Tiene 36 años, apenas nueve meses más que el huracán que le pasó el domingo por encima. Jean Beausejour fue la última víctima del curioso caso de José Pedro Fuenzalida, ese futbolista, el mejor del torneo, que llega un poco más lúcido a cada partido y asoma sorprendentemente más fresco cada día que pasa. Lo novedoso del asunto no fue por tanto la derrota ante el lateral del momento, por la que finalmente están pasando todos, sino el linchamiento social que lo acompañó después. Y no de forma instantánea tras el baño de la UC a la U, sino unas cuantas horas más tarde, cuando la televisión, con una cámara encima del carrilero azul, lo descubrió fallón pero además fuera de sí, desagradable con su entrenador y sus compañeros, desperdigando las culpas de su propia frustración sobre los alrededores.

Hinchas de la U iniciaron una campaña en redes pidiendo la salida inmediata de un futbolista que siempre ha gozado de mucha reputación pero no demasiado cariño. No en el Nacional. Su condición de tránsfuga, esa procedencia ofensiva de la camiseta de enfrente, levanta sarpullidos a uno y otro lado de su maniobra. #FueraBeausejour fue el recurrente hashtag que se convirtió en tendencia durante toda la mañana de ayer y que tuvo agitados a los parroquianos. Se disparó mayoritariamente contra su edad, precio, sueldo, apego a los colores, modales y rendimiento. Un desastre que, a los ojos de una buena parte de la hinchada azul, no merece seguir un minuto más en un equipo que no para de fracasar en los clásicos. El Chapa lo pintó de ex futbolista y el público exigió su jubilación.

No piensa lo mismo Reinaldo Rueda, a quien, ahora que al fin vuelve al trabajo, componer una alineación de la Roja se le está volviendo un laberinto. Entre que no levanta mucho la mirada y que se le caen sucesivamente los futbolistas a los que considera, no hay forma de dibujar un once. Apresado Isla por el coronavirus (por la enfermedad y por su burocracia), lesionados Bravo, Medel, Maripán y Pulgar (y hasta Soto) y retirado Beausejour, el único teóricamente disponible de los de su gusto, al seleccionador le toca inventar defensa. El colombiano dijo que trató de convencerlo para que se replanteara su adiós a la Selección, y que esperaba su respuesta, pero Bose le arruinó ayer sus planes. Que se había olvidado de contestar a su propuesta, pero que no da marcha atrás: “Sería poco serio”.

No fue lo único que habló ayer el jugador haitiano por parte de padre y mapuche por parte de madre, que estuvo otra vez mejor con la palabra que con el balón. Justo cuando más le silbaban los oídos, ahí apareció casualmente Beausejour en la rueda de prensa de la U. Dar la cara, suele llamarse a eso. Para sortear los reproches con naturalidad, que no indiferencia. Con voz triste y discurso cultivado, admitió errores, aceptó reclamos, pero insistió en la autoconfianza. Que está acostumbrado a estas turbulencias, ya que, dijo, no ha sido nunca un jugador muy querido. Y que ni cuelga las botas, ni se va.

Pero que no retorna a la Roja, sueñe lo que sueñe Rueda. Bose tampoco está ya para eso. O eso dicen sus últimos partidos. Aunque no aparezca por ningún lado su sucesor. Esta vez el seleccionador se la juega todo a una carta por ahí: Sebastián Vegas, 23 años de lateral izquierdo (o central zurdo), 184 centímetros, que cumple con nota en el Monterrey mexicano. Más seguro por atrás que aventurero por delante. El relevo generacional que tanto se reclama. Hay otras opciones, mayores o menores de edad, algunas probadas en las microciclos de entrenamiento, pero el entrenador no las ha llamado. Así no duda. Uruguay y Colombia tienen aspecto de examen para todos, pero sobre todo para ese Vegas al que el propio Beausejour dedicó ayer su absoluta confianza.

El Uruguay de siempre, menos Cavani, contra el Chile de toda la vida, pero muy averiado en la retaguardia. Así comienza el camino a Qatar 2022 para esa Roja que es todo un enigma. Lleva tanto tiempo sin asomar, han subido y bajado tanto de forma sus futbolistas, que no es fácil imaginar lo que se viene. El portero que emergió cuando el veto a Bravo, el estreno de un montaje defensivo de circunstancias, las renovadas carreras ilusionantes de Fuenzalida, el misterio del gol de Vargas y el oficio brillante de los tres de siempre, uno (Alexis) renacido e iluminado. Chile visita Uruguay, palabras mayores. Y por primera vez en competición oficial sin Beausejour. Que sí, que ya está fuera.