La escena aún permanece imborrable para todos los que allí estuvieron. En la cuarta etapa de la Vuelta de Chile de este año, que ascendió Farellones en más de 120 kilómetros en sube y baja, después de tres horas de competencia, un hombre cruza la meta y se desploma. Los asistentes corren a socorrerlo.
Elongaciones, masajes en las piernas. El ciclista permanece en el suelo aquejumbrado por los terribles calambres de la exigente prueba. Se trata de Luis Santander, de 54 años, el más viejo que compitió en esta ocasión. Al quitarse el casco y los lentes, sus cinco décadas se aprecian de inmediato.
Santander es hoy probablemente una de las glorias vigentes con más años en el ciclismo nacional. Su fascinación por el pedal nació hace ya décadas, pero fue en esta Vuelta (ha competido en otras) donde su nombre más resonó. No por resultados, sino por su entrega a la hora de escalar.
Pese a la edad y cualquier razonable excusa, Luis fue parte importante del team Quinta Normal-Canata- Faser, donde participó y apoyó, junto a exponentes de la mitad de su edad. "Mi sueño es terminar la Vuelta de Chile, ese mi objetivo, y ahora estoy a un paso de conseguirlo. No me importa el tiempo, ni la posición. Sería una emoción muy grande poder terminar estos cinco días, y ahora estoy a un paso", decía aquel momento, en que llegó a la cumbre. Sin embargo, su distancia de tiempo lo dejó descalificado.
Paradójicamente, esta empinada ruta que antes subía incluso corriendo, esta vez le dijo "no". Al menos, no para seguir compitiendo. Las reglas son las reglas. Y los héroes son los héroes. Y Luis lo es del deporte.