Fernando Zampedri: “A los 18 años le dije a mi papá que el fútbol era muy cruel y que no quería seguir jugando”
En 2020 llegó a la UC luego de estar casi un año sin jugar, producto de una lesión que se complicó mucho más de la cuenta. Se demoró algunos meses en convencer al hincha, pero una vez que llegaron los goles, no paró de anotar hasta inscribir su nombre con letras doradas. Así se forjó el sueño del Toro de Chajarí, nuevo goleador histórico de Universidad Católica.
Fernando Zampedri (36 años) alcanza el estatus máximo en la UC. Su último gol a Universidad de Chile lo eleva a la categoría de goleador histórico del club.
¿Cómo vivió el gol 119?
El momento queda en la historia. El hincha, toda la gente con la que compartimos el día a día en el club y mi familia, venía esperando este momento. Que se diera en un clásico fue algo para desahogar, para disfrutarlo con todas las ganas del mundo.
¿De joven pensaba que llegaría tan lejos?
Mis días eran totalmente diferentes. Iba a trabajar con mi viejo al campo, con animales. Lo ayudaba mucho a él. Después compartía con mis amigos del pueblo y seguía entrenando en 1° de Mayo, que es el club donde fui por primera vez a jugar. Ahí llegó la posibilidad de llegar a Rafaela y empezar a vivir lo que era el fútbol profesional.
Pero antes de Rafaela dio varios pasos en falso, incluyendo uno por Italia, ¿cómo fue esa experiencia?
Hoy lo recuerdo como algo totalmente increíble. Me había ido a Italia con 17 años recién cumplidos. Me fui solo, con mi valija. Llegar a Italia fue inolvidable. Estuve tres meses en el club Venecia. En ese momento desciende a Tercera División. Ahí mi papá ya tenía que ir para firmar los papeles porque era menor y había quedado, iba a empezar a jugar ahí. Pero desciende el equipo y hubo un quilombo en el club. Yo todavía no había firmado nada, se me vencía la estadía y nadie se hacía cargo de mí. Tuve que salir a buscar a alguna persona que me pudiera acercar a Sudamérica. Conocí a un tipo en una cancha y le pedí por favor. Me dijo que me podía pagar los boletos y llevarme a Uruguay, a un club que estaba gerenciando, que era Juventud de Las Piedras, pero me tenía que quedar a jugar ahí para ver si podía salir la ciudadanía y volver a Italia. Entonces cuando me dijo que me llevaba a Uruguay... estoy pasando el charco, a nada de mi pueblo. Dije, esta es mi oportunidad para volver.
¿Pero se quedó en Uruguay?
Estuve siete meses ahí. Yo creo que fue un poco en agradecimiento hacia la persona que me llevó. Llegó diciembre, fue una experiencia muy linda, pero no quería saber nada más de esto. Me fui a mi casa, llegué y le dije a mi papá que el fútbol era muy difícil, muy cruel, muy duro, que no quería seguir. Seguí jugando por diversión, porque uno ama el fútbol, pero lo profesional era muy difícil. Había que hacer cosas que a veces uno no está preparado. Entonces seguí jugando ahí en el club de mi pueblo, empecé a trabajar con mi papá, hasta que llegó el día de ir a Rafaela.
¿Qué le dijo su padre?
Me entendió, porque me vio sufrir. Yo era un nene, tenía 17 años. Me abrazó, me acuerdo, y me dijo que estaba bien. Pasó un año, un año y medio hasta que llegué a Rafaela.
¿Le costó en su llegada al profesionalismo?
Me costó mucho. Cuando llegué a Rafaela estaba en Segunda División. A los 19 años debuté. El club estaba pasando un buen momento. El segundo año jugamos la promoción contra Gimnasia de La Plata, donde de local habíamos ganado 3-0 y de visita perdimos 0-3. Nos quedó una sensación muy amarga. El siguiente año volvimos a jugar la promoción contra el mismo equipo. Ganamos 1-0 de local y perdimos 2-1 de visita. Ahí el club decidió enviarme préstamo y fui a un club de tercera categoría, Sportivo Belgrano de San Francisco. Ahí conocí a mi señora. Tuve un proceso largo por Tercera y Segunda antes de llegar a Primera.
