Infantino, de limpiar la FIFA a asentarse en el poder
El suizo fue reelecto como líder del fútbol planetario. "Hoy en día nadie habla de escándalos ni de corrupción", dijo.
Gianni Infantino sigue al frente de la FIFA. El abogado suizo de 49 años se mantendrá como el timonel del fútbol mundial hasta 2023, luego de que fuera reelecto por aclamación, sin una votación de por medio.
El nacido en Brig-Glis asumió el máximo cargo del balompié planetario en febrero de 2016, justo en el punto de inflexión de la Federación Internacional tras el mayor escándalo de corrupción de su historia, en el que los más altos directivos fueron procesados, enjuiciados y, en algunos casos, encarcelados.
Le tocó a Infantino, entonces, liderar la transición hacia una organización más transparente; una labor que, según él, está completa. "Recuerden el estado de la FIFA en ese congreso", dijo, en relación al día que fue electo por primera vez como mandatario, como sucesor de Joseph Blatter. "Los últimos tres años y cuatro meses no han sido perfectos. Ciertamente he cometido errores y trato de mejorar cada día, pero hoy, en día de elecciones, nadie habla de crisis", agregó, antes de ser nuevamente elegido (no había más candidatos) a través de un estruendoso aplauso. "Hoy en día nadie habla de escándalos. Nadie habla de reconstruir la FIFA desde cero. Nadie habla de corrupción", enfatizó.
Y tras la limpieza, ahora viene la perpetuidad. El jurista completará, a priori, siete años a la cabeza del fútbol mundial y es apenas el tercer timonel de las últimas cuatro décadas. Y en poco más de tres años, su gestión ya se asocia a grandes cambios en la actividad.
La implementación del VAR y de nuevas reglas del juego, el fomento del fútbol femenino y una fuerte inversión global (la FIFA invirtió US$ 1.079 millones en 2018 y se proyecta una inversión anual de US$ 3 mil millones en 2022), son solo algunas de sus acciones principales, entre las que también se cuentan la expansión a 48 cupos para la Copa del Mundo (Estados Unidos-México-Canadá 2026), el impulso de un nuevo Mundial de Clubes y la creación de la Liga de las Naciones.
Todo esto, al tiempo que impulsó también una serie de organismos internos para el control de los recursos y prevención de la corrupción, así como también unidades destinadas a salvaguardar los derechos de los jugadores y la lucha contra cualquier tipo de discriminación.
"No estamos cambiando el fútbol, lo estamos haciendo más justo", había dicho previamente el políglota directivo (habla inglés, francés, italiano, alemán y español), cuya figura, antes de ser el máximo dirigente del orbe en el fútbol, se asociaba a la implementación del Fair Play Financiero, un mecanismo que controla los gastos de los clubes de la UEFA.
Cuatro años más para Infantino como líder de una de las actividades más populares de la Tierra, de una Federación que, en 2015, registraba pérdidas económicas por primera vez desde 2002, y que, en casi 40 meses, supo enderezar. "La FIFA pasó de ser tóxica, casi criminal, a ser lo que debe ser: una organización preocupada por el desarrollo de la actividad futbolística. Hoy es una entidad sólida, solvente y transparente. Estamos trabajando, y lo seguiremos haciendo, con hechos factibles, no con palabras. Nos hicimos cargo de algo muy distinto a lo que tenemos ahora. Lo menos que podemos decir es que hemos dado vuelta la situación", sentenció, justo después de darse automáticamente iniciado su segundo período al frente de la organización.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.