Encontrar el equilibrio entre las demandas de la maternidad y el alto rendimiento deportivo es a lo que apunta Francisca Crovetto. Y ganar una medalla en Los Ángeles 2028 para que lo vea su hijo.
“Confío en que ser mamá me hará entender la vida con otro panorama y que será un plus para la competencia”, dice a La Tercera, en esta entrevista que concede la primera campeona olímpica en la historia de Chile desde París.
En el Centro de Tiro de Chatearoux, Crovetto definió el oro del tiro skeet en una definición muy tensa contra la británica Amber Rutter, quien celebró la medalla de plata junto a su hijo Tommy, de tres meses: “Amber me decía antes de la premiación que tuviera hijos, que es lo mejor; ella es una inspiración para las deportistas que queremos ser madres”.
En esta conversación, la deportista de 34 años pasa por varios temas. En uno de estos, incluso, critica la manera en que se controlan las armas de fuego en Chile, porque asegura que la legislación actual afecta el desarrollo de su deporte. “Estamos cada día peor. Si las nuevas restricciones hubieran existido antes, mi papá no me habría podido pasar una escopeta en el club cuando yo tenía diez años; el tiro skeet es uno de los deportes que tiene las normas de seguridad más rigurosas”.
¿Ya se da cuenta que su vida cambió para siempre?
¿No? (risas) ¿No? O sea... No, para nada.
O sea, mira. Me vine dos meses a Italia a entrenar con Christian (Eleuteri, su entrenador) antes de venirnos acá a Chateauroux. Antes de viajar, conversaba con Juan, mi marido, en el living de la casa. Y le decía, ¡Ay, qué pasa si me va mal! Porque yo entendía un poco que si me iba bien podía suceder algo importante. En los Juegos Panamericanos me fue súper, mi vida continuó un poco más distinta, no sé, la gente empezó a reconocerme un poco más en la calle, pero mi vida... me gusta mucho mi vida normal, soy muy de la cotidianidad y soy muy casera. Pero sí sentía que esto podía tener una repercusión mayor. No le he tomado aún el peso, no he pensado que mi vida vaya a cambiar. Y tampoco quiero que sea así. Me encanta mi vida, me encanta mi gente y quiero seguir siendo la Francisca de siempre. Pasó algo bacán en el mundo del deporte y estoy feliz, pero... la vida también sigue y si me hubiese ido mal, seguiría también. Como dice Cristian en italiano si torna a casa lo stesso. Como sea que vaya, siempre se retorna a la casa.
Habrá más interés mediático en usted, sus niveles de popularidad aumentaron mucho...
Yo eso lo agradezco muchísimo. Creo que Santiago 2023 nos ayudó a soñar en grande. Que los chilenos se conectaron con esa chispita de la victoria. Independiente de si era oro, plata o estabas en una final. Vi un Estadio Nacional de atletismo lleno y alentando a deportistas que quizás no iban de los primeros. Ese honor y esa garra de la hinchada que no tiene que ver con el exitismo del momento, creo que ayudó. Estoy súper contenta de que este gran logro le ayude a Chile a saber que se puede. Que desde el último rincón del mundo uno puede construir campeones olímpicos.
Contándola a usted, existen tres personas en la historia de Chile que ganaron un oro olímpico. Nicolás Massú, Fernando González, Francisca Crovetto. Siendo parte de esa lista, ¿cómo imagina el futuro?
Lo imagino con la incertidumbre que nos trae a todos los seres humanos el futuro porque no sabemos qué va a pasar y con la firme convicción y voluntad de atesorar cada momento que está sucediendo hoy sin querer anticipar lo que venga, como viviendo cada día a la vez, como también lo hice antes de llegar a este oro olímpico.
¿Qué significa este logro para las mujeres chilenas?
Es espectacular. Yo siento que el deporte femenino ha ido ayudando a emparejar la cancha y a demostrarle a las mujeres chilenas que uno puede soñar con ser levantadora de pesas, hacer karate, jugar balonmano, fútbol. Después de lo que hizo Marlene Ahrens, tantos años después una mujer chilena se volvió a subir a un podio olímpico y esta vez ganando un oro, quiere decir que las mujeres y que los seres humanos en general pueden. Que nada es imposible.
Históricamente, en Chile, el deporte femenino ha estado en desventaja. ¿Cree que con su oro esto pueda cambiar?
Creo que nos da una tribuna gigantesca a todas mis compañeras. Ya se había pavimentado un poco el camino con lo que ha hecho Kristel Köbrich, la Vale Toro, la Pepa Moya, la Pau Vega de tenis que mesa que ya ha estado en varios Juegos. Hace que vayamos acortando la brecha y ganando cobertura, porque eso es tremendamente importante. Lo que no se comunica no se conoce, y es bueno que la gente sepa que existe el deporte femenino y que las niñas no solo tienen que hacer gimnasia y natación artística.
La final del tiro skeet tuvo un lindo momento, con su rival Amber Rutter celebrando la medalla de plata con su hijo de tres meses en brazos...
Lo primero antes de celebrar en cualquier competencia es abrazar a la que salió segunda. Después uno se pone a celebrar con el staff técnico o con el público, pero yo sabía que Amber tuvo a su primer hijo en abril y la verdad es que es una tremenda referencia para todas las tiradoras y deportistas olímpicas que estamos pensando en ser mamá. Ese es mi próximo objetivo personal. Uno pensaría que una vez que terminan los Juegos Olímpicos hay que pensar en el embarazo para que todo coincida y llegar a los próximos con el hijo más grande, pero ella lo tuvo muy poco tiempo antes se subirse a un podio olímpico en gran nivel. Es una inspiración total verla con su guagüita.
