La noche del 2 de julio en San Petersburgo, Marcelo Díaz seguramente nunca la podrá olvidar. Aquella jornada, que bien pudo representar para la Selección otro hito en su década de gloria, terminó convirtiéndose en una pesadilla para el mediocampista formado en la U. Un error suyo ante Alemania, el rival de la final en la Copa Confederaciones, significó el gol de los europeos. Una situación que no pudo revertir la Roja en los restantes 70 minutos y que hundió al volante, que debió abandonar el compromiso apenas comenzado el segundo tiempo.

Todo lo bueno que había hecho Díaz hasta ese momento en la Selección pareció contaminarse con la desafortunada acción ante los germanos. Incluso, meses después, el propio Juan Antonio Pizzi decidió marginarlo de la Roja para los decisivos encuentros frente a Ecuador y Brasil. El técnico no quiso ahondar en detalles sobre la marginación de Carepato, pero lo sucedido en Rusia y posteriormente ante Paraguay y Bolivia, por las Eliminatorias, lo dejaron muy abajo en la consideración del entrenador transandino.

Pero como suele reiterar el futbolista nacido en Padre Hurtado, su vida ha estado marcada por las dificultades. Por ello, la circunstancial marginación de la Selección le dolió, pero al mismo tiempo lo fortaleció. La muerte de su hermano hace 14 años, producto de un suicidio, fue algo que terminó de forjar su carácter y personalidad para afrontar los momentos duros. Ahora, en el fútbol mexicano, Díaz espera retomar la felicidad, que en parte, se le extravió en Rusia. Carepato sabe que el fútbol, como la vida, siempre da revancha.