Ahí tuvo campañas disímiles, pero logró ser goleador en algunos clubes...
En Juventud Unida, también en Brown había salido goleador de la competencia. Después me tocó ascender con Sportivo Belgrano a Segunda, me tocó también ascender con Cruzeiro del Norte a Segunda. Gracias a Dios en los clubes que estuve siempre peleamos el título. Pero me costaba mucho escalar para subir a Primera.
¿Y cómo fue esa llegada?
Hice una buena pretemporada. Arranqué en Tucumán jugando contra Racing de local e hice el gol del triunfo. Lo veía como algo increíble. En Argentina el fútbol es tan fuerte que mueves algo y hay tres jugadores. Para llegar a Primera tenía que ser mejor que los de Tercera y Segunda. Y llegar y hacer un gol en primer partido fue algo increíble. Era mirar para atrás y ver todo el esfuerzo que uno hizo era... cómo paga el esfuerzo. Era increíble. Ahí tenía 27 años.
Ud. llegó a Primera División con 27 años y hoy comparte con chicos que llegan a los 18, ¿qué consejos les da?
Le tratamos de hablar mucho y enseñar. Les exigimos también, porque es parte de este deporte, pero cada uno tiene una carrera muy distinta al otro. Son distintas experiencias que le vamos contando a los chicos para que entiendan cómo es el fútbol. Hay muchas frustraciones y pocas alegrías. Uno cuando ya entra en este deporte no se hace tanto por diversión sino que hay mucho detrás. Los fanáticos quieren ganar todos los partidos, el club quiere ganar todos los partidos y uno entra en el rol de que eres el que gana los partidos, el jugador, y es difícil poder disfrutarlo. Lo que tratamos es hacer entender un poco a los chicos que van a existir derrotas, también triunfos, y saber cómo tomar eso. Es lo que más les preocupa, cómo ir creciendo porque el talento lo tiene cada uno.
¿Cuándo llegó a Tucumán sintió que era su techo?
Cuando estaba Tucumán, en el primer año jugamos Copa Libertadores. Enfrentamos a equipos grandes como Palmeiras. Y en el primer partido que jugué contra ellos hice un gol. Entonces pensaba que hay que seguir trabajando, luchando, creciendo. La única forma que yo veía de seguir por ese camino era mirar para atrás y entender todo lo que me costó. Pero también saber que para adelante me iba a costar más porque la exigencia de Primera División era el triple de lo que yo tenía antes. Entonces me propuse seguir trabajando, seguir creciendo y seguir intentándolo todos los días. Eso llevó a que pudiera llegar a Rosario Central, ser campeón ahí y después llegar a Católica.
En Central conoció a Alfonso Parot...
A Ponchito cuando lo conocí nos hicimos grandes amigos. Me contaba que él venía de Universidad Católica, que era su casa, que debutó acá y tantos años que estuvo, cuántos títulos tenía y lo familiar que era Católica, cómo te tratan. Después unos familiares de él me decían que yo era el indicado, que si venía a la UC iba a hacer muchísimos goles, que era el 9 ideal para Católica. Nos reíamos. Al final terminó siendo real.
¿Le costó en su llegada a la UC? Venía lesionado y recibió algunas críticas...
Recuerdo que la UC se empezó a interesar en mí en diciembre de 2019, cuando me llamó Ariel Holan. Le habían preguntado docenas de veces a Alfonso por mí, a ver cómo estaba y él contestaba que yo ya estaba para jugar. No era la verdad, pero las ganas que tenía de que yo venga lo llevaban a contestar que yo ya estaba en condiciones. Me faltaban dos meses de recuperación todavía. Me había operado el tobillo y tenía un tiempo prolongado de mi recuperación, pero me faltaba. Aún así, Católica apostó por mí y se decidió en contratarme. Llegué acá y me terminé recuperando en San Carlos. Me costó, porque eran casi 10 meses sin jugar. Pero el club estaba preparado, los dirigentes sabían que iba a haber una mejora. Bancaron esa situación. Después me fui involucrando mucho más y creciendo en el equipo. Se fue dando todo más fácil.
