Mientras se terminan las vacaciones y Santiago luce semidesierto, Fernando González (Santiago, 29 de julio de 1980) se mueve en varios frentes. De hecho, la cita con La Tercera comienza en su escuela en Vitacura, continúa en una connotada sastrería a pocas cuadras, donde se prueba el traje para la fiesta de su matrimonio, y culmina con un café, agua mineral y una paila de huevo, muy cerca de ahí.
“Lo más contento que me tiene es ser papá. Te lo describen, pero cuando lo vives te das cuenta de que tus expectativas quedaron cortas. Mi hijo mayor tiene tres años y la menor va a cumplir un año y medio. Es un momento intenso, de mucho amor, agotador. A veces uno quiere que crezcan, pero no quieres. Entonces, es de contradicciones a su vez. Por otro lado, me casé en diciembre pasado y ahora en marzo vamos a hacer la fiesta grande con los invitados de Argentina y, sumado a todos los partidos que voy a jugar, estoy feliz por todo”, resume. Sin ir más lejos, ayer comenzó su gira de despedida en Coquimbo frente al argentino José Acasuso, antes de tomar rumbo a Miami.
¿Cómo está para su gira por Chile?
En Chile había jugado en pocos lugares. Terminé saturado de la vida del tenista, pero el tenis nunca me dejó de gustar. Ahora me da una razón muy buena para entrenar, ya que me costaba tener esa constancia. Así que estoy muy contento.
¿Tiene más o menos claro lo que hará en Miami?
No. Lo claro que tengo es que cuando uno tiene hijos los planes cambian, sobre todo a mi edad. Tengo 42 años y a lo mejor estoy viviendo la etapa que vive la gente en promedio hace 10 años, pero es la prioridad estar con mis hijos. Allá voy a estar más tranquilo. Además, el invierno no es tan crudo como en Santiago, donde también hay smog. Voy sin nada claro aún; abierto a hacer cosas, pero sin ningún apuro. Ahí vamos viendo cómo va el camino.
También se hablaba de la opción de una academia.
No me cierro a hacerla, pero no voy con esa idea inmediata. O sea, puede que ocurra, sí, pero estoy viviendo más el día a día. Me encantaría entrenar chicos, pero en el tema de los viajes estoy más limitado por una opción de vida y en la etapa en que estoy.
A propósito de que estamos en un lugar público y la gente lo observa. ¿Puede caminar tranquilo en Santiago?
Sí, ha cambiado a como era hace 10 o 15 años. Uno igual se siente observado. A mí me gusta ir a lugares, caminar y hacer cosas como el resto del mundo. Se valora mucho igual que, cuando se acercan y te dicen “me gusta el tenis gracias a ti o a ustedes”, mejor dicho, por la generación de la que veníamos con Massú y Ríos. Siempre la gente ha sido muy respetuosa conmigo.
A propósito de Massú y Ríos, ¿en qué lugar se pone en ese podio de los grandes tenistas?
Al final del día los números mandan. Obviamente a todos nos gustaría ser mejores y reconocidos. A mí me gusta el reconocimiento, pero no es algo que necesite. Los números mandan, el Chino fue número uno del mundo, yo fui cinco y el Nico llegó a ser nueve, pero también hay otras cosas que la gente no ve, como el récord en grand slams. Para mí era súper importante llegar bien a los grand slams, pero no soy yo el que tiene que poner en qué lugar del podio está cada uno. Ojalá en 10 años más lleguen unos cinco tenistas más a la discusión...
¿Cuál era el jugador con el que más le molestaba jugar?
Depende en qué sentido. Fuera de lo tenístico, Stepanek, y no soy el único. El 2021 jugamos en Londres, me ganó, y cuando le di la mano le dije “primera vez que me da gusto jugar contra ti”, y se cagaba de la risa, porque él usaba eso. Les pregunté a varios y me decían que le querían pegar, y el compadre es tranquilo. Yo era sangre caliente para jugar, pero no me metía con el rival. Ahí era inevitable.
O como Bogomolov en Australia contra usted...
Todos tenemos tejado de vidrio, pero los tenistas en general somos así, pocas veces te metes con el rival. Bogomolov me ganó el partido, pero él se comió la multa.
Se dice mucho que los tenistas son buenos para el carrete. ¿Es un mito?
No solo los tenistas, los futbolistas también. Vienen a Chile, están 10 días y carretean siete. Entonces, se van con la fama de que son ultra mega carreteros. Por otro lado, los tenistas somos intensos: ganaste, perdiste, te vas fracasado o con éxito, vas para arriba o para abajo. Entonces, tienes la oportunidad de carretear, vas nomás. Es como “me lo merezco porque he entrenado y he jugado mucho”, pero si lo vez en la balanza en la media de la edad se carretea poco.
A propósito, ¿cuál es el trago que más le gusta?
El vino, lejos. El espumante, igual. El pisco con Coca Cola nunca me ha gustado, prefiero el pisco con bebida blanca. Recién después de los 30 tomé piscola.
¿Le hubiera gustado hacer algo distinto en su momento?
Es que, si lo hubiese hecho, hubiese dejado de hacer lo otro. Para mí no era tema que los amigos se fueran todo el verano de vacaciones o estar en verano entrenando a las 3 de la tarde… bueno, era lo que me tocó. También tenía la ilusión de “oye, esta carrera es corta y a lo mejor puedo tener la posibilidad de pagar cuentas sin tener la necesidad de trabajar”. La verdad que en su momento uno se queja mucho. Era terrible estar un domingo antes de un torneo y llamabas por teléfono, se pagaba por minuto, y los amigos estaban en una asado, y decían “dile al Feña que venga”, pero yo estaba en un hotel.
