En 1999, Emanuel Ginobili ya era reconocido en el básquetbol mundial. El bahiense ya había triunfado en Italia y, por esa razón, San Antonio Spurs lo había elegido en la segunda ronda del draft, en el puesto 57. Su arribo a la NBA, en todo caso, se produciría un par de años más tarde, después de un exitoso paso por el baloncesto europeo.

Fue en esa época cuando Galo Lara, el destituido técnico de los Chicos de Oro del básquetbol chileno, coincidió con él. El encuentro quedó retratado en una imagen que captó Sergio Montoya, histórico estadístico de las competencias cesteras locales. Sin embargo, a 20 años, el testimonio no existe. O no aparece. "Está perdida. No sé donde cresta está. Sergio me la pasó. Manu era el jugador de proyección de Argentina, ya estaba en Italia. En ese Sudamericano empieza la renovación. Era el nacimiento de la Generación Dorada de Argentina, un proceso del que fue el líder. No me perdono haber perdido esa foto con Ginobili. Es más, voy a llegar a buscarla", dice Lara.

Por cierto, ya entonces el ahora entrenador le profesaba admiración al transandino. "Me gustaba su capacidad atlética para rendir a nivel superlativo. Ya era superior al resto. Lo voy a recordar como el mejor latinoamericano de todos los tiempos, sin dudas, porque fue él quien encabezó el grupo de partida a la NBA. Nos dio a conocer como sudamericanos en la liga. Ganó todo en Europa, explotó en la NBA, le abrió las puertas a una camada argentina. Va a ser recordado siempre", dice. "Es un tipo súper correcto", añade en relación a las cualidades personales que también se resaltan del escolta.

Prueba de lo último da, también, Montoya, quien coincidió con la estrella argentina en el Sudamericano que se disputó en Valdivia en 2001. Esa vez, Argentina trajo a sus estrellas, pero las reservó para el Premundial que partía en un par de semanas en Neuquén. Ginobili fue un espectador de sus compañeros y una amable figura para quienes compartieron con él. "En ese tiempo era famoso porque había sido campeón en Italia, pero siempre fue súper amable. A mí me conocía, porque les mandaba un newsletter que se llamaba El Mundo del Básquet, a varios basquetbolistas, entre ellos Ginobili. Estuvimos viendo un partido en el Antonio Azurmendy y llamé a un amigo para decirle que estaba con él. No me creyó. Entonces,  le pasé el teléfono a Ginobili, quien no se hizo problemas para saludarlo y conversar un rato con mi amigo. Nunca fue divo ni mucho menos", afirma.