Gambetas y goles: Alexis Sánchez mantiene vivo el último sueño de la Generación Dorada
El Niño Maravilla ofreció buena parte de su mejor repertorio para la Selección. Movedizo y activo, sobre todo en la primera etapa, mostró una versión cercana a la de sus mejores días. Además, aportó dos goles claves para la victoria en La Paz.
Alexis Sánchez entró a la cancha a jugar tres partidos. El primero es el que todos esperaban: la Roja frente a Bolivia, en la última posibilidad de mantener el sueño mundialista en pie. El segundo, el suyo. El que le obligaba la responsabilidad de ser el principal referente del equipo de Martín Lasarte en el campo de juego. Sin Claudio Bravo ni Arturo Vidal, los otros estandartes estelares de la Generación Dorada, el tocopillano partió respondiendo a lo que muchas veces se le reclama: echarse el equipo al hombro y transformarse en el protagonista de sus principales llegadas. En sus pies estaba, también, defender el último sueño del grupo de futbolistas más exitoso de la historia del fútbol chileno.
El primer tiempo de Sánchez fue, de hecho, una maravilla, parafraseando, naturalmente, el apodo que lo ha hecho conocido en el mundo entero. Al tocopillano no le incomodaron, en absoluto, los 3.600 metros de altitud de La Paz. Y las imperfecciones que mostraba el campo de juego del estadio Hernando Siles, atribuibles a la lluvia que cayó en la capital boliviana, pero sobre todo a un lamentable trabajo de mantención del campo de juego, parecían retrotraerlo a esas pichangas en las que dio sus primeros pases y ensayó sus primeras gambetas. El Niño Maravilla se sentía a sus anchas. Guiaba los movimientos de Chile, eludía rivales con la calidad acostumbrada y, para redondear la faena, derrotaba a Carlos Lampe con un tiro libre, en los 14′, con la complicidad del golero boliviano. El ex golero de Huachipato optó por despejar con mano cambiada y, en ese intento, el balón se le coló en el pórtico.
Para completar el pack, en esos minutos se juntaba con frecuencia con Ben Brereton, quien se mostraba permanentemente como alternativa de pase y como complemento para las andanzas del tocopillano.
Sánchez agrandaba su leyenda. Los números confirman la afirmación. Le anotaba por quinta vez a Bolivia, completaba 18 conquistas por las Eliminatorias, igualaba a Marcelo Salas y se ponía, junto con el Matador, uno por delante de Iván Zamorano. Llegaba a 47 tantos en 146 partidos por la Roja y a 28 por duelos oficiales. En el último acápite, supera por dos a Eduardo Vargas, su cómplice en buena parte de la era de la Generación Dorada.
A esos números agregaba otro registro. Desde marzo de 2017, cuando le marcó a Venezuela, no anotaba un gol de tiro libe para la Roja. Esa vez, a los 4′, abrió la ruta del 3-1 sobre la Vinotinto en el Monumental.
Entregó todo
El delantero del Inter de Milán, donde ya venía mostrando un alto nivel, entregó todo lo que tenía. Eso explica que sobre el término de la primera fracción, producto del desgaste, cometiera algunos errores en la entrega, enviando pases que ya no encontraban a sus compañeros. Se entendía, por el notable esfuerzo que había realizado antes para aferrarse al objetivo que le ha confesado a sus más cercanos: dejar hasta la última gota de sudor para llegar al Mundial de Qatar. Son sus seres más íntimos los que conocen todos los sacrificios que ha realizado para intentar cumplirlo. Son los que saben, por ejemplo, que ha jugado lesionado por la Roja, por la importancia que sabe que tiene para sus compañeros y para el país.
En el inicio del segundo tiempo, el atacante formado en Cobreloa pagó la desconexión del equipo chileno. Bolivia salió a ejercer presión en campo de la Roja y Sánchez tuvo que recogerse, intentando encontrarse con el balón mucho más lejos de la zona ideal para causar daño. Le llegó poco la pelota, pero la responsabilidad no era suya. Los cambios que introdujo Martín Lasarte tampoco le ayudaron.
Sin embargo, nunca dejó de correr. Con su ejemplo, quería inspirar a sus compañeros para que no bajaran los brazos. El premio llegó con el gol de Marcelino Núñez. Lo celebró con el alma, como todos. Su sueño y el de los Viejos Rockeros, se negaba a morir.
Y cuando el partido moría, Alexis lo hizo revivir. A cinco minutos del final del duelo, dribleó, otra vez como en sus mejores tiempos, para definir con un derechazo que ingresó angustiosamente el arco rival. Tan angustiosamente como se define la opción de llegar a Qatar.
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