Francia da otra muestra de carácter
Los galos vencieron a Uruguay 0-2 y se instalaron en las semifinales del Mundial después de 12 años. Varane y Griezmann anotaron los goles del partido.
La ficha: Uru-Fra (0-2)
Uruguay: Muslera; Cáceres, Giménez, Godín, Laxalt; Nández (74', Urretaviscaya), Torreira, Vecino, Bentancur (59', Rodríguez); Stuani (59', Gómez), Suárez. DT: O. Tabárez.
Francia: Lloris; Pavard, Varane, Umtiti, Hernández; Kanté, Pogba, Tolisso (80', Nzonzi), Mbappé (88', Dembelé), Giroud, Griezmann (90+3', Fekir). DT: D. Deschamps.
Goles: 0-1, 40', Varane cabecea en el área tras un tiro libre de Griezmann; 0-2, 61', Griezmann remata desde 25 metros y Muslera, en un error grosero, no puede contenerlo.
Árbitro: D. Pitana (Arg). Amonestó a Bentancur, Rodríguez (Sue), Hernández, Mbappé (Fra).
Estadio Nizhny Novgorod. Asistieron 43.319 espectadores.
Esta vez no hubo milagro. Uruguay chocó con el poderío de Francia y sus propios errores y se despidió de la Copa del Mundo. Los galos, acusados antes de llegar a Rusia de falta de carácter, dieron otra prueba de suficiencia ante un rival que no regaló nada y que dejó la piel sobre la cancha. Pero con la seriedad que han mostrado en todo el campeonato y arrimados a esa dupla compuesta por Pogba y Kanté, los europeos vuelven a una semifinal de la Copa del Mundo tras 12 años. El 2-0 final en favor del equipo de Deschamps fue el más fiel reflejo entre un equipo que siempre quiso ganar el partido y otro que buscó resistir la mayor parte del duelo y sorprender con un contragolpe que esta vez no apareció.
Predecible, Uruguay entró a pelear el partido. Si generalmente desprecia la posesión, ante los europeos decididamente decidió ceder la iniciativaUna situación agudizada por la ausencia de Cavani, lesionado. Suárez, sin su socio ideal, quedó aislado y lejos de cualquier posibilidad de entrar en contacto con el juego. Stuani, el otro eventual atacante que dispuso Tabárez, se instaló derechamente como un quinto mediocampista para achicar espacio y cortar líneas de pases. La resistencia estaba planteada en el mediocampo, tomando nota de lo que había ocurrido con Argentina, que dio pista libre en amplias zonas de la cancha.
Esta trinchera preparada por los charrúas le quitó velocidad a Francia. No sólo espacio de maniobra. Con tantos obstáculos, se le hacía difícil a Mbappé y Griezmann arrancar. Giroud, el nominal centrodelantero no entraba en juego y caía en la red impuesta por Giménez y Godín. Ni siquiera el empuje de Pogba y Tolisso le permitía a los galos someter al rival, que cumplía con la misión de no permitir líneas de pase cerca del área. Apenas una aparición de Mbappé, quien definió horrible cuando estaba solo en el área, inquietó al fondo sudamericano.
El partido, planteado en esas circunstancias, estaba hecho para Uruguay, que no rehuía de la lucha y la refriega. Francia, más acostumbrado al juego de salón, de poco roce, no podía acercarse a Muslera. Apenas algunos centros que nunca encontraban un receptor. Godín y Giménez no tenían mayores problemas y Muslera era un mero espectador. El punto es que tamaño armado defensivo no encontraba respiro al otro lado de la cancha, porque la pelota volvía rápido. Suárez sencillamente no tenía influencia alguna.
El primer tiempo transitaba irremediablemente por la meseta de la igualdad cuando Griezmann le dio un pase a la cabeza de Varane, quien anticipándose a Stuani, desvió la trayectoria y dejó sin opción a Muslera. La resistencia charrúa se resquebrajaba con un argumento inesperado, en el que muchos ni siquiera se atreven a discutir. Pero que ya en este Mundial había dado signos de debilidad. Portugal, en la ronda anterior, a través de Pepe, les había convertido a la salida de un tiro de esquina. Comenzaba otro partido. Justamente el que no quería Uruguay.
Porque en desventaja, al equipo de Tabárez le costaba un mundo dar tres pases seguidos en campo rival. A ratos pudo posicionar a los laterales cerca del área francesas para lanzar algunos envíos aéreos. Pero todos se perdieron en la cabeza de Varane o Umtiti. Y cuando no estuvieron los centrales, apareció la figura de Lloris para ahogar el grito de gol de Cáceres, con una atajada sensacional. En el rebote, Godín se lo perdería solo debajo del arco. Sería la gran chance para igualar.
Si todo estaba cuesta arriba para la Celeste, Muslera enterraría cualquier opción de seguir con vida con un error de cálculo mortal. Un remate potente de Griezmann no pudo ser controlado por el portero, quien quedaría pasado y en su deseo por dar un paso al costado para regresar a la posición, permitió que el balón se escurriera entre sus manos. Ahí se acabó el partido. Ahí se acabó el sueño uruguayo de igualar lo de Sudáfrica. Esta vez no habría milagro. Sin Cavani, la misión era compleja. Y ante Francia, un rival que no te perdona nada y no parece achicarse ante nadie, resultó letal. La ilusión del fútbol uruguayo chocó con la cruda realidad.
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