen en Europa son todos grandes y yo siempre fui el portero más chico del campeonato.
¿Fue un complejo eso?
Fue un complejo al principio, en el período formativo, porque tuve muchos técnicos que me encontraban bueno, con condiciones, pero aseguraban que yo no iba a poder jugar en Primera porque era muy bajo. Decían: "No, éste cómo va a poder atajar en Primera". Pero es una batalla personal que gané y me siento muy orgulloso.
¿Fue un arquero atípico?
No sé cómo me verá la gente, yo siempre tuve los pies en la tierra. Más allá de las aspiraciones deportivas, nunca me sentí una superestrella. A lo mejor no fui con todos los parámetros que se manejan, pero fui un arquero terrenal.
¿Cómo cree que le recordarán?
Creo que lo hinchas de los equipos donde tuve la fortuna de jugar me van a recordar como un arquero apasionado, respetuoso de la profesión, que trató siempre de hacerlo lo mejor posible.
¿Por qué le cuesta tanto al futbolista dar su opinión sobre temas que trascienden el deporte?
Yo creo que se da, y cada vez más, por todos los intereses económicos que rodean a la actividad.
¿Incomoda a los jugadores compartir camarín con un periodista?
Sí, incomoda, pero al que es desinformado, y al que no te conoce. Recuerdo un día que me invitaron a Juan Pinto Durán. Acababa de hacer mi primer reportaje para un diario de Santiago y cuando iba entrando, una persona que me conocía desde hacía tiempo, me gritó: "¡No dejen entrar a los sapos!". Me lo tomé con humor porque sé cómo he llevado mi carrera, pero la profesión de periodista genera una percepción distinta.
¿Son malintencionados los periodistas deportivos?
Hay de todo. Yo creo que el periodismo, más allá de que sea un ente fiscalizador, se caracterizó siempre por ser respetuoso y utilizar un lenguaje adecuado, pero esta horizontalidad de las plataformas audiovisuales ha hecho que el periodista se equipare con el ciudadano común, como una competencia media perversa, y a veces se traspasen las líneas que corresponden a su rol profesional.
¿Por qué hay tan pocos futbolistas con estudios superiores?
Porque requiere un sacrificio extra, no porque no haya capacidad intelectual. Es por un tema de planificación, de horarios. Un tiempo que puedes dedicar a disfrutar paseando un día que jugaste bien, que es lo normal con 20 ó 22 años, a lo mejor tienes que destinarla a leer un texto que te mandaron. Cada uno tiene sus prioridades.
¿Qué viene después del fútbol?
Siempre me traté de preparar para que cuando me retirara no me pillara sin saber qué hacer. Y hoy día no te puedo decir exactamente qué, porque acabo de poner término a una actividad que fue mi vida por 20 años, pero seguramente voy a cumplir otro rol dentro de esta actividad. No me cierro a ninguna opción.
¿Su mejor momento?
Me quedo con 2008. Pudimos llegar a una final con Palestino después de 20 años. Jugué todos los partidos y lamentablemente me expulsaron en la final. Mal expulsado, por cierto.
¿Y el peor?
Tuvo que haber sido el año siguiente, en 2009, cuando estuvimos a punto de descender. El equipo se desmanteló y estuvimos a un penal de descender.
¿Su atajada favorita?
Me quedo con esa que salvó a Palestino de bajar a Segunda (el último penal de la tanda de Promoción ante San Marcos, en 2009).
¿El mejor arquero que vio?
El mejor que me tocó ver, Claudio Bravo. Admiro a Buffon y Casillas, pero uno que haya jugado contra él y haya dicho: mis respetos, creo que el Tati Buljubasich. Ése sí que parecía imbatible.
¿Un delantero que lo tuviera de casero?
Tiburón Ramos y Gabriel Vargas, cuando jugaban en la UdeC. Y otro que siempre encontré muy bueno, desde su etapa en Santiago Morning, fue Esteban Paredes.
¿El jugador más caballeroso?
Gonzalo Villagra es uno. De los más respetuosos con la actividad.
¿Y el más mala leche?
Es que es muy amplio el término, porque para unos mala leche es el que entra fuerte y para otros el que habla en la cancha.
Dígame uno de cada.
Te puedo decir jugadores mañosos...El Kalule era mañoso dentro de la cancha, pero también un jugador con mucho código.
¿Lo que pasa en la cancha debe quedar en la cancha?, ¿siempre?
Yo creo que sí. Ahora, si es algo muy evidente y toda la gente se da cuenta, no hay nada qué hacer. Algunos reciben palabras discriminatorias, racistas…yo soy muy cuero de chancho en ese sentido. Me han dicho de todo y jamás fui acusando a un jugador de haberme dicho algo en la cancha.