¿Hablaron sobre embarazo y el alto rendimiento?
Justo en el momento en que nos estaban pasando las banderas y estábamos todavía en el campo de tiro antes de la premiación, le dije lo mucho que me inspiraba y me dijo: ‘¡Have babies! (ten bebés) Es lo mejor que hay, por favor hazlo’.
Entonces, el sueño para Los Ángeles 2028 es… ¿ganar otra medalla y que lo vea su hijo?
Sí, me encantaría, es nuestro objetivo. Es difícil en términos logísticos porque Chile está muy lejos de todo. En el tiro, la mayoría de las competencias están en Europa y Asia, entonces tenemos que tomar muchos aviones son muchas horas de jet lag. Ahí las europeas tienen ventaja, pueden llegar a las competencias en auto o tras vuelos cortos, o dejan unos días a los hijos con el marido. Viajar con guagua lo hará todo más complicado, pero eso no quiere decir que no se pueda. También las gringas son mamás y medallistas olímpicas. Los Ángeles ya está más cerca que París en términos de distancia y ya tengo a toda mi familia y amigos que van a querer ir a verme intentar defender un título olímpico. No me queda otra que tener guagua y clasificar (risas).
¿Y existen miedos cuando imagina la maternidad? Aparte de esos temas logísticos, ¿a qué le teme?
Sí que existen, porque cambia totalmente la rutina como deportista de alto rendimiento. Durante décadas he estado súper enfocada en lo que yo necesito, en lo que a mí me hace bien, y ahora habrá otra persona que va a depender de mí y que ya no voy a ser la prioridad ni el centro de atención. Encontrar ese equilibrio será un gran desafío. Tengo muy buenas amigas que fueron deportistas y que son mamás, y que me dicen que la maternidad te ayuda a entender la vida desde otro panorama y que finalmente es un plus a la hora de vivir de la competencia. Confío en eso. Con Juan lo haremos en familia y en equipo.
¿Es el tiro al vuelo un deporte de elite?
Yo diría que no. Hay que entender que hay muchas personas que les gusta la caza de tórtolas y perdices en la época de cacería que es de abril a agosto. Y cuando la temporada se termina, quieren seguir apretando el gatillo y oliendo la pólvora. Así pasan a disparar los platillos y ya dejan de cazar, o bien lo reservan para alguna salida de fines de semana. Entonces es un deporte que en los campos de Chile está siempre presente, gente que tiene la máquina que lanza los platos y disparan sin necesariamente tener una cancha de tiro como la que vemos en París. También es cierto que es un deporte caro, además de la escopeta necesitas los platos y los cartuchos y cada insumo no es reutilizable.
¿Usted caza animales?
No, no me gusta la cacería, pero no tengo nada en contra de la gente que sale a cazar y se come lo que caza. Si vas a cazar tórtolas y después las cocinas, como lo hizo mi papá siempre, todo bien.
¿Practicar tiro skeet se ha hecho más fácil o más difícil comparado a la época en la que usted empezó?
Mucho más difícil por el tema de la nueva ley de control de armas y por el tema de los clubes de tiro. Hoy en día con la nueva legislación hay muchos menos clubes de tiro, lugares donde se hacían competiciones nacionales que ahora los tienen cerrados porque no cumplen con el perímetro urbano. Estamos cada día peor.
¿Cree que su medalla de oro hará que la ley cambie de tal manera que su enfoque no afecte a lo deportivo?
Yo espero que así sea. Si las nuevas restricciones hubieran existido antes, mi papá no me habría podido pasar una escopeta cuando yo tenía 10 años en el club de tiro que tenía en Calera de Tango. Yo vi como lo construía, lo recuerdo clavando las tablas de la caseta alta. Quizás eso no se habría podido con la ley actual, porque habían casas alrededor. Entiendo, es un deporte con armas de fuego y las armas son peligrosas, como también lo son los autos manejados por gente irresponsable y borracha. El arma en sí no es peligrosa, lo es la persona que la manipula. Desde los tres años que voy al campo de tiro y jamás he visto un accidente en mi vida. El tiro skeet es uno de los deportes que tiene las normas de seguridad más rigurosas.
¿Este oro olímpico es la mayor alegría de su vida?
El gran sueño era ser medallista olímpica y eso significa una enorme felicidad, pero siento que mi felicidad pasa por que mis papás estén sanos, que si ellos necesitan algo yo se los pueda dar; estar con mis hermanas, pasar tiempo con mis sobrinos que los amo. Estar con mis amigos, tener la oportunidad de poner la casa y hacer un carrete para estar con mis amigos, eso es lo que a mí me gusta. Disfruto de las cosas sencillas: tener mi casita, mi familia. Que la Menita, mi nanita, también esté bien. Quiero poder estar siempre para la gente que quiero.
¿Su mayor miedo?
La muerte de mis papás. Cuando me llaman tarde por la noche me asusta la idea que algo malo pasó. Soy muy catastrófica. No me gusta el tema, pero es importante hablarlo. Siempre me digo: ‘Eso no va a pasar. Nunca’. Pienso que nunca va a pasar.