Aún así, logró anotar en su debut en el Campeonato Nacional...
Recuerdo que en ese partido después vi que la gente decía que erraba muchos goles. Terminé haciendo al 92 uno de taco y fue algo lindo. Pero también me acuerdo que después entré al camarín y yo estaba caliente porque había errado tres situaciones. Era normal en mí enojarme y no haber disfrutado el primer gol de tantos.
¿Su gol a Internacional en la Copa Libertadores cambió su historia en la UC?
Lindo gol. Nos sirvió para clasificar a Sudamericana. Hubo un cambio en la forma de tratarme y fue para mejor.
¿Cuál es su mejor gol en Universidad Católica?
El gol de chilena a la U. Lo dije ese día, fue un chilenazo, porque nos dio los tres puntos, le ganamos al clásico rival en su cancha, contra su gente. Fue el gol más lindo y que no se esperaba la gente.
¿Cuáles son sus metas tras romper el récord?
Por el momento me proyecto para el año que viene, quiero seguir creciendo y aumentando la cifra de goles. Después cuando inicia la temporada se plantean objetivos nuevos. Ahora primero hay que terminar entrando en una copa. Seguramente que seguiré por muchos años más en el club, de eso no cabe duda.
¿Siente que ahora lo tratan como una leyenda en el club?
Sentía que había tantas ganas de que supere el récord. Sabía que en algún momento iba a llegar. Esta semana fue diferente porque ya te dicen ‘Hola, histórico’. Ya te hablan de otras cosas que a uno le pone la piel de gallina y por ahí no cae, es difícil entender. Esta semana fue maravillosa. La cantidad de cosas que hizo el club, mi familia, mi señora, la gente de prensa para que yo me sienta bien fue increíble.
Está cerca de transformarse en el primer pentagoleador del fútbol chileno...
El otro día hablaba con mi señora de que ya se cumplió la meta de ser goleador histórico y ya tengo la otra meta que es salir cinco años goleador del torneo... no salgo de una que ya entro en otra. Eso te lleva a conseguir cosas importantes, estar siempre enchufado, queriendo conseguir algo nuevo, eso es muy lindo. Ojalá que se pueda dar en el plazo que me queda a mí como jugador en el club, quiero conseguir algo en el estadio nuevo que sea internacional.
¿Se refiere a llegar lejos en Libertadores?
Sí, o conseguir una Copa Sudamericana. Sería algo soñado y en el estadio nuevo.
¿Cambia el estatus del club con el estadio?
Un cambio va a haber, totalmente. Este es un club que está creciendo todos los días, nunca se queda en lo mismo, siempre crece todos los días. El estadio obviamente que le va a dar un plus a todo. Espero que se pueda dar el conseguir algo internacional.
¿Cuál es el arquero al que más le cuesta anotar?
Yo creo que al arquero al que me ha costado más convertirle es Brayan Cortés, si no me equivoco. A él le convertí dos, uno de penal y uno de cabeza.
¿Y el defensor que más lo ha complicado?
Maximiliano Falcón. Nos buscamos en los roces fuertes y siempre que nos enfrentamos pasan cosas. Después, en el día a día, me llevo muy bien con Cortés y muy bien con Falcón.
¿Qué le parece que los tres grandes estén en la parte alta?
Es lindo. Que estén en los clubes grandes peleando el torneo significa que la liga está fuerte. Espero que el próximo año nosotros podamos hacernos fuertes, ser protagonistas y conseguir el título.
¿Qué opina de que el Campeonato Nacional pueda definirse en el Tribunal de Disciplina?
No opino sobre el tema porque no lo sé.
¿Se imagina jugando por la Roja?
El año que viene se puede dar. Si yo puedo aportar un granito de arena, bienvenido.
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