¿Hizo bien Beausejour no denunciando a Orión, entonces?
Conociendo un poco a Beausejour, entiendo su postura. Más allá de que le haya molestado. Lo que pasa en la cancha debe quedar ahí. Pero respeto a la gente que al primer insulto va y lo comunica. Es algo personal.
¿Cuál es su casa futbolística?
Sin duda que dividida entre los años que pasé en Palestino y la formación que hice en Colo Colo. En Colo Colo fueron siete años, y en Palestino, sin imaginármelo, llegué a estar diez y medio.
¿Dónde sintió más rabia, en Palestina o en Venezuela?
Buena pregunta. En Palestina, todo lo que pude palpar me dejó un dejo de tristeza que me llevó mucho tiempo asimilar. Ver una ciudad militarizada en plena zona santa, te hace reflexionar, es fuerte. Y en Venezuela fue triste porque alcancé a agarrar una etapa que era buena para todos. Ver hoy a un país tan rico en recursos naturales, con gente tan culta, cómo olvidar a Andrés Bello, con su capital humano emigrando, también es duro.
¿Qué piensa un chileno nacido en Caracas cuando se habla de cerrar puertas a los venezolanos?
Nosotros fuimos inmigrantes en Venezuela cuando en Chile se vivía el proceso inverso, pero también fuimos conscientes de que teníamos que ser un aporte a la sociedad en todo sentido. No se trata de cerrar las fronteras, sino de poner ciertas normas. Hemos visto casos de personas que no venían a trabajar, y en eso soy tajante, y vale también para los chilenos que van afuera; si vas a otro lado tienes que ser un aporte, si no, quédate en tu casa.
¿El mejor técnico que tuvo?
Varios. Gustavo Benítez, por su calidad humana; tácticamente Piojo Herrera, que si bien no me dirigió directamente, yo trabajaba con ellos en Atlante, en México; Nicolás Córdova, por su preparación; y Julio Rodríguez, que fue muy importante en mi formación.
¿Y el peor?
Yo creo que ya ni se acuerdan de él. Un técnico que tuve como seis meses y que en realidad creo que ni siquiera era técnico.
¿Habla de Guede?
No. Me guardo el nombre.
El 4 de septiembre de 2014, el mismo día que muere su ídolo Cerati, se produce su renuncia a Palestino. ¿Qué le dolió más?
Fue un día particular. No sé qué fue más doloroso. En la noche me había quedado reflexionando sobre Palestino y dije: "No va más". Por un tema de dignidad personal, ni siquiera estamos hablando de lo deportivo. Hay veces que uno tiene que tomar decisiones. Aguantar la humillación, aguantar el maltrato, o bien quedar a la deriva profesionalmente pero tranquilo con uno mismo. Y yo elegí eso. En la mañana estaba decidido y al mediodía, gente que sabe que soy fanático de Cerati, me llama para decirme que había fallecido Gustavo. Fue una mixtura medio extraña, pero un día que no voy a olvidar nunca.
¿Qué sucedió con Guede?
No gastaría tiempo en hablar de él. Hay una frase muy buena que dice: el tiempo pone a cada persona en su lugar. Yo estoy tranquilo con mi actuar. Queda de manifiesto que en el mundo en que vivimos a nadie le interesa cómo se consiguen las cosas, sino sólo los resultados. Entonces, yo me reservo esa opinión. Lo que tuve que decir en su momento, ya lo dije.
Maltrato es algo muy serio.
Yo no estoy acusando, estoy describiendo una sensación que tuve.
¿Y no puede ser más preciso?
Es que hay cosas que son universales y cualquier persona puede entender. Yo me sentí así. Te podrán decir exagerado o no exagerado, pero tuve muchos técnicos, trabajé con mucha gente que se equivocaba y uno lo entendía porque es parte de la profesión adaptarse, pero hay cosas que para mí son intransables en la vida. Y justo se dieron en ese momento.
¿Cuáles son esas cosas?
Mira, me quedo tranquilo conmigo mismo al ser consecuente con lo que trato de transmitirle a mis hijos. Independiente de que uno siempre se está equivocando, hay formas y formas. Y como te digo, tuve como 14 técnicos y a todos les guardo cariño. Pero en esa situación puntual no fue así.
¿Prefiere guardarse los detalles?
Sí, me los guardo.
Dice que el tiempo pone a cada uno en su lugar. ¿En qué lugar pondrá el tiempo a Pablo Guede?
No lo sé. Yo estoy tranquilo. Mi círculo cercano sabe lo que soy, me quieren, los quiero, y eso para mí tiene mayor valor que otras cosas que a lo mejor son más valoradas por otros.
¿Cómo titularía, como periodista, el retiro de Felipe Núñez?
Se va un apasionado del arco. Ni más ni menos.