Este domingo, a las 17.00, Dominic Thiem (27 años y número tres del mundo) y Alexander Zverev (23 años y séptimo del planeta) se enfrentarán en el estadio Arthur Ashe para definir al monarca del US Open. Dos tenistas en constante ascenso y con la misma ilusión de conquistar su primer grand slam. El que gane será el primer jugador nacido en los 90 que logre un major.
Fuera de la cancha también habrá otro duelo atractivo: el de los entrenadores. Nicolás Massú (40) ante David Ferrer (38), dos tenistas que fueron reconocidos por su espíritu de lucha y superación cuando estaban dentro del rectángulo.
Desde que el chileno dirige al austriaco (comenzó en febrero de 2019), su pupilo ha llegado a tres finales de grand slam (Roland Garros, Australia y la de hoy) y ha mejorado notablemente en canchas duras. De hecho, ganó en 2019 el Masters 1.000 de Indian Wells, los ATP 500 de Viena y Beijing y perdió en la definición en las Finales de Londres.
“Es increíble cómo ha hecho que mi tenis alcance un estatus superior”, comentó Thiem en una entrevista con la ATP acerca del rendimiento que le ha sacado Massú, quien a su vez se reconoce como un estudioso del tenis.
Por su parte, Ferrer, otrora número dos del mundo, se hizo cargo de un alemán que transitaba por la incertidumbre y que intentaba salir a flote después del quiebre que tuvo con su manager de toda la vida, el chileno Patricio Apey, un conflicto que llegó a los tribunales. El representante lo demandó.
El español comenzó a trabajar en julio con su nuevo pupilo, quien a poco andar se mostró encantado por los avances que ha logrado. “Como entrenador es exactamente como era en la cancha. No puedo pedir más. Era conocido como el competidor más grande del mundo. Está superando todas las expectativas que tenía de él como entrenador. Es asombroso. Trabajar con Ferrer es genial. Honestamente, tengo que decir que esta asociación es hasta ahora una de las mejores que he tenido”, reconoció Zverev.
Justamente, en el partido de semifinales ante Pablo Carreño, Sascha remontó dos sets en contra para instalarse en la final, algo que nunca había conseguido en su carrera. Y lo hizo mostrando una actitud que antes era difícil de encontrar.
En el circuito, Massú y Ferrer se encontraron solo en tres ocasiones, definidas en tres sets; dos victorias para el valenciano (Montecarlo 2006 y Bastad 2007) y una para el viñamarino (Umag 2009), resultados que reflejan el fragor de una batalla que esta tarde se repetirá al borde de la pista.