¿Y en los asados cómo anda?
Ahora que estuve en Argentina, soy mejor comedor de asados que asador. Siempre entraña o asado de tira. Menos mal que estaba entrenando allá.
Cambiando de tema, ¿cuántas veces le han ofrecido ser candidato a algún cargo?
Más de alguna. Me han llamado, me han tanteado...
¿Qué le han ofrecido?
Me han tanteado para varios cargos. Pero la conversación llegaba hasta ahí, porque como deportista tendría costos personales y no es una ambición que tengo. Nunca voy a cerrar la puerta. Quizás es una opción para 30 años más, pero hoy no.
Usted salió de la Corporación Santiago 2023 justo con el cambio de gobierno. ¿Qué ocurrió ahí?
No fue por el cambio de gobierno ni nada, sino que fue por el tema de los tiempos. Fue justo en la época en que fui papá, mi hijo nació prematuro. Yo ya venía hablando la renuncia desde antes. Además, yo estaba en el puesto de los deportistas. Se sabía de antes. La otra vez hablamos y les dije que, para lo que necesiten, aquí estoy.
¿Y no lo llamaron para ser embajador como a Massú?
No he tenido acercamientos.
¿Y le gustaría?
Claro. Depende de lo que hay que hacer. Yo siempre estoy disponible, siempre he sido prodeporte. Antes hacía muchas más cosas, pero ahora tengo algunas limitaciones. Para mí el tiempo es sagrado porque tengo hijos chicos.
¿Cuántas cosas ha tenido que aprender con la paternidad?
Cambio pañales desde el día 1. Uno ya tiene mucha más cancha. Al principio, mi hijo pesaba dos kilos y se me acalambraba el brazo al tenerlo por la tensión que ponía. Uno se va relajando, viene el segundo hijo y no le da la misma atención, porque el mayor reclama, pero es un mundo maravilloso. Y también está que nosotros somos deportistas, uno les compra juguetes, pero hay que explicarles que cada vez que uno sale no puede estar comprándoles cosas. Ayer nos pusimos a jugar con una caja y una sandía, le empecé a mostrar que había un mono que se llamaba Cocomelon y que estaba durmiendo. Entonces, empecé a inventar una historia porque, como está el mundo hoy por hoy, la gente cree que lo soluciona comprando cosas. Y por otro lado, está el celular, te ven todo el día con el celular... Uno tiene que guardarlo, porque si no ¿cómo voy a pedirle que no esté con una pantalla si yo estoy con el celular? El primer control tiene que ser de uno, y es complicado porque uno trabaja con el teléfono. Los límites los pone uno. Y además hay que estar alineado con tu pareja. Es todo una estrategia y gracias a Dios tenemos tiempo para dedicarles.
¿Y qué me dice del momento de los tenistas chilenos. Por ejemplo, Alejandro Tabilo?
Desde afuera y sin profundizar mucho, viene un momento duro al que se tiene que adaptar, una defensa de puntos importante que quieras o no lo vas a sentir. Tiene el nivel, ya llegó ahí y si se va, va a volver y puede seguir mejorando.
Christian Garin...
En el caso de Garin, lástima que Wimbledon no le dio puntos, porque sino no estaría esperando entrar a algunos torneos, lo que es un estrés después de haber estado tan arriba. Tiene aspectos para seguir mejorando. Su lenguaje corporal es muy criticable, pero viéndolo como tenista, cuando él se pone a competir es muy buen competidor. El tipo tiene una gran velocidad de pelota, recupera muy bien… Digo que es cuestionable porque a la gente no le gusta y se critica. Es un gran jugador, tiene 26 años y puede jugar 10 años más a un nivel muy alto. No se ha podido ajustar a los cambios de entrenador o el entrenador a él. Ahora está con el Gringo (Andrés Schneiter), del que tengo una gran opinión y es amigo mío, pero a mí me gustaría que hubiera una visión distinta. Cuando terminé con De la Peña me fui con un gringo (Larry Stefanki), después con un australiano (Darren Cahill) que no pude y de ahí con Martín Rodríguez. A lo que voy es que una vueltecita por el mundo para que vean tu tenis no estaría mal. Recuerdo que Mark Woodford estaba entrenando voleas a Djokovic. No estoy diciendo que no deba seguir con su entrenador, pero sí creo que debería incorporar otra visión.
¿Y Jarry?
A Jarry le ha costado un poco echar andar la máquina, tuvo una buena semana en Río, ganándole a Musetti. Barrios también viene bien. Son jugadores jóvenes que tienen para estar más arriba.
¿Cómo se imagina en 10 años más?
Con canas y no tan guatón (ríe). Creo que una de las cosas importantes es el equilibrio personal. Más allá de formar una familia, lo más importante es la formación de los hijos. Más allá de que sean grandes profesionales, debe haber un equilibrio, porque ¿de qué sirve ser un gran profesional si tienes carencias en lo valórico? Eso sí, me veo ligado al deporte.
¿Se ve regresando a Chile?
Nosotros nos vamos, pero no dejo ningún trabajo acá; sigo en la universidad. Tenemos la libertad… Nunca había estado viviendo tanto tiempo en Chile, amo a mi país, pero ahora tengo hijos. En invierno es complicado, pero este es mi país, tengo a mis amigos y voy a estar buscando excusas para venir. Va a ser la base y también mi señora es de Argentina, estuvimos en enero allá. Me va a llegar una opción laboral, se analizarán los pros, los contras. Y en la universidad estoy feliz, ahí hay un propósito importante. que es posicionar al deporte, y ojalá otros los hagan también. Pero respondiendo a tu pregunta, estoy feliz; estoy chocho.