La figura del goleador debe entenderse como la estación terminal de toda estructura colectiva de juego, es el fin último que le entrega sentido a los distintos movimientos distractivos que buscan generar espacios por medio de la posesión de la pelota. El gol y el goleador son como el huevo y la gallina, la existencia del primero obedece a la necesidad vital del segundo. Sin gol no existe el goleador.

La creación de la dupla Carmona-Baeza amenaza con generar múltiples dividendos para el equipo de Guede. Su ensamblaje provoca una línea de contención robusta delante de los tres defensores centrales, que pueden pararse en la mitad de la cancha con mayor seguridad, transformado a Colo Colo en un equipo corto. Suazo y Opazo son empujados hacia arriba, dándole amplitud al equipo de mitad de cancha hacia adelante, y Valdivia acorta su recorrido defensivo, instalando su mejor energía en el pase gol. Todos estos movimientos generan un escenario ideal para que el tanque colocolino sea virtualmente rodeado de estímulos que terminan potenciando su capacidad de quedar en posiciones de definición de manera permanente.

Paredes es goleador de Colo Colo, no solamente debido a sus cualidades técnicas, sus capacidades físicas o su lectura táctica del juego, sino porque colectivamente el equipo lo reconoce como tal. Sus movimientos son interpretados antes de que la jugada nazca, un gesto, una mueca o una simple levantada de cejas, puede encerrar un paquete de jugadas solo entendidos por los que se visten de corto y participan de ese momento, voy o me quedo, al pie o al espacio, es el lenguaje encubierto entre el goleador y sus asistidores.

El dulce momento que vive el tanque de los albos, lo incita a buscar solución en su cabeza antes de que se genere el pase. De espaldas o perfilado, utiliza sus brazos para generar el espacio preciso entre la pelota y sus marcadores. Su fenotipo le otorga cualidades naturales para aguantar bien la pelota y su desarrollada intuición maquillan el paso de los años respecto a la velocidad.

Dentro de muchas cualidades reconocibles en Esteban, el conocimiento de las capacidades futbolísticas de sus compañeros sobresale con holgura. A pesar de que el premio de goleador es individual, el tipo potencia el colectivismo dentro de su camarín. Mira, observa y ejecuta. Es frío para definir y apasionado para celebrar. Él y Valdivia la llevan en este Colo Colo de Guede, quien como astuto DT, le ha entregado un lugar protagónico en su esquema de juego. Edifica su proyecto con el goleador ubicado por el callejón central, rodeándolo de jugadores que requieren de un pepero para complementar sus propias cualidades.

Paredes arranca tarde haciendo goles, pero no pierde la calma por seguir haciéndolos. Interpreta dentro de la cancha la partitura que el DT solicita y forma parte de un colectivo que muy pronto será probado a fondo en Copa Libertadores. Queda hilo en el carrete como para pensar que romperá todos los récords que se le presenten, pero una cosa es hablar del camino y otra muy distinta es recorrerlo.

Cabeza fría y corazón caliente, don Esteban. Sus goles los anhelan no sólo los colocolinos.