Felipe Brangier (28) aún se emociona al recordar su ensayo, una conquista impensada, convertida hace una semana ni más ni menos que a los All Blacks 7, los referentes absolutos del deporte de la ovalada, incluso en la modalidad reducida. Rememora así su hazaña: "Venía de otra jugada, cansado. Me reposicioné, pero quedé fuera de mi puesto. Mi compañero, como buen amigo, cubrió mi espacio y yo estuve ahí, por esas cosas del juego, de la vida. Seguí lo que dice el manual: si das el balón sigue a tu compañero como apoyo. A él lo taclearon y me dio el pase, así que corrí hacia la línea de ingoal. Ahí vi que venían por mí, recibí el tacle, lo aguanté y me giré en el suelo par ganar metros". El resto es historia conocida.

En aquella ocasión, como siempre, Brangier besó su índice y apuntó al cielo. "Lo hago siempre, cada vez que entro a la cancha o anoto. Es en honor a mi amigo y compañero de equipo en el Country Club, Santiago Fuenzalida, que falleció por un accidente automovilístico en 2008. Es la estrella que tengo arriba", explica.

Ha pasado una semana desde aquella victoria, pero la emoción del capitán de los Cóndores 7 se mantiene intacta; se expresa como un niño entusiasta. Es tanto, que llega a posicionar el logro como "el try más importante en la historia del rugby chileno". Y puede ser, pues nunca una selección logró imponerse al poderío de los oceánicos -extraterrestres de este deporte, verdaderas bestias- y sólo una vez lograron apoyar el balón sobre su ingoal. "Pueden decir que no era el equipo titular de Nueva Zelanda, pero son los All Blacks igual, son jugadores de proyección. Esa camiseta pesa mucho, no se la entregan a cualquiera".

Está claro que Brangier atesorará esta historia para siempre. Más aún porque la épica la consiguió justo el día de su cumpleaños. "Bromeando, les dije a mis compañeros que si hacíamos un try, hicieran correr el balón hasta que me llegara y anotara yo. Nunca pensé que iba a pasar", asegura.

Chile sólo se había enfrentado en dos ocasiones a los All Blacks 7. La primera fue en 2001, cuando chocaron por la Copa del Mundo de Argentina. Allí, cayeron los suyos por 33-0. Luego, en 2007, se encontraron en la fecha americana del World Rugby Seven de San Diego, EEUU, donde fueron superados por 43-5.

Y ahora, un decenio después, en el campeonato invitacional de Silicon Valley, los Cóndores se enfrentaron en el debut por el grupo C contra los neozelandeses.Esta vez no miraron hacia atrás. Y Brangier, como líder del equipo, debió guiar a sus compañeros en la batalla. "Les dije que debíamos confiar en lo que hemos hecho. En los últimos tres años este equipo ha conseguido muchas cosas y nuestro primer gran objetivo está puesto en una medalla en los Panamericanos de Lima, en 2019".

Ese día fue de hazañas de principio a fin. Tras la primera victoria, Los Cóndores enfrentaron a Tonga, otra potencia de la disciplina, a quienes aplastaron por 39-0. En la fase grupal, sólo cayeron frente a Estados Unidos (29-21), que terminó más tarde peleando la final con Australia. Se impusieron también a Japón (24-10), cayeron en la semifinal frente a los Aussies (27-0), y en la pelea por el tercer puesto fueron doblegados por Inglaterra (31-12). Todos los partidos los disputaron contra selecciones del primer orden.

En un café de Las Condes, Brangier, lejos de vestir de corto o deportivo, luce como un ejecutivo más del barrio Sanhattan; de traje y corbata. Para poder dar esta entrevista, el referente del equipo debió hacer una pausa en su rutina y aprovechar la hora de almuerzo para conversar. "Es así siempre. Lo bueno es que en mi trabajo me han apoyado mucho. Tengo la suerte que valoran el deporte, porque si no, no hubiese podido seguir este proceso". Malaya, como le apodan todos, es ejecutivo de la compañía Vida Security.

El forward ha visto cómo su deporte poco a poco comienza a cosechar logros, siendo él parte fundamental de un plantel que año a año se renueva. "Sí, soy el más viejo del equipo. Es un poco incómodo, porque todos los viejos tenemos que cuidar mucho el puesto, pues se está pensando en la proyección. Muchos de los compañeros con los que comenzamos ya no están, por decisiones técnicas o dirigenciales, pero los chicos que han llegado se han acoplado muy bien", explica.

En Chile, el rugby a siete goza de un estatus distinto del de su hermano mayor, el de a quince. Al ser una disciplina olímpica desde Río 2016, los recursos y las gestiones por esta especialidad son distintas. Mucho más enfocadas. Felipe cree que el apoyo al rugby reducido es la fórmula ideal para que el deporte crezca en su globalidad. "Ésta es la manera, porque si crece el seven, de por sí va a chorrear al quince. Se ha demostrado en otros países, como Kenia, Japón, Estados Unidos... Éste es un deporte que ocupa la mitad de los recursos y es mucho más fácil acortar esa brecha que existe con las grandes potencias", explica.

Confía en que éste sea el comienzo de una nueva historia para los Cóndores 7, que de a poco están sumando experiencia y, sobre todo logros, que es mejor. Malaya no deja de agradecer: "Estuve tres meses sin jugar, por una lesión en la rodilla. Todo esto es soñado". Palabra de Cóndor.