En Ecuador, como en Chile, el caso Byron Castillo monopoliza la atención. En el país del Guayas más aún, por la posibilidad de que el equipo de Gustavo Alfaro pierda en las oficinas la clasificación mundialista que consiguió en el campo de juego y, ahora último, por la crisis que experimentó el lateral del Barcelona de Guayaquil en el choque ante el Aucas, en el que pidió la sustitución y salió de la cancha llorando, seguramente producto del agobio que ha sufrido desde que se desató el lío que lo tiene como principal protagonista.
El análisis de la incidencia depende de los intereses involucrados. En la trinchera chilena, por ejemplo, el abogado Eduardo Carlezzo la atribuyó a la presión. “La mentira tiene vida corta y cobra una cuenta pesada en el futuro”, teorízó el jurista en El Deportivo. En Ecuador, en cambio optan por una mirada más comprensiva para el futbolista, quien el año pasado apareció en el equipo ideal de los mejores de América, según la tradicional encuesta que realiza el diario uruguayo El País.
Entre los últimos se cuenta Franklin Salas. El ex delantero de la selección ecuatoriana, considerado uno de los jugadores históricos de ese país, intenta comprender la reacción de Castillo. “Es complicado. Sí da tristeza ese tipo de cosas, porque todavía es chico y no tiene la madurez necesaria; pero también debe saber que esto es fútbol. Yo pasé por algo muy parecido o peor, a cancha que yo iba me gritaban de todo”, declaró el exdelantero en el programa Machdeportes.
“El fútbol es muy cruel”
El análisis prosigue. “Para mí también hubiera sido fácil decir ‘ya no soporto estos insultos, me están haciendo quedar mal, me duele mucho lo que gritan, me pongo a llorar y me salgo del partido’. Pero uno no conoce la vida de cada persona, la personalidad de cada jugador. Capaz que a él le falta un poquito lo de la personalidad, de saber que no es monedita de oro”, plantea el ex atacante de Liga Deportiva Universitaria.
Luego, Salas expone su conclusión más potente. “Espero que el chico vaya mentalizando que esto es el fútbol, es muy cruel, pero también es de mucha alegría cuando te va bien”, puntualiza.
En esa línea, sostiene que estar defendiendo a un equipo grande como el Barcelona lo expone a un trato más enérgico de parte de los hinchas rivales. “Está jugando en un grande del Ecuador y al rato de que haga algo, lo van a tachar. Y le van a defender los hinchas de su equipo, si las cosas las está haciendo bien. Y lo van a acabar los hinchas de los otros equipos porque eso el el fútbol, eso es el folclore”, sostiene.
““De mi parte era lo mismo: me defendían los de Liga, porque hacía bien las cosas y estaba ganando títulos, mientras las otras hinchadas me acababan a insultos, me decían de todo. Pero yo, mi personalidad, mi forma de ser y también cuando tú sabes que no has hecho nada malo, al llegar a la cancha esos insultos se vuelven motiviación. Y de esa forma me manejé”, concluye, casi a modo de consejo.